L.M.A.
Los artistas Ángel Raposo y Rosa Álamo exponen sus obras en las Salas de Caballerizas del Torreón de Lozoya en Segovia; ambos artistas están vinculados a la citada capital castellana. Una muestra que lleva el título “Tiempos de Taller”.
Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA, ha escrito en el catálogo sobre la obra de Raposo: “La rigurosa imitación de la mínima particularidad debe ser la aspiración del arte, pero la rigurosa y también esclava imitación de la naturaleza son propias del arte malogrado... la tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedras y los árboles, sino que es su alma y su sentimiento lo que ha de reflejarse”, señala el alemán Caspar David Friedrich.
Ángel Raposo contempla la naturaleza y elige con su retina el paisaje que desea trasvasar a la pintura. Sabe que el arte va a hacerlo más permanente en el tiempo, ya que en la esencia de la naturaleza está su carácter mutable.
Cada cuadro es la resolución de un problema planteado por el propio autor, el desarrollo sucesivo de planos para ofrecernos una visión del tema de cerca y de lejos, de perspectiva y de atmósfera. Paisajes rurales o urbanos, lo definitivo es la pintura, su planteamiento y resolución formal, que él aborda con magisterio.
La paleta del artista es abierta y generosa: verdes, rojos, azules, amarillos, blancos... los colores aluden a la representación de los distintos estamentos del paisaje, suelo, motivo y celaje. Tres franjas de múltiples matices. Una combinación sabia que gradúa las horas de la luz, desde el alba neblinosa al nocturno, en el juego del arte. Ángel Raposo atrapa con acierto, en su pintura, los registros infinitos del color.
Rosa Álamo: Geometría constructiva en las construcciones
Sobre Rosa Álamo, Sáez-Angulo ha dicho: “La geometría sostiene siempre la composición de un cuadro y, cuando ella se adueña del motivo, la visión de la pintura se hace lineal y constructiva, aunque no se caiga en la llamada geometría de borde duro.
Rosa Álamo, artista repetidamente galardonada en becas y concursos, ha elegido, por una parte, la construcción como concepto primordial en su pintura, algo que ,de modo irrevocable, la lleva a esa observación minuciosa de las formas geométricas repetidas en los rascacielos o torres de ventanas infinitas. La repetición como cadencia expresiva.
Por otra parte, están sus caminos inquietantes, a veces desazonadores que se pierden en el horizonte y que guardan cierto parentesco con las líneas de las xilografías o las líneas de Edward Munch.
Dos temas, dos series, dos conceptos, en los que la pintora explaya su dominio del dibujo y su apetencia por el color resuelto en rojos, naranjas y verdi-azules para definir las formas que divisa la mirada.
Una pintura cargada de intención y de profesionalidad. Composiciones en las que el dibujo y el cromatismo se sustentan sobre el lienzo, bajo la dirección de una mente creadora, de una pintora que sabe lo que quiere y cómo hacerlo para el arte.
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