Víctor Morales Lezcano
Oriente Medio se enardece más y más, cada día que
consume sus horas reglamentarias. Los términos y los actores del conflicto son
aproximadamente como siguen.
La irrupción del Califato
Islámico en diferentes reductos de Siria, Iraq y Líbano mismo, hace un par de
años, vino a movilizar los estados mayores y tropas de choque de varias
naciones en la Zona. Principalmente, los pertenecientes a Turquía, Iraq, Irán,
los principados del Golfo y Arabia Saudí. Las intervenciones foráneas en el
tinglado geopolítico de la región -que no siempre fueron afortunadas, como
ocurrió con la anglo-americana en Iraq hasta 2009- nutrieron las respectivas “primaveras”
del mundo árabe, inclusive en el Magreb (Túnez y Libia, por ejemplo). De toda aquella
convulsión, esperanzadora, sin embargo, Libia se vio reducida, al final, a una
polvareda de grupos guerrilleros que encendieron varios rescoldos yihadistas en
territorios sub-saharianos, limítrofes con el “bajo vientre” del Magreb. Siria,
por su parte, entró en estado de guerra civil, que acaba de cumplir su
cuarto -y funesto- aniversario,
inundando con una cohorte de refugiados las frágiles fronteras de Jordania, sur de Turquía y flanco kurdo
del atomizado Iraq.
Si a lo anterior se suma el hecho de la existencia de otro Estado
precario, como es Yemen, y se percibe la inclinación del gobierno saudí a
respaldarlo frente a sus enemigos frontales -supuestamente armados por Teherán-
obtendríamos el cuadro de la débâcle reinante hoy en la región.
Diríase, sin un ápice de
exageración, que el “síndrome macedónico” de los politólogos (todos versus
todos) ha inoculado hasta la médula Oriente Medio; alterando a fondo el
precario statu quo establecido a lo
largo de los años 50 del siglo XX.
………………….
Ahora bien, si hay un
fenómeno geopolítico de cuño nuevo en el marasmo actual de esta región
medio-oriental, es el que trata de la desavenencia
y hostilidad entre la República
Islámica de Irán y la monarquía de Arabia. Los enfrentamientos entre ambas
potencias se han hecho manifiestos al filo del conflicto armado en Yemen,
aunque no sería un desatino indicar que, coincidiendo con la sacudida generada
por el yihadismo islámico de los últimos meses, el trono saudí haya destapado
su “vocación” hacia el proselitismo de cuño sunní versus la variante chií del Islam iraní. Un conflicto de
procedencia religiosa entre las dos potencias regionales inserto en un proceso
de reconfiguración fronteriza, con la consiguiente pugna por establecer la
hegemonía en el Oriente Medio de pasado mañana.
Como ha sido señalado en
más de una ocasión, Ryad y Teherán han mantenido su antagonismo hasta el
momento, a través de intermediarios; pero podría ocurrir que el diferendo
latente entre suníes y chiíes volviera a ensangrentar el escenario
medio-oriental. Ojalá que no.
La monarquía saudí está
intentando aglutinar a países tan significativos como Egipto, Qatar, Iraq y
Líbano en una suerte de santa alianza (musulmana) -respaldada por la Liga de Estados Árabes-
que, llegado el caso, frenara la supuesta pulsión iraní hacia el hegemonismo en
la Zona.
Súmese a todo lo
anterior el largo y ancho proceso de negociación que Estados Unidos (John
Kerry) e Irán (Mohammad Yavad Zarif) han mantenido en el histórico hotel Beau
Rivage, sito en Ginebra. Negociación que ha girado en torno al grado de
capacidad nuclear para fines civiles que el gobierno de Hassan Rouhani aspira a
obtener, junto con la paulatina reducción de las sanciones comerciales y
financieras, impuestas a Irán por Estados Unidos y varias instancias
internacionales.
Solo queda por ver si
Benjamin Netanyahu y el partido republicano que controla el Congreso en
Washington DC logran obstaculizar el avenimiento
iranio-estadounidense que propugnan tanto el presidente Obama como los sectores
iraníes más proclives al pacto de intereses.
A propósito. De algo de todos estos extremos
suscitados aquí, se viene hablando con rigor en los desayunos que organiza
desde hace un par de meses la Asociación de Periodistas y Escritores Árabes en
España, que reside en el madrileño Centro Internacional de Prensa.
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