“Vivir es fácil”
Antología poética
Gabriel Celaya
Selección: Felipe Juaristi
Ilustraciones: Rebeca Luciani
Editorial Edelvives
Julia Sáez-Angulo
Fue un poeta reivindicativo y social. Gabriel Celaya (Hernani, Guipúzcoa, 1911 - Madrid, 1991) es autor prolífico de un centenar de obras entre poesía, teatro y ensayo. Durante la resistencia al franquismo, se le aplaudió como al gran vate. Al final de sus días vendió su biblioteca al Estado por trece millones de pesetas que consumió en poco tiempo y al su compañera Amparo Gastón y él volvieron a reclamar ayuda institucional. “Vivir es fácil” es la antología de poemas publicada por Edelvives.
La selección de poemas del libro, editado en pasta dura, ha corrido a cargo del también poeta Felipe Juaristi (Aizkoitia, 1957), que ha ordenado los versos en cinco campos temáticos: Canciones y Cantares; El hombre; La tierra; La vida, y El mar. Las ilustraciones de Rebeca Luciani (La Plata, Argentina, 1976) son de una gran simplicidad y acierto.
Juaristi comienza su introducción diciendo que Celaya fue el poeta que supo cantar al País Vasco (¿?) desde la lengua castellana. Celaya es ciertamente un poeta universal, que también supo hablar de su nacimiento y raíces. “Fue una persona que rebuscó en las honduras de la realidad para sacar, a la luz y al aire, aquello que podía definirla. Miraba a los poetas del Sur, de verbo fácil y dulce, de andar cadente y melodioso. Desconfiaba; pensaba que la facilidad de palabra y retórica fluida, el verso ligero, son instrumentos de huida y no de acercamiento y aproximación al objeto poético, para entenderlo y tomarlo, aunque sea de préstamo”, se dice en la introducción.
Cantar como esencia del ser
Entre los libros de Celaya destacan: Marea del silencio (1935); La soledad cerrada (1947); Movimientos elementales (1947); Tranquilamente hablando (1947) (firmado como Juan de Leceta); Las cosas como son (1949) Las cartas boca arriba (1951) ; Lo demás es silencio (1952) ; Cantos Íberos (1955) ; Campos semánticos (1971) e Itinerario poética (1973).
“Tarde malva y oro/ bajo el cielo blanco. / Por el pinar/ se ha ido cantando”, dice la primera estrofa de uno de los poemas de Celaya seleccionados. Continua: “¡Qué soledad! ¡Oh, qué altura/ sobre el ancho campo!/ Por el pinar vuela un pájaro. / La tercera y última estrofa dice: Tarde, tarde temprana, tarde de mayo. Por el pinar/ vuelve llorando”.
Para Celaya cantar y hacer poesía es lo mismo “el primer actor del ser”, señala la introducción. Cantar “es como tocar el timbre de la puerta de la existencia y luego adentrarse a través de un laberinto poblado de risas y llantos. El camino siempre es largo desde la melodía, pero amistoso”.
Celaya es mucho más que el simple representante de la poesía social de posguerra. Fue un poeta ambicioso y saboreador de la vida.
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