martes, 13 de septiembre de 2011

“Creo en África”, Fallido proyecto de Desarrollo o de cómo viajar gratis a Malabo




L.M.A.


              13.09.11. .- Madrid En el Círculo de Bellas Artes se hizo la presentación de la primera edición de que tuvo lugar en enero de este año en Malabo (Guinea Ecuatorial), durante ocho días.
En la mesa estaban presentes los dos artistas que llevaron a cabo el taller, Juan Zamora y Tanit Plana -ambos excelentes fotógrafos con curricula importante- y la realizadora Carla Alonso, que se encargó de documentar en un excelente video el desarrollo del mismo. Debo apuntar que Carla Alonso es una extraordinaria artista y, en este caso, ha realizado una maravilla, dada la poquísima e ínfima información que podía mostrar.

Los intervinientes dijeron unas palabras introductorias alabándose mutuamente por los trabajos que vienen realizando La Fábrica, el AECID y Casa África. Ricardo Martínez, director de Casa África acaba de incorporarse al proyecto . El representante de La Fábrica se refirió en general a los proyectos que tengan valor para la sociedad en su cooperación al desarrollo y que con este proyecto buscan unir a los que crean en África y vivan en África con los españoles que crean en África, hacer un intercambio entre ellos o que se unan para realizar proyectos artísticos (¿?.

Hasta ese momento la temática era general o sea que se esperaba con impaciencia el documental, aunque sí escuchamos al director de Cultura del AECID con sus agradecimientos al Círculo, a La Fábrica, como una de las empresas más fuertes de gestión cultural en España, por la propuesta de este proyecto que entra dentro de la tarea general de Cooperación para el Desarrollo hacia el conocimiento de África. Agrega que se realiza el proyecto en el África subsahariana por ser el lugar donde hay dos centros culturales españoles que están realizando una magnífica labor, de lo que no me cabe duda porque es conocida la de muchos centros culturales españoles que funcionan con energía y profesionalidad. También tuvo palabras de agradecimiento para los artistas que fueron a Guinea Ecuatorial por su coraje y por tener la fuerza y la valentía de hacerlo.

La expectativa para ver el proyecto se hacía insoportable. Por fin, bajan las luces y comienza el documental:

Buena presentación, lo mismo la música, pero el contenido y el objetivo, decepcionantes o mejor dicho sin aclarar. Conté cuatro alumnos africanos en total con cara de “¿qué me están contado ustedes que no me interesa nada?”

En palabras del fotógrafo Juan Zamora, tenía que enseñar con elementos muy simples con los que pudieran contar los guineanos, por ejemplo un lápiz, un papel, o una botella, se podían hacer cosas. Comenzó con dibujos, uno de los temas a desarrollar era el agua que como bien se sabe es escaso en África. Todo lo que dibujaban (o lo poco que se mostró) es el agua como la conocen ellos en su ciudad: en botellas, en cántaros, en recipientes.

Hubo tomas muy rápidas de algunos dibujos pero luego una sesión alargada y repetida a lo largo del documental de una botella de agua de la que le tomaban fotos mientras la iban corriendo de lugar, para demostrar el movimiento, si se pasaban las fotos rápidamente. Lo mismo con dibujitos a los que les cambiaban algunos elementos de lugar y que pasados rápidamente creaban movimiento. Mucha tomas de lo mismo, con los mismos personajes y los mismos lugares.

El otro tema a cargo de la segunda fotógrafa Tania, era el dinero, Dinero en su concepto genérico y luego el concepto de de dónde viene, cómo pasa por ellos y adónde se va. Conciencia que todo al final es dinero. Uno de los ejercicios era que crearan y dibujaran una moneda ficticia. Parece ser que en los dibujos se podía captar sus necesidades (¿psicologismo elemental?). Algunas tomas de una alumna sacando fotos a los precios en una tienda de ropa interior. También visitaron un colegio y les hicieron hacer algo que no se pudo ver claramente los resultados de lo que se pedía.

¡Los africanos pedían Tecnología!

En palabras de Juan Zamora, los alumnos pedían tecnología (tecnología, no lápices) y que les enseñaran aspectos digitales para poder ellos conseguir trabajo, pero tienen tan poco medios que pedían más. Le llamó la atención las grandes ganas que tienen de aprender para poder trabajar y realizarse en sus proyectos con métodos actuales de computadoras. Les ha prometido que intentará enviarles todo lo que pueda para poder cumplir sus necesidades, aunque sean las más básicas en este área
En palabras de Nerea, directora de Proyectos de la Fábrica, en realidad fueron “sin saber lo que se iban a encontrar allí” (¡?) . Hace pensar que cuando se hace un proyecto se debería saber al menos que es lo que más necesitan los africanos, salvo que la mirada esté solamente puesta en los artistas españoles para que adquieran experiencias y conocimientos. La directora hizo una presentación caótica y patética.

Sus palabras fueron reveladoras en el sentido que se ha ido a “una aventura en la que no sabían lo que se iban a encontrar, todo eran sensaciones nuevas, colores, olores…hasta la moneda no la conocían”. Suerte que hablan español una gran mayoría, añadió. Tuvo palabras de agradecimiento para el Centro Cultural Español, que sin su ayuda les hubiera sido muy difícil desarrollar su actividad.

Dieron que pensar las palabras de una alumna que con la simpatía y sonrisa típicas de la gente del lugar, dijo que ella quería ser la mejor, que quería ser alguien, que ella iba a ser, según su abuela, una persona muy importante. No pudimos escuchar la opinión de los otros alumnos restantes.

Salimos con la sensación de que en algunas ocasiones como en éstas, se cree que los africanos se conforman con cualquier cosa porque son tercer mundistas y sirven para que algunos se pongan las medallas como los grandes contribuyentes a la cultura y el desarrollo de los países deprimidos y se gasten importantes sumas de dinero en viajes, estancias y supuestos proyectos de desarrollo que en nada revierten a los supuestamente beneficiados…

Señores, gasten su dinero enseñando lo que ellos, los africanos, realmente necesitan y déjense de fotos y documentales, por bien hechos que estén, para dar paso al verdadero desarrollo de los pueblos que lo necesitan. Muchos de los oyentes sentimos vergüenza ajena y indignación propia

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