Julia Sáez-Angulo
Texto y fotos
3/1/25.- Madrid.- Lola Saelices y Antonio de Avila, artistas visuales y pareja en la vida, llevan dos lustros de Pintura y Docencia, por eso han celebrado su 10 aniversario en el espacio ARDEARTe, en el madrileño barrio de la Guindalera (c/ Ardemans, 24), para disfrutar con clientes, coleccionistas, artistas músicos, críticos de arte, amigos, familia… Fue una fiesta por todo lo alto en la que no faltó nadie.
Un aniversario que coincide con la compra del local -hasta ahora en alquiler- lo que les permite una mayor seguridad y holgura. “Hemos trabajado mucho, como hormiguitas”, dice Antonio de Ávila. Ser propietario es un punto, a la hora de regentar una galería de arte.
Para la expo de celebración, Antonio de Ávila presentó sus recientes acuarelas en gran formato, y Lola Saelices, su serie de mujeres, que ha tenido un gran reconocimiento por parte de los clientes. “Son cabezas femeninas de todo tipo, casi siempre con flores, como las mayas de Colmenar Viejo, pero unas son románticas, otras galácticas, otras… He participado con ellas en favor de AMASVE, dirigida por Leyre Navaridas, que ayuda a las mujeres a no tener que abortar".
Antonio señala que lo suyo es fundamentalmente el paisaje y las flores. Lola muestra que tiene varios registros, en los que investiga a fondo y logra aceptables resultados. Con los restos cromáticos de las paletas, propia y de alumnos, indaga en “el mundo mágico de la mancha” y se deja llevar por ella. De modo automático salen ángeles, hadas, toreros, samuráis, mujeres de pasarela… figuras casi abstractas. Yo misma me asombro de lo que encuentro”.
Su tercer registro, tras las “Mujeres” y “Manchas”, es el de los “reciclados gestuales”, para poner orden en el caos de la Naturaleza, con personajes diminutos y simbólicos. Casi pintura narrativa en pequeños cuadrados, que conforman un políptico. Utiliza siempre un buen papel, de grabado, como soporte.
Cuando echan la vista atrás, Antonio y Lola recuerdan los comienzos, siempre duros e inciertos ante la aventura, el cierre por la pandemia y el lento despertar, la espera de alumnos… pero "ha valido la pena. El proyecto ha salido adelante". Están contentos. “Sabemos en qué liga jugamos”, dice el pintor, con realismo. Aseguran, por experiencia, que, "el mejor vendedor es el escaparate".
Docencia: tres días a la semana
Ejercen la docencia solo tres días a la semana, y “contamos con otros cuatro para pintar a solas”. La docencia la disfrutan también, explica Lola. “es un intercambio satisfactorio para enseñar y aprender al mismo tiempo, porque exige estar atento a los procesos y obliga a investigar más allá de lo establecido”.
Lola se explaya en los métodos y consejos que da a los alumnos. “La creatividad es muy personal y hay que ayudar a que salga a flote, según lo que busca cada uno: desde la soltura en la forma al hiperrealismo. Les puedes abrir horizontes, y animarles a dibujar, porque -a veces se resisten- es clave para la composición. No todo vale. Tienen que aprender a construir, para luego deconstruir, cada cual a su ritmo y manera. A veces, les digo: ‘si te pierdes, agárrate a lo aprendido’.
Ambos pintores presumen de la fidelidad de sus clientes, coleccionistas y alumnos -el 70% mujeres. Tenemos clientes del barrio y de fuera del mismo. Una vez llegó uno y nos dijo, que había venido a nosotros, porque éramos los primeros en abrir, a las 10,30, frente a la mayoría que abre a las 11. Se dio una vuelta por otras galerías y acabó volviendo y nos compró cuatro cuadros".
Desde la pandemia del covid-19, hacen menos exposiciones temporales y se dedican más a comercializar su propia obra. “Es curioso, como a cada coleccionista le gusta uno u otro artista. Se ve que la sensibilidad le va en la misma dirección. Hubo uno que nos compró varios cuadros y me dijo: “Lo siento Antonio, pero son todos de Lola, porque son los que me gustan”. Otras veces sucede lo contrario.
Antonio y Lola; Lola y Antonio están seguros de que ellos ofrecen calidad en su pintura y los clientes lo aprecian de una manera u otra, según la preparación o exigencia artística que tengan. No en balde, los dos artistas han ganados diversos premios en concursos al aire libre o de pintura seca. Antonio ganó el premio del Ejército del Aire, y Lola el del Ejército de Tierra. De su vida en los concursos tienen decenas de anécdotas para contar, desde que no les devolvieron los cuadros, porque fueron una semana más tarde del plazo previsto a recogerlos, dado que estaban fuera por vacaciones, a las trapisondas descaradas y descubiertas, por medio del teléfono móvil entre el presidente de un jurado y el ganador definitivo, cuando el cuadro de Lola ya estaba apartado para el premio.
El futuro de su pintura y el proyecto de Espacio ARDARTe, lo contemplan con calma y serenidad. “Hemos trabajado mucho y hay que ralentizar el ritmo, porque no pensamos en jubilarnos. La Pintura es nuestra vida”. Y la familia también: ellos hablan de cuidar a la abuela durante los fines de semana, alternando con la hermana de Antonio, y hablan también de los dos nietos, hijos del pintor Albano Hernández. El Arte y la Vida.
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1 comentario:
Isabel Campoamor : Menuda historia Julia!
Feliz Roscon!
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