Julia
Sáez-Angulo
Thomas
Bernhard es uno de los escritores europeos más provocadores. Crítico, ácido,
irónico, escandaloso, lúdico, bufón, misántropo, intelectual difícil, ofensivo
para algunos… Su manera de mirar la vida
no es precisamente convencional. En busca de la verdad es el título de
Thomas Bernhard, publicada en Alianza Editorial.
El libro
está editado por Wolfram Bayer, Raimund Felliger y Martin Huber, y traducido
del alemán por Miguel Sáenz.
Obsesionado
por la muerte y la destrucción, Thomas Bernhard (Heerlen, Países Bajos, 1931 –
Gmunden, Austria, 1989) se muestra duramente crítico con la sociedad
contemporánea en que vivimos. Sus artículos en prensa son siempre corrosivos.
Aunque nacido fuera de su país, Austria, Bernhard sostiene una extraña relación
de amor odio con él, que se refleja en multitud de escritos.
Su tumba
en Viena no lleva su nombre por expreso deseo, maneras acordes a su obsesión,
pensamiento y extravagancia, no exenta de cierto resentimiento. (Recordemos que
el cardenal Portocarrero enterrado en la catedral de Toledo, tampoco quiso que
su nombre constara en la lápida, sí su famoso epitafio Pulvis, Cinis et Nihil –Polvo, Ceniza y Nada. Todos los guías
resaltan su tumba por encima de las otras. La emoria permanece con la rareza).
En todo
caso resulta gozoso, irritante o polémico leer a Thomas Bernhard.
En busca de la verdad –título algo
pretencioso tratándose de Bernhard- recopila sus artículos, cartas,
intervenciones, discursos, entrevistas…, en suma el “Bernhard público”. También
recoge su última carta abierta
escrita tres días antes de morir. Su obra no se podrá representar en Viena, por
expreso deseo durante los años en que duren los derechos de propiedad
intelectual.
En el
índice del libro En busca de la verdad, se
pueden leer entre los 421 epígrafes los de Jean-Arthur Rimbaud; La obra de
Josef Weinheber; Los poetas hablan de Geog Trakl; Jóvenes cabezas. Thomas
Bernhard; En Austria no ha cambiado nada; Desde Lisboa; Mañana Salzburgo;
Querido Peymann, Gran Duque de las Bambalinas; Bernhard contra Europalia, o Mi
Austria feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario