-->
pintura de Aracely Alarcón
Julia Sáez-Angulo
25/08/18 .- MADRID .- Se sabe que
todo buen retrato es una biografía, si bien los míos son sólo instantáneas
apresuradas, impresionistas o, como dirían los fotógrafos de la prensa del corazón, “retratos robados” y a
vuela pluma. El de esta pintora granadina,
de sedimentada belleza y maestría pictórica, no va a ser menos. Especular sobre las apariencias es la
única posibilidad de aproximarnos a la
realidad, dice José García Templado en su libro Ni es cielo ni es azul, un título hermoso.
Aracely
Alarcón Morales (Albolote, Granada, 1949) nació en un pueblo a dos km. de
Granada y recuerda muy bien las historias familiares, sobre todo la de la Casa
de los Siete Balcones de sus abuelos, con su madre y sus tías –siete en total-,
protegidas en tiempos bélicos ante el cercano frente de varones , soldados ansiosos, durante la guerra
civil del 36. Su bisabuela Cayanda era una institución; de la otra abuela, Aracely heredó
su nombre. Su abuelo le decía: “Tú no eres bonica, sino graciosa”. A su madre,
Aracely la califica de “señorita culta y de interior”, porque no tomaba el sol
para no estropear su cutis y les contaba y cantaba romances de moros y
cristianos: Carmela se paseaba/por unos
montes arriba/se la encontraron los moros/y se la llevan cautiva (…). Aracely siempre soñó con llamarse
Carmela, como la del romance. Su padre, que contaba con manijero y gañanes, era
agricultor, cultivaba tabaco, de los primeros que lo introdujo en la zona; contaban con grandes secaderos. En 1955 Albolote sufrió un fuerte terremoto y la niña Aracely lo vivió alborotada en casa de una amiga. La
familia se desplazó a otro cortijo con empedrado y pasado romano ¡Una pasada! A Aracely
la llevaron a estudiar al cercano internado de las Carmelitas Vedrunas en un palacio de
los que ornan la ciudad jienense de Úbeda.
Aracely
dibujaba y pintaba muy bien, pero conocer la pintura del gran Pedro Bueno (1910
-1993) fue una revelación, una epifanía. Compartir con él tiempo, palabras,
consejos y mirada a la pintura en Villa del Río (Córdoba) fue el mejor
aprendizaje que pudo tener. Pedro Bueno era un solterón rarito, de carácter
atrabiliario, pero con un corazón tierno y sobre todo, con una paleta
prodigiosa. Con Aracely fue generoso a su modo, porque ella es una mujer dulce
y prudente, que dibujaba muy bien, además de guapa, aunque su abuelo la viera
más “graciosa que bonica”.
“Si no hablas, si sólo miras, puedes venir al taller
cuando quieras”, le dijo Pedro Bueno a Aracely, cuando ella contaba 18 años y
sabía de sus dotes para el dibujo. La autora no desperdició la ocasión y allí,
arrobada, iba a ver dibujar y pintar al cordobés, un artista de genio y
talento. Le vio pintar gitanillas y bodegones de brevas, limones, y/o melocotones
que recogía de su jardín. Nunca le enseñó nada con palabras, pero el silencio y
la mirada atenta sirvieron a la pintora para arrancar secretos y destrezas del
maestro. Pedro Bueno sabía que dejar mirar como pinta un artista era la mejor manera de
enseñarla. El maestro no guardaba ningún secreto para sí, como hacen otros autores.
En los 80 Aracely se instaló en Boadilla del Monte
(Madrid) y en los talleres del Centro Cultural del Ayuntamiento boadillense
recibió una valiosa educación artística interdisciplinar a base de dibujar
academias de bustos y estatuas clásicas; cerámica, esmaltes, grabado,
linóleo... Allí entró en contacto con nombres consagrados de la pintura como
Jaime de Jaraiz, que le animaba a exponer su pintura. Paco
Molina Montero también fue su maestro y estímulo.
La
llegada de Aracely Alarcón a Madrid fue triunfal. El periodista Antonio
Morales, su primo, dirigía la revista Correo
del Arte y la presentó en sus páginas. La pintura de la artista granadina
se reconoció muy pronto y un galerista sagaz como Sam Benadi la acogió y
promocionó por lo alto en su espacio galerístico de Madrid y Marbella. Y de aquí a Londres y Miami, ciudades en las que expuso con frecuencia Aracely. Lo vendía todo, porque su pintura de figuración abocetada y de
cromatismo refulgente gustaba a los coleccionistas.
La pintora vivió largo tiempo en Marbella, pero nunca dejó Madrid, donde ha vuelto a instalarse. Siempre cerca de Mayte Spínola y el Grupo pro Arte y Cultura, PAC – desde que la mecenas le comprara un cuadro en el taller- su obra ha estado presente en eventos artísticos de exposiciones o actos solidarios de las distintas causas que el Grupo PAC apoya. Aracely recuerda que Mayte le dijo cuando la conoció: “Si no tocas más ese cuadro, te lo compro”. Se lo vendió.
La pintora vivió largo tiempo en Marbella, pero nunca dejó Madrid, donde ha vuelto a instalarse. Siempre cerca de Mayte Spínola y el Grupo pro Arte y Cultura, PAC – desde que la mecenas le comprara un cuadro en el taller- su obra ha estado presente en eventos artísticos de exposiciones o actos solidarios de las distintas causas que el Grupo PAC apoya. Aracely recuerda que Mayte le dijo cuando la conoció: “Si no tocas más ese cuadro, te lo compro”. Se lo vendió.
Como
paisajista urbana Aracely es única. Sus vedutte
de Granada, Córdoba Sevilla, Toledo, Madrid o El Escorial son tan
atractivas, que se ha visto en la obligación de hacer numerosas variantes o
versiones para contentar a los coleccionistas. Sus Alhambras son únicas Sus marinas son también
notables.
Hoy
Aracely Alarcón investiga el mundo de la abstracción en su pintura, camino al
que parecía abocada desde su propia figuración, siempre abocetada, suelta y
deshecha. También investiga los efectos fragmentados de su pintura en el metacrilato. Es una mujer tan positiva, que siempre resulta grata su compañía.
Más información
www.aracelyalarcon.com
www.aracelyalarcon.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario