L.M.A.
Yo
no soy Charlie Hebdo que practica sistemáticamente la “mofa y el escarnio” de
los creyentes, ni los yihadistas que matan y se toman la “justicia” por su
mano. Esto lo piensan muchos ciudadanos y no es cuestión de simplificar las
cosas soltando mantras y recomendaciones desde los foros políticos o
mediáticos. La diversidad tiene que aflorar en este campo.
De los muchos políticos y
tertulianos políticamente correctos, apenas alguno se atrevió a llamar la
atención al punto de partida. Sólo escuché a la ex ministra María Antonia
Trujillo, en Telemadrid, hacer una llamada a la prudencia y contención en la
sátira burlesca y despiadada contra las creencias de los ciudadanos. Las
situaciones tienen muchos matices que deben aflorar.
Dejémonos de mantras infantiles
y ambiguos que se imponen para que los ciudadanos gregarios los sigan sin más
y obedezcan callados y sin matices. A veces producen nauseas por falta de compromiso. Lo políticamente correcto hace estragos y produce vómitos.
La vida es el primer derecho, porque de él
dependen todos los demás. Dicho esto no quiere decir que con el lápiz no se
pueda herir en profundidad a la sensibilidad y las creencias de muchos
ciudadanos. Y esto lo hace Charlie Hebdo
de continuo, porque dibujar turbantes, mitras, tiaras, menoras y estrellas de seis puntas para denostarlas les produce un
regodeo especial, sin pensar, no ya en las posibles consecuencias dramáticas
como las sucedidas, sino simplemente en la herida y dolor que causan a gentes
de buena fe. Busquemos donde está la fraternité en cada momento.
Cierto que sólo reaccionan
los fanáticos, pero el fanatismo feroz, ultra laico y salvaje de Charlie Hebdo con las creencias es
repugnante y digno de repulsa, aunque nunca de muerte. El fanatismo laico puede ser también insufrible.
Los dibujos de Charlie Hebdo
han sido en muchos casos pornografía moral y difamaciones, que ha merecido la
condena de los tribunales. Lamentablemente no todos os ciudadanos tienen
paciencia, medios y disponibilidad para acudir a ellos y reclamar una
compensación por daños morales infligidos. Los fanáticos actúan con la muerte;
los ciudadanos de a pié con lamento y resignación ante esa agresión moral
sistemática y dejación de la autoridad que no entra en detalles.
La libertad de expresión
cuenta con distintos medios de actuación, según la posición de los ciudadanos.
Le Carnard Enchainé, otro periódico satírico francés, pero menos bestia que
Charlie Hebdo, se mofaba
sucesivamente en su día de Balduino y Fabiola, reyes de los belgas hasta la irrisión. Cuando
Balduino murió, una prostituta y algunos enfermos de sida acudieron a su
funeral, porque aquellos los habían visitado y cuidado durante tardes y noches
en la más estricta privacidad, cuando los propios familiares de los enfermos les
habían dado de lado. Al saberse esto, Le
Canard Enchaine pidió perdón. Todo un gesto.
Hay que leer Ideas y Creencias, el célebre libro de
Ortega y Gasset ,sobre la importancia de unas y otras. O la recomendación del
dicho italiano: “No juegues con lo sagrado, sino con los soldaditos de plomo”.
No es lo mismo informar que
caricaturizar; no es lo mismo caricaturizar que burlarse con mofa y escarnio de
lo más querido por los hombres. No difamemos diciendo que estas muertes son
cosas de religión. A los cristianos se les recomienda que, en vez de matar,
pongan la otra mejilla, pero no que den la espalda a los hechos, pues, como
señalaba el filosofo Spizoza: “Dios nos ha dado la inteligencia para que la
utilicemos”.
Francia no había tenido un
atentado como este desde hacía 40 años; más que atentado ha sido una ejecución
deleznable. Como país de peso y corazón de Europa, el suceso ha afectado más
que en otros países periféricos donde suceden estas acciones terroristas
similares, verbi gratia en España.
En Francia, la oposición de
Sarkozy tuvo la bonhomía de sumarse de inmediato a la postura del Gobierno de
Holande ante los hechos, algo que no sucedió en España cuando el 11 M. Todo depende del color que gobierne y cual sea la oposición. En
Francia tiene muy claro un principio que en España no se respeta: Primero enterrar a los muertos y después
parlamentar hasta el fin. En Francia el presidente grita Vive la France,
aquí los políticos no repiten el mismo deseo.
Hay mucho que aprender en
España sobre los buenos modales democráticos y patrióticos. Hay mucho que
analizar en el sangriento asesinato de los dibujantes, terroristas y rehenes de
Charlie Hebdo y no lanzar mantras fáciles para que los
ciudadanos los sigan sin más como corderos.
1 comentario:
Estoy completamente de acuerdo con tu opinión, Julia.
Tanto respecto al contenido despectivo de la revista francesa Charlie Hebdo, como que no está justificada la matanza de periodistas y respecto al comportamiento dsolidario del partido de la oposición con el Gobierno francés, muy digno y plausible y alejado a cómo se comportó ls oposición del PSOE y de IU con el Gobierno del PP.
Un artículo periodístico muy completo yacertado que discrepa de lo políticamente correcto que estamos viendo, oyendo y leyendo estos días.
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