15/1/21.- Madrid
Era española, pero parecía francesa. Había residido largos años en Paris y conservaba el estilo de la capital del Sena a la hora de vestir. Para más inri hablaba el castellano con un arrastre insuperable de la erre francesa y añadía ciertas muletillas, dada su preferencia por los adverbios en mente, en especial por la locución “yo, francamente…”. El padre de Mademoiselle Torrent, la profesora, era español y su madre, gala, y, como ella misma explicaba, la lengua siempre es materna, por lo que la suya sería siempre el francés.
El francés era la lengua por excelencia del bachillerato en España durante los años 60 del siglo pasado y a ella me atuve, porque el inglés no había arrasado todavía en las aulas, como lo haría a partir de la década siguiente. Al llegar al quinto curso del antiguo bachillerato, estudiábamos Literatura Francesa. Mademoiselle Torrent quiso que compráramos la revista Marie Claire y tradujéramos algún artículo de ella, una vez a la semana, para atenernos a un francés más actual que el de los escritores clásicos. Las colegialas estábamos encantadas con aquella modernidad de una revista que hablaba de moda, belleza, joyas, cultura…
Pero he aquí, que un día la Madre Oñate abrió un ejemplar de Marie Claire y descubrió en la revista dos anuncios de sujetadores femeninos de encaje sobre cuerpos desnudos, que la dejaron atónita.
Con aquel ejemplar en la mano, la madre Oñate corrió al despacho de la Madre Prefecta y le comunicó el descubrimiento indecoroso llevado a cabo por su sagacidad. Mademoiselle Torrent fue apercibida por la Prefecta y cuando llegó a clase, visiblemente alterada, comenzó a decirnos con aflicción contenida:
Francamente, yo personalmente no creía que esta revista iba a ofender la sensibilidad del colegio, por lo que me permití recomendársela a ustedes -el usted era norma del colegio entre profesores y alumnas-, pero dado que así ha sido, encarecidamente yo les ruego personalmente que destruyan los ejemplares que obran en sus manos y volvamos a Rabelais, Molière y Rostand.
Nuestro silencio solidario la arropó
Las clases de francés ya no fueron lo mismo. Nunca olvidaré el estilo y la modernidad de Mademoiselle Torrent.
Julia Sáez Angulo
1 comentario:
No he podido evitar sonreir imaginando la escena. ¡Eran otros tiempos!
Buen relato, suerte en el concurso.
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