La Fundación
Juan March (www.march.es, Facebook, @fundacionmarch, +fundacionmarch) INAUGURA MAÑANA MIÉRCOLES 23 DE JULIO, y hasta
el 30 de agosto, una pequeña muestra titulada LIBROS (Y OTRAS PUBLICACIONES) DE ARTISTA: 1947-2013, una exposición que toma como punto de partida el amplio y
heterogéneo campo enriquecido durante los dos últimos siglos por las
fructíferas relaciones entre el artista y el libro o, en general, las
publicaciones.
Los libros y revistas
expuestos proceden en su totalidad de los fondos de la colección de la Fundación Juan March. Con
obras tan dispares entre sí como la monografía de John Franklin Earhart The
Color Printer, de 1892, y
una reedición de Último Round de Julio Cortázar, la muestra propone un recorrido por casi un centenar de
“publicaciones” aparecidas entre 1947 (Du
Cubisme de Albert Gleizes y Jean Metzinger) y 2013, que
testimonian la riqueza y la variedad de resultados de esta ya larga interacción
entre los artistas y el libro, entendido este no sólo como un medio de
transmisión de un contenido textual, sino sobre todo como objeto y soporte
sustantivo de la praxis artística.
El relato
expositivo comienza articulando las ediciones ligadas a la actividad de la
Fundación Juan March, con ejemplares procedentes de las donaciones a la
Fundación de las bibliotecas de Fernando Zóbel (1981) y Julio Cortázar (1993),
e incluye también diversas muestras de la edición de arte en España. Después se
detiene en un caso tan ejemplar (y tan ligado a artistas españoles como Eduardo
Chillida y Pablo Palazuelo) como el de Derrière le Miroir, la revista de
arte de la Galería Maeght de París (con 253 números editados entre 1946
y 1982), una publicación de gran formato que incluía artículos con
ilustraciones (a menudo, sobre todo en los primeros números, litografías
originales) de o sobre los artistas de la galería. La idea era asociar a los
mejores escritores del momento con los artistas más destacados, y la muestra
expone algunos resultados de tan enriquecedora alianza. El recorrido se cierra
con diversos ejemplos de libros de artista y otras publicaciones editadas a
partir de la década de los sesenta en el contexto español e internacional.
LIBRO DE ARTISTA
Pero, ¿qué es
exactamente un “libro de artista”? ¿En qué se distingue de un simple libro, de
un libro ilustrado o de un fotolibro? ¿De cuántos tipos de publicaciones
esencialmente distintas entre sí puede hablarse en el campo del libro de arte?
Estas preguntas y otras semejantes acostumbran a formar parte de las
presentaciones y textos de acompañamiento de las exposiciones dedicadas a la
relación entre los artistas y los libros. Y, en verdad, no resulta fácil
caracterizar, distinguir o “catalogar” realidades tan diversas como los denominados
“libros de artista”, libros ilustrados, livres de peintres, foto-libros,
piezas de Mail Art o arte postal, ediciones de bibliofilia, libros-objeto, pop-ups,
ediciones de obra gráfica y revistas y catálogos de artista. O, si pensamos en
su materialidad, en soportes tan diferentes del tradicional papel como el
cartón, la madera, los tejidos, el plomo o el plástico; o en formas y formatos
como los de los libros circulares o triangulares, en acordeón, transparentes,
empaquetados, en cajas…
El “libro de
artista”, en el sentido literal de la expresión, tuvo su origen -así convienen
expertos como Johanna Drucker, Guy Schraenen o Anne Moeglin-Delcroix- en
publicaciones de principios del siglo XX como Un coup de dés de Stéphane
Mallarmé, y también en los experimentos de los futuristas italianos y rusos.
Desde entonces, el artista no sólo ilustra el libro, sino que se apropia de él,
convirtiéndolo en obra de arte y siendo, por tanto, su autor o coautor.
“Los libros de
artista a partir de los años 60 son el resultado de lo que los artistas hacen
con libros, sobre libros, en torno a los libros, para o contra los libros […].
El libro de artista es […] uno de los aspectos más esenciales y centrales del
arte del siglo XX, y su importancia se basa en que testimonian un nuevo modo de
pensar: el del ambiente rupturista de los años sesenta, con sus ideas de
democratización, difusión pública y universal del arte […]. Los libros de
artista […] son obras de arte que quisieron contravenir el concepto de valor
del mercado, orientado a la individualidad original, la pequeña tirada, la obra
firmada y sus receptáculos institucionales, la galería y el museo. Son obras
que –mucho antes que las nuevas tecnologías– expusieron el sistema tradicional
de exposición, registro y catalogación de los museos (pintura, escultura, obra
gráfica, etc.) a nuevos retos, porque no se los podía clasificar dentro de los
esquemas tradicionales” (G. Schraenen).
Y, en efecto,
la conocida reflexión de Mallarmé de que todo cuanto hay en el mundo existe para
ir a parar a un libro experimentó una verdadera resurrección en el mundo del
arte a partir de los años sesenta del siglo pasado. En las colecciones de los
museos y en las exposiciones, pero sobre todo en la actividad de los artistas
englobables en las corrientes más cercanas al arte conceptual, el libro empezó
a presentarse en pie de igualdad con la obra de arte tradicional. El libro
rompió los límites de su función de soporte material de un texto para
“competir”, como “objeto artístico”, con las obras de arte.
La concepción
del libro como obra de arte modificó la forma visual de los libros, transformó
algunos de ellos en documentos de acciones y performances y otros en
objetos autorreferenciales o en espacios de experimentación conceptual, verbal
y material. Y el proceso tuvo evidentes consecuencias teóricas e
institucionales: el libro de artista como obra de arte -reproducido, copiado,
fotocopiado; multiplicado en suma- accesible a todos en cualquier lugar, se
oponía, como un “múltiple democrático” (J. Drucker) a la comprensión
tradicional de la obra de arte como un original único, conservado celosamente
por instituciones que legitiman lo que es (o no es) arte.
Y, operando con
una lógica implacable, el libro de artista permite alinear junto a él formas
incluso menos ligadas a la intención artística moderna, como son el libro
ilustrado, el foto-libro, las revistas y catálogos de artista, los múltiples,
objetos, revistas e incluso piezas visuales, con un amplio espectro de
variaciones que van desde el libro de artista fotocopiado hasta libros de
altísima calidad de impresión, desde la pieza única hasta la serie numerada de
grabados o hasta publicaciones cuya tirada alcanzaba varios cientos de
ejemplares.
En LIBROS (Y OTRAS PUBLICACIONES) DE
ARTISTA: 1947-2013 se ha optado, por eso, por mezclar sin
complejos todas las iniciativas en torno al libro y otras publicaciones de una
cincuentena de artistas, diseñadores, escritores o poetas, entre los cuales se
encuentran nombres conocidos y algunos menos conocidos, pero no menos valiosos,
del panorama artístico nacional e internacional.
La muestra
presenta obras de Pablo Picasso, Pierre Bonnard, Raymond Queneau, Rafael
Alberti, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Joan Brossa, Fernando Zóbel, Pablo
Palazuelo, Salvador Dalí, Julio Cortázar, Octavio Paz, Brassaï, Gustavo Torner,
Eduardo Chillida, José Guerrero, Manuel Millares, Manuel Hernández Mompó, Luis
Feito, Lyonel Feininger, Sol LeWitt, Juan Eduardo Cirlot o Eusebio Sempere,
entre otros. Y mezcla conscientemente ejemplares representativos de las
colaboraciones entre artistas plásticos y poetas, como Novel.la, de Joan
Brossa y Antoni Tàpies (Sala Gaspar, Barcelona, 1965) o Mutilados de paz,
de Rafael Alberti y Manuel Millares (Madrid, 1965).
Hay también
libros-objeto como los Discos Visuales (México, Era, 1968), Vrindaban
(México, Imprenta Madero, 1965), de Octavio Paz, o el célebre Cent mille
milliards de poèmes, de Raymond Queneau (París, Gallimard, 1961). Y también
ediciones de artista como el Libro de horas de Fernando Zóbel (Manila,
1965) o Ardicia, de Pablo Palazuelo (París, RLD éditeur, 1978), y
experimentos de arte postal como la caja con cien postales de artistas WC4
Box’83 (Nueva York, 1983).
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