L.M.A.
El
escultor vasco Paco Sáinz, residente en la localidad valenciana de Ahillas,
lleva a cabo una serie de esculturas en las que las manos, llamas, mariposas y
libros, son algunas de las figuras y formas de sus esculturas en piedra. Su
valor simbólico es elocuente.
“De las
mariposas me interesa la idea de metamorfosis, de los cambios sucesivos a lo
largo de la vida”, explica el escultor. “De las manos, su forma, su sentido de comunicación;
del libro, el pasar de las hojas como desgranar de los días…”, explica el autor.
El
escultor ha realizado recientemente un panteón artístico, por encargo de una
familia valenciana y en él esculpió una gran llama en piedra que habla del
recuerdo que permanece y no se consume.
El
último encargo es el de un jardín de estatuas en el que Paco Sáinz está
ilusionado. “Serán bastantes meses de trabajo, pero tengo ganas de volver a la
talla directa en la piedra, después de mucho fundir bronce con distintas
pátinas”.
El
escultor está contento, pasa por una etapa fértil y esperanzada. No hay nada
como tener trabajo ara un artista, trabajo creativo naturalmente. Paco Sáinz
habla de la necesidad de modelo para tallar una manos bellas. “Tengo una modelo
de Valencia que posa para mí cuando lo necesito. Tiene unas manos muy bonitas”.
El
escultor vasco lleva varios lustros afincado en Ahillas, una aldea valenciana
sita en la sierra de Teruel, dependiente del municipio de Chelva. “Somos veinte
vecinos todo el año, pero en fines de semana aumenta la población y en verano
llegamos a doscientos. Tenemos alcald3ea pedánea, se están haciendo cosas y
hasta tenemos un vino propio que es excelente”, cuenta el escultor. “Otros
artistas y yo hemos puesto Ahillas en el mapa sonoro”, añade.
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