por Scardanelli
6/3/19 .- Madrid .-El árbol es la vertical que nos da la medida
del hombre y del espíritu. Desde los clásicos es sabido que la escultura está
encerrada en el bloque de piedra o de madera, y solo hay que sacarla. Paz
Santos a golpe de gubia saca del tronco la vida que la naturaleza contiene,
considerando la proporción de la figura. Es en las piezas pequeñas donde mejor
vemos el desarrollo de la imaginería de esta escultora y donde refleja la
humanidad que aún le queda al ser humano, aunque cada vez ésta sea en menor
grado. En esta exposición Santos ha descarnado el árbol y eliminado las placas
escamosas de la corteza del plátano de sombra, manteniendo sus imágenes
naturales de gran fuerza expresiva, deja la albura y saca el corazón del árbol,
la médula del mismo, como señal del símbolo que representa.
Una vez más, en la obra de esta escultora, hay una denuncia
solapada, en esos rostros que aparecen cubiertos con las manos, que no quieren
ver la realidad que nos circunda. Así las figuras El Negociador, Las
seis y media, Pareja, y otras de igual porte actual, se contrarrestan
con las que muestran hasta la aceptación del sacrificio, como vemos en Todo
lo que tengo, a modo de peregrino en capitel, o el delicioso Nadador que
intenta salvarse sin brazos.
En la pieza Refugio de día el tronco esconde o
guarda un búho, magnífica pieza de cerámica de Buño, donde no solo ha logrado
captar el espíritu que simboliza este animal, paciencia y sabiduría, también
consigue una tonalidad equilibrada que le reviste de belleza. Pero hay más datos
en esta muestra que nos revelan la intención de la autora. De hecho no puede
renunciar al espíritu que anima y vivifica todo lo que alienta. Por ello
encierra la luz en El árbol de las Luciérnagas, en el corazón
del árbol hueco, pieza esta significativa, todo un arco iris de luz, que
también tiene su contraste con su lado de sombra en la concavidad, y la cara
externa, donde se manifiestan, en su naturaleza intacta, las penetrantes
lenguas en el mar de los deseos y en los sueños, que hay que buscar, a través
de la mirilla del tronco, en la cama minúscula, en cerámica blanca, como señal
de todos los posibles.
En la estupenda pieza Jardín Interior, semitronco
ahuecado, con el vientre inerte, hueco, vagina vacua, que incluye todo un mundo
de personajes, más de veinte piezas de cerámica, animales, hombres,
animales-hombres, hombres-animales, vigilantes, oteadores, amantes, etc. que
tal vez recuerden una vida pasada o se hayan escapado deEl jardín de las
delicias, sin olvidar sus sueños, sus pesadillas, sus deseos inconfesables.
De ahí la manifestación de ese vínculo con la naturaleza que busca la savia de
sus raíces antiguas, la comunicación con el entorno, con los otros sartreanos,
nosotros, sus semejantes, sus hermanos, una manera de tener un mundo mejor.
El fragmento de tronco, Aquí y Ahora, tiene un ojo
visionario por donde podemos observar, la falta de equilibrio que se muestra
con la silla inestable, y se reafirma con la horca de glicinia tejida,
esperando quien la ocupe. Nos convoca a una urgencia de acción conjunta, antes
de que sea demasiado tarde, por eso nos indica Ahora o Nunca.
Escena sin grafía, es un teatrillo con muro de rejas en el
escenario, que ejerce de prisión, al objeto de impedir que salga a escena el
humano que lo pretende, aclaración que incluye el propio título. Paz Santos, a
pesar de todo, no puede o no quiere renunciar a la esperanza, por eso deja una
puerta abierta con esa luna suspendida que incita a hacer posible lo imposible.
Ra Del Rey. ESPACIO PARA LAS ARTES.
Calle Reina 11 - 28004 Madrid
Horario de la galería:
Mañanas X-J-V-S de 12:00 a 14:00 h.
Tardes M-X-J-V de 18:00 a 21:00 h.
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