L.M.A.
Esta exposición, en la que se descubre
una faceta poco conocida del viajero hispanista Richard Ford, ha sido
organizada conjuntamente por la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando y FUNDACIÓN MAPFRE. Los
dibujos de Ford constituyen un extraordinario complemento visual de su conocida
obra Manual para viajeros por España y lectores en casa, un libro de referencia ineludible de la
literatura de viajes en el siglo XIX. Aunque Ford realizó numerosos dibujos en
sus rutas durante los tres años de su estancia en España, de 1830 a 1833, las sucesivas
ediciones de su Manual se publicaron
sin ilustraciones. Los dibujos, muy apreciados por Ford, fueron pegados en
álbumes que se han mantenido en el patrimonio familiar.
Ford
nos ha legado un conjunto de dibujos a lápiz y tinta, así como acuarelas, que permiten
reconstruir la imagen de España, tal como era en los años posteriores a la
guerra contra Napoleón y al inicio de la moderna ciudad decimonónica. La mayoría de los doscientos tres dibujos
seleccionados en la exposición son obras inéditas hasta ahora, lo que la
convierte en una ocasión única para descubrir la imagen de España que embriagó
a los viajeros románticos.
Richard Ford,
viajes por España
“Los viajeros que aspiran a lo romántico,
lo poético, lo sentimental, lo artístico, lo antiguo, lo clásico, en una
palabra a cualquier tema sublime y bello, encontrarán en el actual y el antiguo
estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno en ristre
por este curioso país, que oscila entre Europa y África, entre la civilización
y la barbarie”. Estas palabras están extraídas de un apartado introductorio del
Manual para viajeros por España de
Ford, publicado en Londres en 1844. El fragmento del más conocido libro de
viajes anglosajón por España hace alusión a los dos principales temas de esta
exposición: la construcción de una mirada y la forma de registrarla. Ford
advierte que el lápiz y el papel son la mejor manera de aproximarse a ese “Oriente
cercano y confortable” que España
representaba en el imaginario colectivo de la Europa de la época. Cuando el
libro se edita, la fotografía acaba de nacer, y quedaba mucho tiempo por
delante para que se convirtiera en una herramienta útil y accesible para fijar
la realidad. Viajando por España a principios de la década de los treinta, Ford
utilizó pequeños cuadernos para las anotaciones y papeles de muy diversa
calidad y formato para sus dibujos y acuarelas.
La exposición es el resultado de un largo
proceso de estudio y selección de ese riquísimo material. Su comisario,
Francisco Javier Rodríguez Barberán, ha centrado el proyecto en hacer visible
la figura de Richard Ford en su dimensión de viajero y dibujante por la España
del primer tercio del siglo XIX, buscando ofrecer un nuevo perfil que
enriquezca el que ya goza de reconocimiento a través de sus textos.
A pesar de que fueron –entre obras
elaboradas y bocetos- más de quinientos los dibujos que Ford realizó en esos
años, han sido conocidos sólo de modo indirecto hasta hace muy poco tiempo: de
hecho, se los llevó consigo a Inglaterra tras su marcha definitiva en 1833 y
han permanecido hasta hoy en poder de la familia, que ha conservado ese
maravilloso legado en su integridad. El prestigio del viajero inglés se ha
apoyado sobre todo en su Manual, pero
la faceta gráfica de Ford sólo fue valorada por los especialistas en la época o
por la aportación hecha en publicaciones sobre la iconografía de las dos
ciudades en las que vivió de un modo continuado, Granada y Sevilla.
Sin embargo, la importancia de los dibujos es enorme: se trata del gran álbum prefotográfico de la España
de comienzos del siglo XIX. Ford realizó casi todas las obras en coincidencia
con sus rutas por la Península Ibérica: eran, pues, apuntes del natural hechos con la voluntad de fijar lo
visto por medio de sus habilidades artísticas.
Richard Ford no es, sin embargo, un artista
profesional, como tampoco lo era su esposa Harriet, de quien también se expone
una pequeña pero interesante serie de dibujos. Sí lo eran contemporáneos y
amigos suyos como John F. Lewis y David Roberts, quienes también visitan España
por esos años. Éstos aprovecharon su viaje para profundizar en su técnica y
para adquirir el reconocimiento que les llevaría, años después, a ser autores de
prestigio. Para ellos, lo más importante era la imagen de los lugares
pintorescos, los grandes monumentos o las costumbres y fiestas populares. Ford,
sin embargo, tiene la mente puesta en un objetivo distinto: probablemente
piense escribir más adelante sus impresiones sobre “las cosas de España”, como
a él le gustaba decir, pero sobre todo lo que quiere llevarse consigo es una
memoria objetiva de lo que ve.
Las limitaciones de su técnica quedan suplidas por algo mucho más
importante: al no depender de la obra, ni tener que llevarla a cabo pensando en
una clientela potencial, Ford tiene un perfil singular. Así, le atraen lugares a priori poco relevantes, y cuando se
acerca al ámbito de lo urbano prefiere las vistas generales, e incluso disfruta
retratando el entorno de las ciudades, su periferia; frente a los edificios
singulares, opta por representar las calles y plazas con su actividad
cotidiana. Sus dibujos y acuarelas sirven por tanto como memoria fiel de un
tiempo y de un país que amaba, pese a tantas cosas en él que le producían
rechazo.
Estas características conceden a la obra
de Ford un carácter muy especial: no sólo es un fotógrafo antes de la fotografía –con el interés que ello conlleva,
al haberse adelantado en el tiempo a los primeros registros sistemáticos de la
España del XIX-, sino que aporta algunas cosas más que el valor que se le
concede a un dibujo sobre la reproducción mecánica. Al no estar atado por
ninguno de los condicionantes comerciales de los álbumes y colecciones
fotográficas, Ford ofrece con su obra la exploración de temas que la fotografía
no empezará a registrar hasta mucho tiempo después. Podría decirse, de modo
gráfico, que Ford suele ampliar el plano más
allá del monumento, o que abre su
objetivo ante lugares y situaciones que tardarán en ser fijados en el
negativo.
La idea central de la exposición es la
recreación de las rutas de Ford por España, de unos itinerarios que le llevaron
a lo largo de tres años a recorrer todo el arco del Levante, desde tierras
almerienses hasta Barcelona; a tomar la Ruta de la Plata y, a través de
Extremadura y Castilla, llegar a Santiago de Compostela; a moverse por el
centro de la Península para visitar Madrid, Toledo, Salamanca, Segovia o
Guadalajara; a rastrear las huellas de la historia en Andalucía, estableciendo
su residencia en Sevilla y Granada. Pero estos itinerarios no se ofrecen
aislados, sino que se contextualizan a través de los temas presentes en su obra: el interés por registrar los paisajes de
España, tan escasos de representaciones hasta esa época, previa a la eclosión del
género que tendrá lugar poco tiempo después; la importancia que en esos
paisajes concede a las ciudades,
retratadas desde la distancia y a veces mostradas con el detalle y la precisión
propia de un “curioso impertinente” –como denominó Ian Robertson a los viajeros
de la época-; la atracción que siente por los monumentos heredados del pasado,
lo que convierte sus dibujos en una fuente extraordinaria para la iconografía de
estas obras antes de que apareciera el fenómeno de la restauración; la
ineludible presencia del orientalismo, una corriente estética que estará
presente en la cultura europea del siglo XIX a partir del triunfo y difusión
del Romanticismo.
CATÁLOGO
Con motivo de la exposición se ha publicado un catálogo de alto valor
científico y gráfico, con más de trescientas ilustraciones, en el que han
participado el comisario de la exposición Javier Rodríguez Barberán, el
hispanista inglés Ian Robertson y el profesor de la Universidad de Sevilla,
Antonio Gámiz Gordo. El catálogo será una obra de referencia ineludible en el
estudio de la obra de Richard Ford y de su fortuna crítica, y un complemento
iconográfico que posibilitará nuevas formas de leer e interpretar su famoso Manual para
viajeros por España y lectores en casa.
DATOS DE INTERÉS
Lugar: Sala de exposiciones temporales, Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando
Fechas: 25 de noviembre de 2014 a 1 de febrero de 2015
Horario
Martes a sábado: 10.00 a 14.00 y 17.00 a 20.00 horas
Domingo y festivos: 10.00 a 14.00 horas
Cerrado:
lunes, 24, 25 y 31 de diciembre de 2014, 1 y 6 de enero de 2015
Visitas guiadas: gratuitas
(no grupos) a partir del 2 de diciembre, excepto del 23 de diciembre al 7 de
enero.
Máximo 15 personas
Martes no
festivos: 11.30 y 17.30 horas
Miércoles
no festivos: 11.30 horas
Visitas
para grupos: Previa solicitud: museo.visitas@rabasf.org
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