martes, 31 de julio de 2012



Ignacio del Río pinta una serie sobre Ciclistas y prepara sus Memorias


Ignacio del Río



Julia Sáez- Angulo


         Le gusta viajar a Madrid, ciudad en la que residió durante cinco años y dejó buenos recuerdos y amigos. El pintor Ignacio del Río (Burgos, 1936), trabajador empedernido, acaba de terminar dos series, una sobre “Ciclistas” y otra sobre “Flores” que han sido dos pretextos para plasmar a gusto el ritmo y el color respectivamente. También ha terminado un gran cuadro titulado “Composición en la oscuridad” de 200 x 200 cm. del que se siente muy satisfecho. Avanza como una primicia que va a recopilar sus memorias de pintor viajero.

         Nuestra cita es en Casa Mingo para disfrutar de una buena sidra asturiana y queso de Cabrales, junto a la ermita de san Antonio de la Florida, de donde llegan los buenos efluvios de los frescos de Francisco de Goya y Lucientes. Del Río confiesa que trabaja mucho y de modo intenso: “A veces hago retratos en una sesión de dos horas sin pestañear, dejándome ir de la mano sola como si  yo no supiera pintar”. Una mano que sigue las órdenes de su cerebro artístico.

            Recuerda a sus amigos Eduardo y Esteban Vicente, dos pintores hermanos de muy distinto lenguaje. Ignacio del Río fue mas amigo de Eduardo y lamenta su muerte "ocho días muerto solo en su casa hasta que el tufo denunció la situación", explica.


Modelos ocasionales y singulares

Le gusta elegir modelos, si no marginales, al menos poco convencionales que le llaman la atención en el bar, la calle o el café. Ha retratado a “El Notario”, un personaje que recorre las calles de Burgos con su abrigo oscuro o “La Percha”, una mujer esbelta que viste con ciertos toques de extravagancia. En otra ocasión invitó a posar a un hombre obeso que ocupa toda la superficie de un gran formato.  El pintor burgalés tiene dotes de convicción para que los personajes posen para él de manera altruista.

          La serie de “Ciclistas” refleja el “mundo rítmico y temperamental de los profesionales de este deporte”. Más de una veintena de cuadros en los que se aprecian movimientos y situaciones del ciclismo que dan lugar a imágenes muy diferentes. De la serie, que sigue inédita ante el público, dice que ha “disfrutado mucho haciéndola”. Lo mismo que con la de “Flores”, porque ha sido un desparrame de formas y de color como ofrece la naturaleza, sin atenerse a la literalidad de aquella.

          Ignacio del Río practicó la abstracción pictórica en su juventud, pero la Naturaleza y el reto de las formas le seguían llamando. En definitiva, para él lo que cuenta es la pintura y su factura bien hecha; lo de la abstracción o la figuración es secundario. No le interesa el realismo sino la figura que emerge y resplandece en las pinceladas de un buen cuadro.

          “El tema es lo de menos para pintar aunque a veces es el móvil”. Del Río ha hecho también tauromaquias, que en su día expuso en la galería Orfila de Madrid o “Marinas” al pastel –pigmento y una técnica que le interesan mucho--.que expuso en su ciudad natal.

         Recientemente ha pintado “Composición en la oscuridad”, un cuadro de gran formato (200 x 200 cm.) que representa un nocturno misterioso con una especie de extraña ciudad de la que emerge de pronto una luna. La resolución formal bascula entre la figuración y la abstracción.




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