MIÉRCOLES 27 DE AGOSTO DE 2014 | 20.00 H.
IRJ. Instituto Riojano de la Juventud | LOGROÑO
Aquellos que acudan al acto se llevarán a casa, de manera gratuita, el cuaderno: Un mundo distinto (Antología poética 1974-2014) con selección, introducción y notas de José Luis Pérez Pastor, número 150 de la colección de poesía Planeta Clandestino.
El acto será conducido por el poeta y pastor Adrián Pérez Castillo y el profesor de Filología Latina y político Emilio del Río Sanz.
Dice Antonio Muñoz Molina en el prólogo al reciente Del lado de la vida(Galaxia Gutenberg, 2014) que «Manuel Ruiz Amezcua pertenece a un linaje muy antiguo en la literatura: el de los negadores apasionados, los acusadores furiosos, los disconformes que encuentran en todas partes y en todas las cosas una razón para la disidencia. Es un linaje en el que abundan los poetas, pero no exclusiva ni principalmente. Y viene casi de los mismos orígenes de algo que ni siquiera sabemos si era ya la literatura: del escándalo del autor del Poema de Gilgamesh ante la sinrazón y la crueldad de la muerte, de las quejas furiosas de los trágicos griegos contra la crueldad del destino y la frivolidad destructiva de los dioses, y desde luego de algunos de los libros llamados proféticos y sapienciales de la Biblia, en particular, desde luego, el Eclesiastés y el de Job, a los que hay tantas referencias visibles e indirectas en los poemas de Ruiz Amezcua. Voces solitarias que claman en el desierto, y que definen al poeta como aquel que se opone al mundo, el que se queda al margen, el que prefiere no secundar ni transigir, el que mira como un engaño esa otra dirección, también originaria, que puede tomar la poesía, la de la contemplación serena y templada o la de una celebración de lo que existe cercana a la ebriedad.
Si uno se fija, no hay poeta grande, ni escritor o artista gran de, en el sentido más amplio, que no se sitúe o más bien que no se halle sin remisión en una de esas escuelas. Hay quien huye de los seres humanos y quien camina hacia ellos con los brazos abiertos. Hay quien ve la belleza más que la fealdad, y la dicha más que el dolor, y quien sabe que esos polos opuestos son sin remedio los de la experiencia humana, y los mira con una extraña ecuanimidad, con una sonrisa de burla: Cervantes o Montaigne, por ejemplo, quizás también Antonio Machado.
Uno no elige el metal de su voz, igual que no elige el lugar ni la fecha de su nacimiento, ni las condiciones de su origen. El lugar, el origen social, el tiempo, son los materiales de la biografía y también los de la propia literatura, a condición de que uno no sea un impostor. La voz herida y airada de Ruiz Amezcua estaba ya en sus primeros poemas, y lo que ha hecho su educación personal, ciudadana, literaria, política, ha sido ir depurándola y añadiéndole registros y flexibilidad, dentro de un rango que nunca ha necesitado hacerse muy amplio para desarrollar todas sus posibilidades expresivas, para ir tanteando sucesivamente, a lo largo de una carrera de escritor que ya dura cuarenta años, direcciones y límites.
Sorprende que en esos cuarenta años el hilo principal de su indagación se haya mantenido tan invariable. Y sorprende todavía más que una voz poética que desde el principio se instaló en una soledad orgullosa y hasta desafiante haya persistido durante tanto tiempo en esas mismas condiciones, que en parte son elegidas y en parte son forzadas, y que dicen mucho sobre el estado de nuestra literatura y particularmente de la poesía que se escribe, se publica, se premia, se celebra o se ignora en nuestro país.
En cuarenta años Ruiz Amezcua no ha publicado en ninguna de las colecciones mayores. Y en un país con tal abundancia de premios, públicos y privados, oficiales y oficiosos, jamás ha recibido ninguno, lo cual sería una proeza estadística si no fuera más bien un síntoma.
En todo este tiempo Ruiz Amezcua no ha llamado a ninguna puerta y ninguna puerta se le ha abierto. Algunos de los poemas de su primer libro probablemente los escribió cuando era todavía estudiante en un Instituto de Enseñanza Media de la provincia de Jaén. Los más recientes los ha escrito siendo ya profesor jubilado. Subrayo ese marco temporal para hacer más evidente la duración de su empeño como poeta y la persistencia de su casi invisibilidad en los repertorios habituales de la poesía contemporánea española. Su travesía del desierto ha resultado una residencia en el desierto. Ha ido a su aire, por decirlo con una expresión popular que sin duda agradará a su oído tan atento a la poesía anónima del habla común. Y en esa soledad ha inventado un mundo poético que es exclusivamente suyo, sin músicas prestadas, pero que se alimenta de esa escuela universal de los negadores radicales, en particular de los que la han cultivado en nuestra propia lengua. Si se hace un censo de citas explícitas e implícitas en los poemas de Ruiz Amezcua –y ésa puede ser una tarea apasionante, porque su diálogo continuo con la tradición que elige y vindica como suya es uno de los rasgos más fértiles de su trabajo– se encontrará uno con casi todos los nombres fundamentales de una escuela muy española de la disidencia. Santa Teresa, Cervantes, Fernando de Rojas, Quevedo, Bécquer, Blas de Otero, Unamuno, Miguel Hernández, Lorca».
José Luis Pérez Pastor suma en el prólogo al cuaderno que se presenta en #agostoclandestino: «la poesía de Amezcua y sus brillantes aciertos poéticos no pertenecen —felizmente— a ninguna leyenda, sino que constituyen una contrastable realidad, el lector no compartirá el destino del sastre, pero sí su secreto gozo, así como las ganas de continuar conociendo lo observado».
Manuel Ruiz Amezcua nació en Jódar, Jaén, en 1952. Es licenciado en Filología Románica, y en Filología Hispánica, por la Universidad de Granada. Durante 35 años ha sido profesor de Lengua Castellana y Literatura en varios institutos de enseñanza secundaria. Trabajó también como asesor cultural para la Embajada de España en Brasil. En 1974 publicó su primer libro de poemas, Humana raíz, al que siguieron otros: Dialéctica de las sombras,1978, Oscuro cauce oculto, 1984, Cavernas del sentido, 1987, Más allá de este muro, 1991, El espanto y la mirada, 1992, Las voces imposibles, 1993,Atravesando el fuego, 1996, Donde la huida, 2001, Contra vosotros, 2005, yLa resistencia, 2011. Palabras clandestinas lo publicará en 2015 la editorial Huerga y Fierro. De él se adelantan en Del lado de la vida. Antología poética (1974-2014), 2014, algunos poemas en la sección de inéditos. Es autor, asimismo, de un libro de ensayos, El lenguaje tachado, publicado varias veces en ediciones aumentadas.
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