miércoles, 9 de julio de 2014

“Frivolité”, alta costura en trajes del siglo XVIII en el Museo San Telmo de San Sebastián



           
Julia Sáez-Angulo

            El Museo San Telmo de San Sebastián presenta una singular colección de trajes de alta costura de la segunda mitad del siglo XVIII bajo el título de Frivolité: Indumentaria del siglo XVIII.  Se trata de una serie de ejemplares refinados, cortesanos, de lujo,  procedente en su mayor parte de una donación al citado museo por el coleccionista Santiago Arcos, que a su vez los adquirió en su momento.
            Se trata de la primera ocasión en que se exponen estas cotizadas e infrecuentes piezas, después de haberse restaurado oportunamente, algo que ha requerido una lenta tarea de especialistas. La exposición permanecerá abierta hasta el  28 de septiembre. Vale la pena una visita.
            No es frecuente encontrar este tipo de trajes del XVIII en museos, ni siquiera los del Traje, por lo que constituye una ocasión  singular de contemplar aquella moda de una sociedad refinada en palacio, que utilizaba ricos tejidos bordados, con formas muy particulares que reflejan la riqueza y sensualidad de una clase galante en palacio. 
            Por su lujo, muchos de estos trajes se han guardado largo tiempo en baúles y armarios, pero no siempre en las adecuadas condiciones, por lo que llegado el momento de su deterioro se han desechado, algo que no ha ocurrido con las piezas expuestas en San Telmo. Algunas han sido retocadas para actualizarse bien para utilización en el teatro o para  disfraces de carnaval e incluso para ornamentos eclesiásticos, lo que les ha hecho perder su valor original de testimonio indumentario.
            Chupas, jubones, calzones, casacas y vestidos dan cuenta de una manera de hacer y de engalanarse de la alta sociedad del XVIII en la mayoría de las cortes europeas. Los trajes se acompañan de accesorios como bolsos, abanicos, etc. Todas las piezas se presentan en un contexto de época junto a revistas de moda, cuadros y estampas procedentes de los fondos del museo. 
Toda la indumentaria expuesta da cuenta de la estética del vestir en los salones del XVIII, con esa cierta “frivolité” de los tiempos en que se confeccionaron y se exhibieron.

            En suma, de la casaca al frac, junto a historias curiosas sobre la prohibición de la bragueta o las matizaciones del color amarillo, detestado hoy por los actores porque con él murió el dramaturgo Molière. La moda francesa domina en el XVIII y París era la referencia de la elegancia, algo que iba a permanecer largo tiempo.




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