L.M.A.
La
pintora chilena residente en Madrid Macarena Candrián ha inaugurado su
exposición de pinturas en las salas de exposiciones del el Taller del Prado de
Madrid, dirigido por Francisco Molina y situado en plena Gran vía.
La
crítica de arte, Julia Sáez-Angulo, miembro de la Asociación Internacional de
Críticos de Arte presenta el catálogo de la pintora y dice:
“En
pintura es importante el punto de mira. Madrid es una ciudad de balcones, así
como Roma lo es de ventanales. Macarena Candrián -chilena residente en la
capital de España- se asomó un día desde las alturas, casi azoteas, a la
célebre Gran Vía madrileña y quedó fascinada, arrebatada en la contemplación.
Su mirada de pintora quedó absorta ante la convergencia de formas y volúmenes que
aparecían sin solución de continuidad. Una epifanía urbana que se iba a
transmutar en arte.
Ante aquella visión espacial
de fachadas, arcos, torretas, pináculos y cúpulas, su mano de artista comenzó a
dibujar, a trabajar con el pigmento y el color, a manipular los materiales para
enriquecer el soporte del lienzo o la tabla con variados collages de
periódicos, fotografías o papel de embalaje… Todo iba cobrando relieve
artístico. La Gran Vía de Madrid
cobró forma en una serie pictórica.
Una Gran Vía particular, onírica, a veces casi espectral, pero siempre
contemplada con las pupilas entusiasmadas de la pintora que trabaja para la
figuración del cuadro, sin prescindir de lo real, pero remontando la visión somera
con el propio lenguaje plástico. Una Gran
Vía que la autora lleva también a la estampación del grabado.
Junto
a los paisajes urbanos de la Gran Vía,
aparece la cercana Puerta del Sol,
con la exhibición publicitaria de Tío Pepe, icono referido en su obra por los
vanguardistas de primeros del XX. Todo un guiño cómplice a los maestros del
arte moderno. No muy lejos –geográfica y plásticamente- el estanque del Parque del Retiro madrileño con reflejos
de aguas y cielos. En suma, un homenaje
propio a una ciudad, Madrid, que acoge como crisol y se ama con la mirada y los
pinceles.
La
Tauromaquia no falta en el repertorio icónico de Macarena Candrián; tauromaquia
que se manifiesta en un coso taurino contemplado como en un picado/contrapicado
cinematográfico. Y junto a él, lances y
toreros expresivos, sincopados, personajes singulares de un relato festivo
representado por la pintora chilena.
El
arte habla siempre del pálpito del artista. Se adhiere a la vida del autor como
el liquen a la corteza del árbol. La elección del tema pictórico no es baladí
como algunos pretenden, sino una manifestación íntima de sentimiento y emoción que,
en el caso de Macarena Candrián, cristaliza en unos cuadros que ponen de
manifiesto el deseo y la voluntad artística. En suma, una pintura que se sustenta
en el dibujo y se resuelve en un cromatismo suave, acuarelado”.
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