L.M.A.
Encarnación
Pisonero Pisonero, nace en Villalba de la Loma (Valladolid). Se Licencia en Filosofía y Letras, por la
Universidad Complutense de Madrid. Publica monografías y textos de catálogos
sobre pintores, escultores, etc. Los textos sobre Artes Plásticas los firma
como Scardanelli. Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Rey
Lagarto. Colaboradora de distintos
medios de difusión cultural. Miembro de la Asociación Internacional de
Críticos de Arte (A.I.C.A.), también (A.E.C.A. y A.M.C.A.) Cofundadora y
miembro del Consejo de Redacción de la Revista Dispar-art. Patrona de la
Fundación Torre-Pujales Museo de Arte Contemporáneo, Costa da Morte. Corme
Porto (La Coruña). Ha publicado 12 libros de poesía, ensayos y criticas de
arte.
Pág. Web.
www.encarnacionpisonero.com
www.encarnacionpisonero.com
POEMAS
Del libro El Prisma en la mirada
Edicios Do Castro, A
Coruña, 2.000
LA ESTRELLA DE SALOMÓN
A los colores
Entre el blanco y el negro campo virgen
a siembras,
profundidad de sima, escalofrío y
pálpito
y cenizas que guardan un rescoldo de
brasas.
Un vacío total lo que el alba
promulga, El blanco
ausencia de color que es compás de
espera,
la nada que vibra antes del nacimiento,
caolín, loto y plata,
la página no escrita
que acecha a quien la cubre.
Entre el mate y el brillo
es la luz que deslumbra
y es tibio y casi azul
como la cal al sol.
Si es de aire y de agua El azul
es lanza cometa que atraviesa el
espejo,
beso de cielo al mar,
sinfonía de adioses
y muro de necrópolis.
No es color de este mundo,
sólo es sueño y ensueño,
pájaro de felicidad o beato angélico.
Cuando llega el verano surgen pastos de
trigo, El amarillo
de centeno y de avena,
nueva piel de la tierra en la carne del
orto.
Cómplice de la luz que rechaza la
sombra
busca cueros usados que se coman
limones
y esconde las manzanas en mítico
jardín.
En los campos hay pajas cuando acaba la
siega
y veloz llega otoño con las uvas
granadas
como un fruto de amor.
Y la cera del cirio va alumbrando la
muerte
de la esencia del yin y el origen del
yang.
Es Dionisos quien viste azafrán por
adorno El anaranjado
y Virgilio le imita en el velo de
Helena
y unos monjes se tiñen de jacinto las
túnicas.
Con un cruce de sables, de pasiones y
rezos El
rojo
se atemperan los cuerpos mientras brota
la sangre
y resurgen las brasas de atanor de
alquimista,
en el vaso de vida que contiene la
muerte
o mar de los egipcios que transmuta
ambos polos.
Y se encienden delirios con el vino y
el labio
que son grana y carmín los amores del
joven.
Al buscar equilibrio de sentidos y
mente El violeta
se transforma en vitela de salterio y
misal,
persuasión y obediencia del morir y
nacer.
Un eco de selva, de abril y de musgo El verde
es arrastre del agua que despierta a la
vida.
Es sombrero de obispos
y fue toga de médicos
y blasón de los locos.
Es la Venus de Fidias,
es el cuerpo de Osiris
y celedón nereida.
Es la hoja del trébol, del laurel y la
viña,
un oasis de útero que ayuda al olvido.
Al fin llega la noche, El negro
alto vuelo de cuervo que devora
palomas,
pronto luto de viuda por fracaso del
eros.
Es la yod del hebreo,
de la Meca la piedra
y manto de derviche.
Es revés de la luz
y la faz del abismo que carece de
fondo.
Es también tierra fértil
y la mater materia,
un vacío absoluto destinado a colmarse.
Entre el blanco y el negro hay ingentes
cosechas
del pintor que trabaja con la flecha y
el arco,
dando forma al volumen
y color a la
forma.
Del
libro La estrella del anís Ediciones Devenir, Madrid, 2.004
Cuando llega la noche
el arce siente un abandono de alas,
la glicinia se derrama en quimeras
y el sauce llora;
entonces voy al encuentro de tú alma,
entre aromas de menta y de membrillo,
para perderme allí.
Del libro Permiso
para embalsamar
Ediciones Olifante, Zaragoza, 2.014
Su collar estaba hecho
de
lenguas de los amantes
que
le habían besado.
Y el espacio que aún había libre,
era
para añadir
los corazones de los esclavos de su amor
en
sucesivas vidas.
Y mientras esto os digo,
la boca del fauno el pezón muerde.
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