Ignacio Rupérez Rubio (1943-2015) era un buen amigo. Y, además
de lector juicioso, fue escritor agudo sobre la compleja realidad internacional
de los tiempos que corren.
Cuando
nos reuníamos para entablar conversación en nuestros domicilios madrileños, o
al filo de coincidencias varias en recepciones diplomáticas y conferencias en
el Ateneo o en Casa Árabe, siempre reconocí en Ignacio al buen amigo. Tras su
expresiva sonrisa, se escondía el humorista de humor contenido, lo que para mí
tanto cuenta.
En
mi recuerdo, Ignacio Rupérez permanecerá presente en todos aquellos escenarios
madrileños en los que “fijábamos quedar”, o -repito- en aquellos otros en los
que nuestra afinidad intelectual nos convocaba con frecuencia.
Adios, Ignacio. I´ll
see you later.
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