jueves, 4 de diciembre de 2014

Antonio Muñoz Molina, autor de la novela “Como la sombra que se va”, publicada por Seix-Barral







Julia Sáez-Angulo


         El escritor y académico Antonio Muñoz Molina, autor de la novela Como la sombra que se va, publicada por la editorial Seix-Barral, ha conversado sobre este libro con el periodista Carlos Santos en la Residencia de Estudiantes en Madrid. El aforo estaba completo.

         Como la sombra que se va es una novela de doble trama, por un lado narra la huida por Europa de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King en 1968, que pasó diez días en Lisboa y por otro al autor Muñoz Molina que recuerda su estancia en la capital lisboeta para escribir su primera novela de éxito El invierno en Lisboa, que sería llevada al cine.

         “Puede ir bien al autor hacerse sucesivos autorretratos”, señaló Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén , 1956), como lo hicieron Durero y sobre todo Rembrandt a lo largo de su vida.

         Muñoz Molina reclamó la libertad de narrar en todo momento y justificó así el hecho de introducirse en parte de protagonista en la novela Como la sombra que se va. Fue durante un viaje a Lisboa como esta novela fue entrando en su deseo de escribir interfiriendo en otra que tenía entre manos.




         El autor se metió en la piel del personaje pobre y al final asesino, que no fue malvado en todo momento de su vida y también dejó buenos recuerdos en otras vidas. Al final, señaló, algunos pobres miserables en los Estados Unidos de los 60, sólo tenían el “odio a los negros como motivo de superioridad”.

         Muñoz Molina se ha permitido divagar en consideraciones literarias o anecdóticas dentro de la novela porque con toda libertada así quiso hacerlo. Historias que le venían a la mente y él engarzaba con facilidad. Es un libro con historias, como con muchas historias lo era El Quijote. No hay por qué llevar siempre una novela muy pautada; “la novela no es una línea recta que va siempre en una dirección”.

         El escritor jienense, residente en Madrid señaló que hay que acoger en la novela el gozo y la celebración, aunque sean más difíciles de narrar que el infortunio o la desdicha, como cree el romanticismo exacerbado que ha hecho daño en muchos escritores.  Renegó de los paraísos artificiales de la droga  y señaló que “hay más iluminación en la plenitud de la vida que en los paraísos artificiales”.


 Al final Muñoz Molina leyó un fragmento de su novela. "No hay que hablar de comida, sino comer", señaló.


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