Sabrina Fernández y Adrián Sánchez
Tablao Flamenco
Corral de la Morería
Morería, 17. Madrid
Julia Sáez-Angulo
Sabrina Fernández y Adrián Sánchez son las estrellas que actúan esta temporada en el Corral de la Morería, el tablao más importante de Madrid y más célebre del mundo, de acuerdo con el libro “Mil lugares que uno no debe perderse antes de morir”, de Patricia Schultz, periodista del “New York Times”. El libro se ha traducido al español.
Rigor, profesionalidad y embrujo son la clave de la programación en el Corral de la Morería. Una cena-espectáculo o una simple consumición-espectáculo en su sede, junto al viaducto madrileño, es una experiencia que difícilmente se olvida. Es una emoción estética que trasporta a la belleza del baile, del cante, del taconeo, de la mirada de los cuerpos y sus resistencia en el tablao.
Gallega de nacimiento, Sabrina Fernández creció en Argentina donde comenzó sus estudios de Danza Española. Regreso a España para especializarse en flamenco de la mano de Merche Esmeralda, La China, Manuel Liñan y Paco Pozo, entre otros. Ha formado parte de la compañía de Rafael Aguilar, y junto a él ha presentado por todo el planeta “Carmen” y “Yerma”. También estuvo junto a Carmen Cortés interpretando “ Mujeres de Lorca” en la Bienal de Sevilla, en el Flamenco Festival London, y en el Festival Flamenco Pa`Tos de Pekín. Ha pasado por varios tablaos flamencos y actualmente escribe su propia trayectoria en le Corral de la Morería.
Sabrina sabe mover la bata de cola como nadie para atrás, para un lado, para otro; cola larga o recogida para mostrar las piernas y la sutiliza de los pies en el baile. Su perfil de boca dentada se deja esculpir en una figura de negro, primero, y turquesa, después. Un taconeo que atrae. Tacones y palmas en una conjunción de sonidos secos y hermosos, que retan la resistencia del cuerpo y del espíritu. Sabrina seca y sublime como una vestal en ocasiones; sensual y cálida en otras. Manos elegantes. Artista siempre en el tablao. Intensa en el sentir del flamenco. Momentos sublimes. Arrebata los aplausos. Una dedicatoria final y afectiva a su abuela que está en el Corral de la Morería la noche del viernes.
Un bailaor brioso nacido en Córdoba
Adrián Sánchez nació en Córdoba en 1982. Con diez años ingresa en el Conservatorio Profesional de Córdoba “Luis del Río”. Ha estudiado con maestros como Norio Yoshida, Eduardo Serrano “El Güito”, Rafael Campillo, José Antonio y Andrés Marín, entre otros. Además de bailaor ha colaborado en el montaje de varios espectáculos, como “Bodas de Sangre” de Antonio Gades y “Leyenda” bajo la dirección de José Antonio. Ha compartido escenario con algunos de los más importantes bailaores y bailaoras del momento. Entre 2004 y 2005 participó en el rodaje de Iberia de Carlos Saura.
Joven, brioso, con ganas de entrega y de agradar. Presumido, en negro y corbatas rutilantes en verde o rosa. Como un torero. Zapatos relucientes de charol. “Antonio Banderas y tú”, le jaleó un cantaor. Taconeo firme, resistente, artístico, sentido, con arrogancia y desplante final. “Claqué español” decía un turista británico. Olés y bravos brotan en cascada.
La noche cuenta con la presencia de un entendido grupo de franceses: la escritora Françoise Evenou, de origen español, que practica como alumna constante el baile flamenco en París; Philipe Evenou, su esposo, doctor en Cirugía Plástica; Jerome Mendiela y Laila. Todos se entusiasman, aplauden… Françoise lanza “Olé” cuando se roza el climax de la perfección
Delante de la actuación de Sabrina y Adrián, un elenco de bellas bailaoras que ayudan con su estilo joven y alegre a meterse en el flamenco: Raquela Ortega, María Carretero y María Fernández. Ojos felinos, gitanos y morunos, respectivamente. Cuerpos hermosos que invitan a la contemplación y al embeleso de la danza, con un vestuario que va del negro y rojo a los clásicos lunares.
Guitarristas: Antonio “El Muñeco”, Felipe Maya y Paco Navarro. Cantaores: Jesús Álvarez (¡espléndido!), Antonio “Yeyé de Cádiz” y Julio Gabarre, cada uno con timbre de voz diferente para dar palabra cantada y jalear a los artistas. Unas letras que hablan de entrega, pasión, amor y muerte. ¡Flamenco puro!
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