Julia Sáez-Angulo
Con motivo de inaugurar la Fundación Juan Moral, el nuevo
rector de Universidad de Jaén, Juan Gómez Ortega, abrió el primer acto cultural
de la misma, acompañado del anterior rector de la UJA, Manuel Parras Rosa y el
citado escultor jienense. El acto tuvo lugar en la sala de grados Pascual Rivas
de la Antigua Escuela de Magisterio de Jaén, hoy sede de la Fundación.
Seguidamente
el historiador de arte Carlos Delgado Mayordomo impartió la conferencia Juan Moral: Claves y procesos de una
investigación escultórica, en la que hizo
una introducción sobre lo que significa la modernidad en la escultura, en un
breve viaje desde Baudelaire a Rodin, de Brancusi a Oteiza, para culminar
en el minimal. Y de ahí, el contexto nacional en los años 70 y la ubicación de
Juan Moral:
“La obra escultórica de Juan
Moral Moral (Torredelcampo, Jaén, 1941) siempre apela a algo más profundo que a
la mera contemplación. La reflexión conceptual, la elaboración técnica y la
consolidación formal son estratos que se anudan en un complejo proceso de
investigación que ha hecho evolucionar su trabajo a través de conjuntos
firmemente estabilizados. La piedra –entendida como símbolo primordial de la
naturaleza– se constituye como núcleo principal de su producción, modulada
siempre a través de un complejo diálogo entre lo constructivo y lo orgánico. Su preocupación por los procesos
del medio escultórico, su profunda relectura de la herencia de las vanguardias
históricas y una articulación óptima de los mecanismos compositivos son, sin
ser exhaustivos, razones que explican la excepcionalidad de un amplio trabajo
desarrollado a lo largo de más de cuatro décadas”.
Escultura en la UJA
De la figuración a la abstracción
“A finales de los años
setenta, tras unas primeras tentativas que asumen la figuración como campo de
exploración formal, Juan Moral comienza a razonar pausadamente su tránsito
hacia un lenguaje que no sea estrictamente referencial. Pero el salto de sus
últimas obras figurativas a esta nueva dimensión abstracta aún requerirá de un
episodio trascendental: el descubrimiento de la piedra como verdadera vocación
e instrumento de investigación artística. Esta nueva dirección derivará en un
campo de análisis acerca de la adecuación del fragmento pétreo sobre un soporte
plano y cuyo resultado desvelará horizontes, ámbitos y lugares que, sin
desligarse de la simbolización del paisaje, plantearán una poética constructiva
profundamente personal. El resultado se empieza a vislumbrar a principios de
1980 y constituirá, a lo largo de toda una década, la base desde la que se
elaborará el discurso maduro del artista. Juan Moral denominará a esta amplia
serie “Litospacios” y en ella entrarán en juego cuestiones como transparencias,
ritmos, texturas, colores, luces y sombras. En definitiva, recursos formales
propios de la tradición pictórica pero enunciados desde la combinatoria e
integración volumétrica de materiales pétreos diversos”.
En la Fundación Juan Moral
“En un contexto de
afianzamiento de la pintura española y de profunda indefinición de la escultura
nacional –más allá de una fuerte presencia del reduccionismo minimalista– Juan
Moral decide mantenerse al margen de modas y tendencias grupales para
profundizar en el sendero trazado por sus primeros litospacios. Ahora bien, si
aquellas piezas aun se movían en buena medida en los márgenes de los recursos
plásticos de tradición pictórica, será su siguiente serie, “Tensiones y
equilibrios”, la que otorgue al soporte un componente activo y dinámico que lo
convierta en estructura compositiva. Así, entre 1990 y 1995, el artista
ajustará los fragmentos pétreos sobre planos portantes curvados y que generan
en torno a ellos un nuevo valor para el espacio circundante. La tensión
dinámica derivada de estas estructuras será redirigida a través de un sutil
juego de equilibrios y contrapesos que establecerán los materiales líticos
superpuestos. De este modo, frente a la estricta jerarquía existente en sus
litospacios (piedras sobre un soporte plano), Juan Moral abre en esta nueva
serie un diálogo más horizontal (ahora ambos estratos se reactivan entre sí) y,
lo que es fundamental, todo el conjunto es entendido desde una valoración
espacial ya plenamente escultórica”.
“Una de las preocupaciones
fundamentales de Juan Moral va a estar constituida por el análisis de las
posibilidades que le otorgan los diversos materiales pétreos. A ello se suma su
reflexión acerca del volumen escultórico como algo dinámico pero modulado
siempre por un pensamiento razonado. Este último aspecto es la base de
“Geometrías orgánicas”, serie que, a partir de 1996, plantea una nueva
dimensión para el diálogo entre el acero y la piedra a través de un conjunto de
obras donde el vacío se integra y enriquece la comprensión de la imagen. El
punto de partida parece una paradoja irresoluble: enunciar la geometría para,
posteriormente, desvelar un alma orgánica. Existe en estas obras un deseo de
ganar el pulso a lo estático y llegar a la extraña belleza de la incertidumbre.
Para ello, la geometría esencial ha sido sometida a un proceso sistemático de
análisis antes de dejarse invadir por un hálito erosionador que rompe la
unicidad de la línea de contorno”.
“Este proceso de llegar al
conocimiento íntimo de la materia desde la nada había definido la trayectoria
escultórica de Oteiza, quien llegó a alcanzar el vacío conclusivo en sus Cajas metafísicas, obras donde la
materia se constituye como desocupación para generar un espacio sacro e
inhabitable. La propuesta de Juan Moral se desarrolla, sin embargo, en otra
dirección: el artista jienense somete el rigor geométrico a una lectura
transversal en una búsqueda de claves formales que lo humanicen, lo hagan
transitable, habitable y legible. Y va a ser precisamente este último aspecto,
la posibilidad de una legibilidad desde el vacío, el que aliente su siguiente
serie”.
“Iniciada en el año 2000,
“Estelas íberas” se configura como un conjunto de esculturas en hierro tratado
que parten de volúmenes geométricos vaciados con grafismos procedentes de la cultura
ibérica, tan presente en la provincia de su Jaén natal. Al incorporar estos
signos en un contexto distinto, sobredimensionar su grafía y constituirlos como
vacíos, el artista elude el significado concreto para hablar del tiempo y de la
memoria. Pasado traído hasta el presente o estrato último de un palimpsesto
cuya lectura no importa tanto como todo lo aquello que puede llegar a evocar”.
“En sus estelas íberas Juan
Moral revela un doble nivel de metamorfosis, el del volumen en vacío y el del
vacío en significado, y ambos niveles actúan a su vez como símbolos de la
unidad orgánica entre el hombre y la naturaleza. Esta visión humanista y
telúrica de su escultura es la que otorga a muchas de sus creaciones el aspecto
de torre o hito que busca puntear el paisaje para ofrecernos una perspectiva
distinta del mismo. De hecho, una línea esencial del trabajo del artista es la
creación de monumentos en el espacio público que, uniendo pintura, escultura y
arquitectura, configuran espectaculares obras de “arte integrado”, tal y como
las ha denominado el arquitecto Pedro Moleón”.
“El actual momento en la
investigación de Juan Moral consolida los hallazgos de las series anteriores y,
al mismo tiempo, abre nuevas operaciones de gran complejidad. En sus últimos
trabajos, el artista sigue reflexionando acerca del orden dispositivo de la
materia, investigación que se radicaliza a través de la disolución de la
estructura y el diálogo directo entre las propias piedras. Tensiones,
movimientos y contrastes que nacen de una depuración absoluta de los recursos
expresivos, centrados ahora en las propiedades más esenciales de la materia. Se
trata de un camino recién iniciado pero que nos revela, una vez más, la
constante creatividad y deseo de innovación por parte de un artista que solo
entiende la creatividad si ésta se encuentra atravesada por una sólida
experimentación investigadora”.
En el acto académico y la
conferencia estuvieron presentes diversos arquitectos de Madrid y Jaén,
pintores, escritores… que seguidamente visitaron la instalación de esculturas
en la Fundación Juan Moral, así como el campus universitario de la UJA, donde
se encuentran diversas obras del escultor. Entre ellos, Rafael Sáinz, Gonzalo Jiménez, Sergio David, Francisco Moral, miembro del patronato de la Fundación Juan Moral, Helda F. Calle Cabral, Mariano Esteban, presidente de la Real Academia de Faracia, Gloria Vázquez, Juana María
Herce, Manuel Moral Roca, Dely Botí, Amparo Sáinz, Mercedes Moral Maroto y otros.
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