Carmen Valero
En Astorga se
encuentra el mejor retablo renacentista en la Catedral de Santa María. Obra del
discípulo de Miguel Ángel Buonnaroti, Gaspar Becerra, escultor que colaboró en
la mitad del siglo XVI, con los italianos Vasari y Valterra, además de moverse
en la órbita de Miguel Ángel Buonnaroti. Formó su equipo de maestros y
oficiales expertos en ensamblaje y talla de madera, y la policromía la realizaron Gaspar de Hoyos y Gaspar de Palencia. Como dicen los maragatos, para ver algo mejor
hay que ir a Italia, es lo mejor de España. Junto a la catedral el Palacio
arzobispal de Antoni Gaudí, dominando los
altos de la ciudad, con unos jardines que dan a la muralla, y ofrece un paseo
por sus lindes de casi un kilómetro.
La plaza del Ayuntamiento de Astorga, presidida
por un edificio precioso restaurado, con dos torres, de estilo barroco, esta
coronado por un reloj campanario en el centro de la fachada, que da las horas
golpeando las campanas unos muñecos, (Colás y
Zancuda), pareja con trajes de maragatos, que golpean con sendos
martillos la gran campana, dando asi las horas, al estilo de los relojes de
carrillón alemanes. El ambiente que dan
los peregrinos que hacen el Camino de Santiago, siguiendo la ruta que pasa por
la ciudad, caracterizan un trasiego de gente variopinta, que llegan por las
noches para pernoctar en los albergues que tienen a su disposición y en los
alrededores. Desde los europeos que llegan por las distintas rutas
compostelanas, la francesa, la de Plata, a los numerosos norteamericanos y
canadienses, además de los latinoamericanos, que tanto nos visitan. Las
numerosas iglesias tocan con frecuencia las campanas, y la Cofradía de la
Veracruz, ofrece la música de un campanario con un carrillón de ocho campanas,
y alberga en su ermita pasos de Semana Santa, entre los que se encuentra la
imagen de un Cristo crucificado articulado. Hay ocho cofradías en la ciudad.
El Museo Romano,
en la Plaza de San Bartolomé, merece la pena visitarlo, y las rutas guiadas a
los vestigios romanos de la ciudad, son una sorpresa mas para los peregrinos y
turistas. Unas casas romanas descubiertas en la misma plaza, están a la vista.
Junto a la
entrada del museo, se encuentra el restaurante La Peseta. Fundado en 1871
por Irene Alegre, y regentado en la
actualidad por sus nietos Ramón, Jorge, e Irene, es otro de los monumentos a la
gastronomía que son de visita obligada. Jorge, al frente de la cocina ha incorporado
conocimientos de la nueva cocina, y que valora y maneja sabiamente. Lo
importante es el producto dice. Mantiene la cocina tradicional que hizo famosa
la casa. Era parada obligada para muchos viajes a Galicia, la comida allí nunca
defraudaba, y la relación precio-calidad estaba asegurada.
Muchas personas
viajaban desde Madrid para comer pichones de Tierra de Campos, y el congrio al
ajo arriero, pescado que aseguraba calidad, sin tantas neveras ni facilidades
como ahora para la conservación de los alimentos. El congrio lo traían los arrieros, porque era
un pescado duro y consistente, que llegaba a los pueblos después de días de
viaje desde la costa, dicen Ramón y Jorge. Siguen en la carta las judías
blancas con almejas, el morcillo de ternera estofado lentamente al aroma de
tomillo y vino blanco, todo conserva la calidad, preocupación de la casa en la
selección de los productos de la tierra. La merluza del cantábrico al romero, y el pulpo a la gallega, son también dignos de esta muestra
al gusto mas exigente. Derroche de excelente aceite de oliva en el panaché de
verduras. Y el pan de hogaza crujiente, para acompañar las salsas.
El cocido
maragato, también lo sirven como lo hacía Irene Alegre, que “cocía despacio a
fuego lento los garbanzos, y cuando están listos les añado jamón salado, tres
clases distintas de chorizo caliente, patatas y repollo, y los dejo así
estofándose ocho horas.”
El cocido
maragato de excelentes carnes desgrasadas con chorizo casero un punto picante,
la pelota y costillas ahumadas, toque de las carnes de esta casa. Se toma como
primer plato. Le siguen los garbanzos de pico pardal de Valdeviejas, pequeños, tiernos
y sabrosos, y por último la sopa de fideos, con un sabor resumen de los
contenidos del cocido, que se agradece. Dicen que esta costumbre de tomar la
sopa al final viene de la ocupación napoleónica, cuando saqueaban los pueblos,
y siempre empezaban por las carnes, para que si llegaban los franceses, tomasen
la sopa. De postre natillas con mantecada de Astorga. Los vinos de la casa,
buenos Rioja, y Ribera del Duero.
Actualmente el
cocido maragato, lo sirven en menú para el peregrino por las noches, al igual
que un menú de dia y de noche, con especialidades de la casa, que sin duda
recomiendo, porque los cocidos maragatos se pueden comer en cualquier menú de
la ruta del Camino de Santiago, y en cambio la cocina de La
Peseta es una oportunidad única. Es una buena gasolina para el peregrino.
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