Exposición
de piezas de 420 Cartier en el museo de la Fundación Thyssen-Bornemisza
Julia
Sáez-Angulo
22.10,12.- Madrid.- Sorprende que un museo de prestigio como el de la Fundación Thyssen-Bornemisza
y una firma de alta gama en joyería como Cartier no hayan optado por un
comisario experto en joyería, español, francés o internacional, para comisariar
la exposición que tiene lugar en el museo de la Fundación Thyssen en Madrid.
¿Protagonismo, economía o no acuerdo con un historiador experto?
Guillermo Solana, comisario y director artístico de las colecciones del Thyssen
confesó en la presentación de la muestra (se hurtó la rueda de prensa a los
periodistas), que cuando empezó a preparar la exposición no tenía ni idea de
joyas, ni siquiera sabía que los diamantes se engarzaban. Ha ido aprendiendo
durante los dos años de curaduría, algo que choca, ya que según el representante
de Cartier la exposición es ambiciosa y se ha pensado para la mirada de los
expertos.
Al comisario le asisten Paula Luengo, coordinadora de Exposiciones del Museo
Thyssen-Bornemisza y Jorge Varela, diseñador. Dicho esto cabe decir que la
selección de las 420 piezas de Cartier, entre joyas de todo tipo, tabaqueras,
frascos de perfume, relojes y otros objetos, se muestran en un montaje
espectacular que convierten al museo en un joyero de urnas blindadas.
Préstamos de
la Casa Real Española y de Mónaco
La Casa Real española ha prestado la gran tiara de la Reina Victoria Eugenia
hecha por Cartier, firma proveedora de la Real Casa, por aquiescencia del rey
Alfonso XIII. A ella se suman, en la misma urna de cristal, algunas piezas como
un pequeño reloj, con la bandera de España o un colgante de espejo,
pertenecientes a S.A.R. la Infanta doña Pilar de Borbón. Esta vitrina queda
algo escorada y quizás hubiera merecido un lugar más destacado en medio de las
otras tiaras pertenecientes a casas reales o principescas, entre ellas las de
Mónaco o Bélgica.
La muestra recorre el camino de la firma de joyeros franceses desde su
fundación en París en 1847 a nuestros días y se caracteriza por una
versatilidad que va desde el clasicismo de los comienzos a nuestros días.
Toda una sucesión de metamorfosis o estilos que han tenido su máximo esplendor
en la época del art decó y que ha tocado Oriente de distintas
sugerencias, como Japón, China y sobre todo la India.
En total un recorrido de 165 años de creatividad que nos llevan a por una
sucesión de formas y materiales, de piedras preciosas o nobles, que marcan
también el gusto de la aristocracia, la burguesía o las estrellas del
celuloide, acorde con los signos de los tiempos. Hay numerosas piezas que son
encargo de reinas o actrices femme
fatal como María Félix.
Hay piezas para todos los gustos y cada espectador podrá detenerse ante la
suya. Soberbio el broche flamenco (1940) de la duquesa de Windsor, que sirve de
portada y cartel de la exposición, la tiara Kokosnik (1911), el colgante estilo
egipcio (1920), el broche tigre(1929) o la diadema Riceau (1910).
Solana agradeció especialmente (esta vez no fue prolongado en agradecimientos
como la vez anterior) a la baronesa Carmen Thyssen y a Somoneta Gómez-Acebo de
Cartier España por su especial colaboración. La baronesa habló del diamante de
108 kilates que su marido el barón Henri Thyssen-Bornemisza adquirió de Cartier
para Denisse, una de sus esposas anteriores y que no se muestra.
La exposición ha sido patrocinada por Telefónica. Caja Madrid, por mor de las
circunstancias, ha desaparecido de la unión con la Fundación Thyssen, lo que
evitará el incómodo desplazamiento obligado a las dos sedes de ambas entidades.
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