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Pilar de Arístegui
Julia
Sáez-Angulo
15/11/18
.- MADRID .- Ella deshace el dicterio de que los diplomáticos no son tan
elegantes ni inteligentes como parecen, porque ella es bella, elegante e inteligente
como diplomática, aunque lo sea de modo colateral, puesto que es hija, esposa,
hermana y tía de diplomáticos. Además, quien la conoce sabe de su gran tarea difusora de la cultura española en
los ámbitos diplomáticos de más de diez países que ha recorrido como embajadora
consorte en su vida, junto a su esposo el desparecido embajador Carlos Abella,
autor del interesante libro El cautivo
del Papa.
Pilar de Arístegui Petit (Bruselas, Bélgica, 1954) tiene una dicción
tan perfecta de la lengua castellana que ya la quisieran para sí los
periodistas de la BBC cuando hablan la lengua de Shakespeare. Así lo pone de
manifiesto en la presentación de sus libros como el llevado a cabo en la
Fundación Ortega-Marañón de Madrid, con el título Laberinto de intrigas (editorial La Esfera de los Libros, 2018), sobre Doña Ana de Austria, reina de
Francia. Hugo O´Donnell, historiador y duque de Tetuán junto al psiquiatra
Enrique Rojas oficiaron la ceremonia de la presentación, presidida por el
académico Julio Iglesias.
La
introducción impecable corrió a cargo de la editora Carmen de Blas, que eligió
para la portada del libro un fragmento de cuadro de Rubens, con el oropel de un
vestido femenino de brocado con flores de lis, que muestra el oropel de una
Corte, sin mostrar la cabeza de la Dama. Toda una metáfora de la situación.
Entre
los asistentes al acto, una alteza real, Doña Ana de Orleans, diversas duquesas,
marquesas y condesas –seguro que también alguna baronesa-, además de sus
compañeras de baile (afición de la escritora), pueblo soberano y diversos plumillas como la que esto firma. Para
quien no lo sepa, lo de plumilla es
la denominación crítica con que nos obsequian los fotógrafos de prensa a sus colegas informativos.
La
reivindicación del papel de la mujer en la historia es uno de los cometidos que
se ha propuesto Pilar de Arístegui, como una labor de justicia, buena para las
féminas y también para los varones que han de saber con rigor, que la mujer
utilizó su inteligencia en el cordón umbilical de la humanidad.
Ana
de Austria, hija de Felipe III, esposa del alexistímico Luis XIII, madre de Luis XIV el Rey Sol, fue una buen
reina de Francia, que pasó lo suyo por tardar en ser madre, que llevo la
cultura española a esa Corte que iba hacia la gloria, como ella había conocido
con el Imperio Español y que transmitió a su hijo. La autora de Laberinto de intrigas lo narra muy bien
y expone la sutil y compleja relación de esta reina con el cardenal Mazarino,
que el duque de Tetual califica de amitié
amoureuse.
El
libro de Arístegui vale la pena leerse, porque es riguroso con los datos
históricos, por más que ponga sentimientos a los personajes, para dar en el
clavo de la novela histórica, en un momento que en hay super-explotación del
género histórico como señala el historiador Serafín Fanjul y que refleja el
interés de los lectores por la historia, pese a su casi ausencia en el
bachillerato.
Pilar
de Arístegui es también pintora y, además empezó más bien por aquí su vida de
creadora y exposición al público. Acabo de ver uno de sus cuadros en el
Castillo de Gmünd de la gran exposición que hizo el Grupo pro Arte y Cultura en
dicho monumento austríaco. Hay otros muchos cuadros de la pintora/escritora en
colecciones públicas y privadas. La autora escribió una novela histórica sobre
la escultora La Rondana, que cuenta
los avatares de esta castigada mujer.
Nos
gusta ver a Pilar de Arístegui en la Casa Museo El Romeral de Mayte Spínola,
porque ella siempre regala sonrisas y amable cortesía. Una gema entre las
mujeres creadoras de Arte.
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