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Julia Sáez-Angulo
17/11/18 .- MADRID . – De aspecto
menudo y discreto, Javier Portús, es un pozo de sabiduría sobre el Museo del
Prado; lo sabe todo de nuestra primera pinacoteca, amén de gliptoteca, por eso
es el comisario de la exposición conmemorativa del Bicentenario: “Museo del Prado
1819 – 2019. Un lugar de memoria”, que será inaugurada por los Reyes de España
el lunes, día 19 y permanecerá abierta hasta el próximo 10 de marzo.
Jefe
de conservación de Pintura Española (hasta 1700), Javier Portús Pérez (Madrid,
1961) hizo a los medios una presentación tan sabia, exhaustiva y prolongada
sobre el Museo del Prado y la exposición que comisaría, que mereció un aplauso
también prolongado en minutos. Con buen humor, el director del Museo del Prado
Miguel Falomir, dijo que por mucho que aplaudiéramos no íbamos a tener un bis.
La muestra es un viaje por la
historia del Museo del Prado, una pinacoteca que tiene el valor de “patria” al
decir del pintor Ramón Gaya, y es un museo de pintores al que acuden los
artistas para aprender como posa la pincelada de Velázquez, como Goya concibió
la pinturas negras o como El Bosco creó un mundo tan particular.
Han sido muchos los pintores que han
ido, visitado y repetido presencia en el Museo del Prado, con mención
particular de Pablo Picasso, que soñó estar en él con su obra, que fue nombrado
director del museo sin que tomara posesión del mismo en tiempos de guerra, pero
lo conocía bien y creó más de 50 cuadros en deconstruir y analizar a las Meninas de Velázquez. A Portús le
hubiera gustado mostrar el cuadro de Picasso “La dama azul” (1901) de Picasso,
junto al retrato de Doña Mariana de
Austria de Velázquez y el de María Luisa
de Parma de Goya, por su paralelismo de mujeres de amplio volumen y masa de
color, pero el primero está temporalmente en París. No importa. Lo que la
exposición “Museo del Prado 1819 – 2019. Un lugar de memoria” muestra vale la
pena una, dos y varias visitas, porque es una narración intensa y amena.
Los pintores sajones y franceses
como Sargent, Hamilton, Bacon, Delacroix, Courbet o Manet han visitado y
aprendido mucho del Museo del Prado. De los contemporáneos son legión los que
van aún a la gran catedral del arte en el paseo del Prado. A mí me consta cuanto
lo hacía el llorado Manolo Ortega y actualmente Alfonso Sebastián, que tiene la
facilidad de ser vecino y lo frecuenta, aunque a veces coja un globo por la
restauración, a su juicio inadecuada, del pelo del perro del Duque de Mantua,
en el cuadro de Tiziano.
Del Museo del Prado nunqvam satis. Es un gigante de
maravillosas escuelas artísticas, en primer lugar como es lógico, de la
española, aunque tenga lagunas en la holandesa. De él han escrito con rigor y
fervor numerosos escritores –directa o indirectamente- entre ellos Ramón Gaya,
María Zambrano, Manolo Arroyo, Buero Vallejo, Foucould… Bien pudiera hacerse un
prontuario de frases o afirmaciones elogiosas sobre esta partícula coagulante
de los españoles, que –de momento- hasta los políticos la respetan, después de
ponerse de acuerdo en su día hasta llamarlo “buque insignia”. Yo recuerdo una
afirmación del historiador Ricardo de la Cierva, cuando era ministro de
Cultura, cuando dijo que la Monarquía hispana podría justificarse simplemente
por las colecciones reales que se atesoran en el Museo del Prado.
Partícula coagulante de toda España
es el Museo del Prado. No hay mas que ver que todas las obras dispersas, 3000, de
nuestro primer museo en los diversos Museos de Bellas Artes de ls provincias españñolas,
algo que no se conoce tanto y no se dice, para no molestar quizás la
sensibilidad cicatera de los políticos locales. Ellos se lo pierden, porque el
Museo del Prado en una imagen de Marca (y no digamos de Marca España). Málaga,
La Coruña, Barcelona… son algunas de las ciudades más beneficiadas con obras
del Museo del Prado. También las embajadas, aún a riesgo de que a los países
les de un flush y se quemen algunos cuadros como para vergüenza de Portugal. En
la exposición de ahora luce la obra de El Greco, que habitualmente duerme en el
museo de Vilanova i la Geltú.
El arte que conserva el Museo del
Prado registra la mejor capacidad de mostrar todas las emociones de la
condición humana. La exposición “Museo del Prado 1819 – 2019. Un lugar de
memoria” nos retrata con el lenguaje
elocuente de las artes plásticas, que si no es tan inmediato como el oral, al
decir del crítico de arte Robert Hughes, sí lo son sus cargas de profundidad,
porque bien nutre la sensibilidad de las personas.
La exposición comisariada por Portús
termina con fotografías del público, que es el recipiendario principal del
Museo del Prado, porque si el arte no llega a los ciudadanos, los museos se
convierten en simples almacenes o contenedores de cuadros, esculturas y objetos
artísticos que devendrían en archiperres.
Carmen del Bicentenario. Museo del Prado
Carmen del Bicentenario. Museo del Prado
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