Julia Sáez-Angulo
Fotos: Carmen y Cuqui Valero
1/9/25 .- Puenteviejo.- España ha sido históricamente conocida como "tierra de garbanzos", aunque hoy su cultivo ha fluctuado, y se importan muchos de ellos. Los famosos de esta zona abulense son los garbanzos pedrosillanos, de Pedrosillo, que compiten con los de Fuentesaúco (Salamanca). Las tierras volcánicas y arcillosas, otorgan al garbanzo español una textura, sabor y cremosidad únicos.
El pueblo abulense de Labajos, a seis km de Puenteviejo, concentra la atención de la “Feria del garbanzo”, que va por su VI edición, y se celebra a primeros de octubre, con un gran Cocido Popular con Garbanzos de Labajos (a 4 km de Puenteviejo) para todo el mundo, y la entrega de un Garbanzo de Oro a un personaje que lo merezca.
Cuqui Valero, por su parte, nos ofrece una sopa de cocido, en plan menestral, con algunos garbanzos dentro, que nos entona y sabe a gloria en estas noches ya frescas de final de verano en Puenteviejo. Como cada día es más vegetariana, nos prepara también una sabrosa coliflor con aceite de oliva y pimentón que nos chupamos los dedos.
Pero no solo de pan vive el hombre -advierte el Evangelio-, así que Puenteviejo es también fuente de amigos de las hermanas Valero Espinosa. Uno de ellos tiene problemas en un brazo y una mano por una caída tras un resbalón doméstico; Cuqui se apresuró a ofrecerle la aplicación de agua de Lourdes, que ella conserva sin corromperse, desde hace 15 años. La aplica con sus manos a los enfermos y logra curaciones increíbles, según nos explica. Yo la oigo con respeto y contemplo la escena de la aplicación de manos sobre el amigo, “que no es curanderismo en absoluto”, según subraya Cuqui.
Hemos visitado a los amigos Marisa y Siso en Villacastín, dos nonagenarios que han celebrado sus bodas de platino. Nos han recibido en el salón isabelino de su casa, presidido por los antepasados decimonónicos en los cuadros que cuelgan de las paredes. Cuqui Valero ha restaurado el de Doña Dolores Urruti, una mujer de rictus poderoso, que preside el fondo del salón. Nos sirvieron un rico aperitivo con vino portugués del Alentejo. Hablamos de todo. Salió la inevitable guerra civil de 1936, al narrar que Marisa y sus cuatro hermanos quedaron huérfanos, siendo muy niños. A su padre le descerrajaron un tiro en la checa de Bellas Artes de Madrid, por recoger del suelo un crucifijo que iban a pisar. Tremendo. Cambiamos de tercio, para evitar dolor.
Fuimos al mercadillo de Villacastín. Carmen Valero saludó con efusión a sus amigos los gitanos. Uno de ellos, Emilio Castell la quiere mucho, porque la recuerda de los tiempos jóvenes en el Pozo del Tío Raimundo, cuando ella construía casas para los necesitados, junto al jesuita Padre Llanos, y él estaba junto a Los Chichos, conjunto musical en ciernes, que llegaría a triunfar. Cada cual ha seguido su camino; el afecto y el respeto entre ellos sigue adelante. Ambos hablan de nombres, familia y tribus, que a mí se me escapan.
Puenteviejo es memoria de infancia para las hermanas Valero Espinosa, y una de sus historias es la del chofer de un castillo cercano, en La Almarza, que se enamoró de Carmen (Tita para la familia) y la llevaba a todas partes, sobre todo a las fiestas de los pueblos, en el Cadillac del señorito, y no solo a ella, sino a las hermanas y las amigas, que conminaron a Carmen para que se dejara querer y no perder los servicios del mecánico. El chofer tenía buen ver y tener coche en los años 60 era un punto o dos, en favor de los chicos.
Otro de los recuerdos de familia, son las veces que la madre de las Valero Espinosa recitaba una poesía familiar y casera:
EL JARDÍN
El jardín de mi casa es un edén,
donde veo maravillas por doquier.
Árboles y más árboles pueblan en tropel,
el recinto de mis amores, que mi jardín es.
Ya los pinos silenciosos
o los chopos rumorosos
o los sauces quejumbrosos,
pueblan el concierto armonioso,
de este paraíso hermoso,
que mi jardín es
Todos los días desayunamos,
comemos y cenamos en el jardín,
en la mesa redonda de piedra que yo puse allí.
Todos unidos al aro sin fin:
padres, hijos, nietos, ¡felicidad!
¡Esto es vivir!
Sofía Espinosa y Sebastián
Con los amigos de Villacastín
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