Julia Sáez-Angulo
7/12/18
.- MADRID .- El pequeño relato viene de lejos con su gran encanto en los
pliegues de la sugerencia. Cuentos del
Sobrau es el libro de Isabel Hernández Gil, que ha publicado la editorial
Liber Factory, con diversas imágenes, una veintena de fotos en color y blanco y
negro.
Relatos
que evocan la imaginación y fantasía que sugiere una estancia en lo alto de una
casa que se llama “el alto” en la Rioja, el sobrado, la buhardilla, el trastero
alto y que guarda cosas que nunca se tiraron , porque se estimaron de algún
valor, pero se arrumbaron, muchas veces en una estancia de olvidos, descubrimientos
y recuerdos para pequeños y mayores.
Autodidacta,
atenta a las letras de la lectura y la escritura, Isabel Hernández Gil
(Villanueva del Puente, Zamora, 1954), ha agrupado sus recuerdos, vivencias,
emociones y sensaciones en las historia cortas que acoge el libro como
ramillete de narraciones, que invitan, tanto a disfrutar su lectura como a
evocar y crear las propias en una analogía paralela.
Cuentos,
relatos… la vieja dicotomía entre unos y otros, que no es más que una
equivalencia semántica a gusto del consumidor. Casi medio centenar de
narraciones breves que la autor ha querido escribir para sujetar la memoria,
como una Sherezade de bolsillo. “A esas pequeñas cosas que colorean la vida”,
dice su dedicatoria inicial.
Una
vuelta a la infancia, esa patria inicial, firme y segura contra o frente al presente
y el futuro. Cuentos para “cuando el calor, el viento, el frío y la lluvia nos
meren en casa. Tiempo de cuentos para los que todavía no hemos perdido ese lado
infantil de cuando éramos niños y que a todos nos gusta recordar ahora, ahora
que realmente ya no volveremos a serlo”, escribe la autora en la introducción
al libro.
Cuentos
con sabor al pasado, a otro tiempo que cimentó el presente, a recuerdos rurales
que quedaron flotando en el aire, cuando la escritora viajó a Madrid, para
continuar su vida en un también ciudadano, lejos de la existencia rural, pero
con la llamada telúrica al origen. Cuentos con vocabulario rústico, obsoleto o
antiguo, que invitan a saborear esas palabras que enriquecen la lengua
castellana. Escenas de madres y abuelas con sus labores culinarias o textiles…
Vale
la pena leer Cuentos del Sobrau.
1 comentario:
Me gusta cómo cuentas mis "Cuentos del Sobrau"
Decirte que, el nombre del pueblo, no es Villanueva sino
Villabuena del Puente.
Tranquila, mucha gente comete ese mismo equívoco.
Agradezco mucho tu reseña.
Un saludo.
Publicar un comentario