Julia Sáez-Angulo
Fotos:
Juan Carlos Giménez
24/08/18 .- MADRID .- Prepara una
gran exposición de sus últimas esculturas para un palacio /museo andaluz en Écija Sevilla). Una veintena de nuevas esculturas. Hace dos años lo hizo en el Ateneo de Madrid, donde las sesiones
poéticas se alternaban en el espacio compartido. La poesía impregna su obra que
abarca todos los materiales y técnicas: mármol, alabastro, bronce, plomo,
hierro, barro… Córdoba, la ciudad de Córdoba es su intenso objetivo próximo.
Después de años viviendo en la
sierra valenciana de Ahíllas, lindando con Teruel, Francisco Sáinz (Portugalete,
Vizcaya, 1964) está decidido a trasladarse a Córdoba donde parece haber
encontrado una acogida digna. Ha trabajado contento y feliz en la soledad de la
sierra valenciana durante algunos lustros, pero la geografía alta de montaña es ingrata e incomoda a la
hora de comunicarse. En invierno quedaba aislado y para que funcione el wi-fi
hay que subir cuatro km de altura o bajar cinco a la próxima localidad de Chelva. Llega un
momento que uno se harta de tantas promesas administrativas de eficacia. Los alcaldes y diputados del lugar no solucionan el tema. Si
quieren que España no se despueble de gente en el interior y en las zonas
rurales, que se le dote de comunicación digital y calidad de vida mínima a pueblos y
aldeas. Lo demás es pura promesa o lo que es lo mismo: bla-bla-bla.
Es un hombre de campo y aire libre. Las abejas -tiene dos colmenas cerca- no le pican; las avispas, tampoco, ni siquiera cuando las toca. "Creen que soy un árbol", explica. Las mariposas se posan alegremente sobre su cuerpo y no se van aunque se mueva, quizás por ello forman parte de su repertorio iconográfico. Conoce muy bien su simbolismo de esperanza y resurrección, por eso es capaz de colocarla llena de gozo y cromatismo, junto al drama de un pájaro negro muerto, que figura en su exposición de Écija.
Es un hombre de campo y aire libre. Las abejas -tiene dos colmenas cerca- no le pican; las avispas, tampoco, ni siquiera cuando las toca. "Creen que soy un árbol", explica. Las mariposas se posan alegremente sobre su cuerpo y no se van aunque se mueva, quizás por ello forman parte de su repertorio iconográfico. Conoce muy bien su simbolismo de esperanza y resurrección, por eso es capaz de colocarla llena de gozo y cromatismo, junto al drama de un pájaro negro muerto, que figura en su exposición de Écija.
Paco Sáinz es un tipo raro y
amoroso. Estudió Topografía y esto le sirvió tangencialmente en su destino de
mili con destino a Ceuta. Pese a su natural tranquilo, sin vocación militar ni
ardor castrense, le propusieron ser sargento, pero no aceptó porque estaba
deseoso de regresar a la península. Inexplicablemente el mando se le daba bien
y los soldados le apreciaban y obedecían. En Ceuta conoció a la que sería su
mujer y a la que prometió casarse el día 6 de no recuerdo qué mes y cumplió su
promesa, atravesando la península en autostop –los tiempos eran otros- porque
era un hombre de palabra.
De nuevo regreso a la península, trabajó en una editorial donde dirigió con entusiasmo el célebre Diccionario
Bio-bibliográfico Español en tres tomos. Entre tanto tuvo dos hijas guapas, y ahora bien situadas. La escultura
latía siempre en su cabeza y en sus manos con pequeños trabajos, pero al fin decidió dar el salto al vacío y consagrarse por entero al arte de la tercera
dimensión, investigando sin parar en ella.
Residió en Valencia capital y como
necesitaba un espacio grande para trabajar la piedra, el hierro y colocar un
horno para fundir el bronce, salió a la sierra de Ahíllas, donde las
circunstancia del terreno eran más razonable. Las inconveniencias de la mala
comunicación vinieron más tarde. Entre tanto la captación de otros amigos
artistas a la localidad de Ahillas dio su fruto. Vinieron de Valencia e incluso
de Inglaterra. Todos los años celebraban una convocatoria artística y los
medios informativos se han hecho eco de la misma. Pero todo tiene un límite. Hay un tiempo para todo, que dice el
Eclesiastés.
Paco Sáinz, como buen artista
consagrado, ha trabajado hasta dieciséis horas diarias esculpiendo o buscando
distintas pátinas en el bronce del horno. Se ha chamuscado o quemado en más de
una ocasión, pero el arte es exigente y la escultura de verdad, muy dura. Vale
la pena para quien cree en ella. Su escultura es figurativa, poética y a veces
crítica con la sociedad o la política. La naturaleza le inspira, pero también
los acontecimientos. El escultor sueña con instalarse en un palacio o espacio cordobés
y trabajar desde allí con otros medios. Confiemos que lo consiga, porque él y
su arte, lo merecen.
Más información
https://lamiradaactual.blogspot.com/2014/12/paco-sainz-pandora-y-ariadna-dos-mitos.html
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