MACRO Y MAXXI, DOS
CENTROS DE ARTE CONTEMPORÁNEO EN ROMA
Julia Sáez-Angulo
Casi
nadie viaja a Roma para contemplar arte contemporáneo, pero la ciudad cuenta
con dos centros en los que se pueden ver obras de la creatividad plástica
actual como son el MACRO y el MAXXI, ambos situados fuera del centro histórico
de la capital donde reinan el arte clásico y el cristiano. No en balde, Italia
ha dado movimientos de interés como fue el futurismo, con Marinetti como
teórico, en el arte moderno, y el arte povera, en contemporáneo.
En
cuanto a la arquitectura contemporánea, Roma ofrece igualmente actuaciones de
interés, no sólo de nueva planta sino en actuaciones puntuales de viejos
edificios, como el Acuario romano, el Teatro India, el Puente Cavalcaferrovia
Ostiense, la Facultad de Economía Federico Caffè o el Palacio de Congresos Teatro
Libera.
El
MACRO, Museo de Arte Contemporáneo de Roma, está situado en la antigua fábrica
de cerveza italiana Peroni. Con diez mil metros cuadrados, aspira a albergar la
creatividad artística de nuestros días en la ciudad de Roma. La nueva situación
fue diseñada por la arquitecta francesa Odile Decq, con espacios irregulares
diseñados a base de acero y cristal.
Dos grandes audiovisuales, en un tono insoportablemente alto, dominaban la planta baja, junto a las obras de Marcelo Maloberti, John Stezaker, Olav Nicolai, Mario García Torres, Amalia Pica y un homenaje a Vettor Pisani. El MACRO aspira también a presentar las obras de arte contemporáneo de los coleccionistas romanos.
El
MAXXI, Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI, alberga dos museos: el de la
arquitectura y el de arte contemporáneo. Veintinueve mil metros cuadrados, y un
espacio construido por la aplaudida arquitecta iraní Zaha Hadid, e inaugurado
en 2010, el museo funciona como un laboratorio de innovaciones y
experimentaciones, cuyos resultados están todavía por ver. Exposiciones, instalaciones,
performances y talleres se dan cita en el MAXXI, si bien, al igual que en el
MACRO, es el vacío del espacio el que reina sobre el propio arte móvil y sobre
la presencia de visitantes. Cierto que le falta rodaje, pero en una primera
impresión habla de frialdad, distancia y ausencia.
En
el MAXXI puede verse una obra de la colombiana Doris Salcedo, titulada “Plegaria
muda”, presente hasta el 24 de junio. Una obra donde el discurso teórico sobre
su viaje a Los Ángeles, es clave imprescindible para acercarse y entender su
materialidad.
Tanto
un museo como otro –como tantos otros- las grandes escaleras al aire son las
que, como dibujos en el aire, articulan el espacio de forma generosa y “desaprovechada”.
Un derroche, donde el continente acaba por devorar el contenido, que acaba
siendo minimizado, por arquitectos que no aspiran a pasar desapercibidos con su
arte de función y no de protagonismo.
Museos
con afán de protagonismo arquitectónico –nostalgias de los Guggenheim- con
espíritu de “kuntshalle”, de arte contemporáneo actual y puntual que se renuevan
en cada muestra, lo que les otorga variedad pero no consistencia. Arte que
produce con frecuencia más zozobra que iluminación interior. Una cierta melancolía.
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