Julia Sáez-Angulo
30/12/17 .- MADRID .- Divertido, muy costumbrista, ligeramente
realista, con muchos tópicos que arrancan la risa y la sonrisa. La sorpresa del roscón es una pieza muy
Elvira Lindo, en su estilo, en su órbita mental. Obra de teatro tierna,
superficial y poco esperada en una sala alternativa de Madrid o así la juzgaba
yo. Lleno a rebosar. Lo bueno de las periodistas conocidas –que son también escritoras-
es que arrastran público a sus libros y a sus obras dramáticas.
La intérprete Assun Planas, en su
papel de monja exclaustrada, perfecta. Le confiere el cuerpo y lama que dio la
autora en la escritura. Un monólogo narrativo y ligeramente sentimental, con
poso de decepción. La convivencia es conllevanza
y conllevarse no es fácil. La actriz encarna bien el personaje buscador de una
vida con más “vidilla” y el encuentro con la roma realidad de familia y vecinos
de albergue. Planas tiene un buen registro de expresividad dramática. Actua con la colaboración de Paco Mir.
No faltan los nombres y adjetivos de
los tópicos esperados de la autoría: el cura Fredi que bebe y tiene las manos
largas; la superiora, odiosa –con lo eclesiástico es fácil topar-; el hermano
facha deleznable, las cuñadas odiosas en uno y otro lado de la parentela… No
hay quien se salve en estos clichés estereotipados. Falta calado y enjundia a
este teatro. No tiene alas ni vuelo.
El hombre y la mujer han de
manifestarse en un escenario que se precie con más altura y profundidad de
miras. No se trata de ponerse serios, sino más profundos. El humor de la autora
puede invertirse en mejores manifestaciones, incluso más realistas si cabe.
Por lo demás, si se buscan una
risas, aquí está la obra de Elvira Lindo hasta el 28 de enero de 2018. Incluso
podría itinerar por provincias, más de lo que lo ha hecho, dado el éxito de público que sólo busca
divertimento.
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