miércoles, 10 de diciembre de 2014

Relato: "LA PLACA FUNERARIA DEL ABUELO UBALDO"



Orense. Cementerio San Francisco





 José Luis Encinas


      Tengo del abuelo Ubaldo  el recuerdo que puede almacenar un niño de cinco años, que le ponía las pantuflas cada noche y al que llevó al cine por vez primera. Era un hombre para mi muy alto, flaco, expresivo, con bigotes grises de guía, muy poblados.

       Falleció en 1955 de un enfisema pulmonar igual que su cuñado Primitivo. Lo que sé de él es que era exigente y práctico, no dado a ensoñación alguna

por lo que no sé cual sería su relación con el cuñado.

      Don Ubaldo era un señor temido por unos, respetado por otros agradecidos y poco querido también por bastantes. De posturas muy conservadoras en un barrio humilde de la ciudad y en años difíciles.


Panteón de don Ubaldo


        La familia de Don Ubaldo tenía un panteón bonito a la entrada del cementerio, que hoy es propiedad de mis primos. Está formado por una capilla de piedra labrada, discreta,  cerrada con una verja de hierro dentro de la cual al frente hay un altar y a cada lateral bajo losa están las tumbas enterradas en varios niveles.

        El marmolista del taller de enfrente de casa era uno de los amigos y cuando se produjo la muerte dijo que la lápida era cosa suya. La intención era poner una pequeña lápida con su nombre, en el interior, bajo el altar.

      Provisionalmente a alguna de sus hijas se le ocurrió recuperar la placa de vidrio negro y letras plateadas, la clásica de abogados y médicos. A la placa reciclada, primorosamente se le tapó la parte inferior con un cartón pegado, pintado de negro brillante puesto que iba a estar a cubierto en la capilla y supuestamente por poco tiempo.

        El problema fue que el bueno del marmolista se retrasó demasiado en la elaboración de la lápida y la agresiva metereología del pueblo atacó insistente el endeble cartón durante meses. La desaparecido el cartón, durante un tiempo en el cementerio había una placa que rezaba: Ubaldo Álvarez Ruiz. Médico. Consulta de 4 a 8 h.

         Quizás al abuelo le practicaron mal el Icard.

         La cuestión es que tenía abierta su consulta en el cementerio. Seguramente atendía con ojos color esmeralda.

(Relato breve, Diciembre, 2014)


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