Julia Sáez
Angulo
En
1911 el norteamericano Duncan Phillips visitó el Museo del Prado en Madrid y
soñó con un museo similar del arte contemporáneo en los Estados Unidos, a base
de una colección que él fue haciendo con el arte del XIX y XX, impresionista,
naturalista y moderno, nacido en París, entonces meca del arte, que habría de trasladarse
a Nueva York después de la segunda Guerra Mundial. Las comparaciones no proceden,
pero lo cierto es que Phillips adquirió una buena colección, en su mayoría en
las galerías de arte neoyorquinas.
Cuando
uno visita la exposición “Impresionistas y Modernos. Obras maestras de la
Phillips Collection” en CaixaForum Madrid, tiene la sensación de estar en un
museo francés, el Pompidou o el de la Ville de París, por ejemplo, donde
encuentra los mismos 44 nombres -66 obras en Madrid- que Duncan Phillips (1886
-1966) atesoró en su patrimonio abierto con generosidad al público. Aunque haya
pintores españoles como Juan Gris o Picasso –el mejor cuadro, fruto de donación
y no de adquisición- suizos o rusos, todos ellos vivían el humus de las
vanguardias parisinas de los años 20.
Duncan
Phillips se adelantó al Museum of Modern Art ocho años, para conseguir esas
valiosas piezas, todavía de un formato contenido para el espacio que tenía y
que habría de ampliar más adelante, para acoger el gran formato de la pintura
expresionista americana nacida a partir de 1945. El coleccionista quiso hacer “un pequeño
museo íntimo combinado con un centro de experimentación”.
Los
cuadros de nombres que podemos ver en CaixaForum responden a Honoré Daumier,
Courbet, Manet, Monet, Degas, Cezanne, Matisse, Modigliani, Picasso, Bracque,
Vuillard, Bonnard (que le encantaba a Phillips), Nicholson, Morandi, Odilon
Redon, Duffy, Pollock, Georgia O´Keeffe o María Helena Vieira da Silva. No es
una colección de pasión articulada en torno a un nombre o un movimiento, sino a
un amplio periodo de las vanguardias del XX, que hunden sus raíces en el XIX.
Un amplio catálogo de nombres con piezas razonables e interesantes, a la que
quizás le falta una imagen potente y rotunda de marca y cabecera. Se echa de
menos alguno de los 17 Paul Klee de la colección y sorprende la ausencia de
Miró, por ejemplo. Pareciera que a Phillips le interesara sobre todo la
figuración o no apartarse de ella.
Susan
Behrens Frank, conservadora de la Phillips Collection, es una comunicadora
inteligente y entusiasta de la colección que presenta en Madrid como comisaria.
Su conferencia de prensa es de la más amenas que se han escuchado en CaixaForum.
La muestra se ha presentado antes en Italia y en Barcelona.
La
importancia de la Phillips Collection radica en el gran escaparate y muestrario
de las vanguardias y sus antecedentes, porque el arte es un cordón umbilical
sin solución de continuidad alguna. Los artistas norteamericanos tuvieron en
ella una referencia real espléndida. En suma es una gran visión de conjunto.
"Mujer con sombrero verde", de Picasso
Los
ámbitos de la exposición son un vaivén entrelazado: Clasicismo, romanticismo y
realismo; Impresionismo y posimpresionismo; París y el cubismo; Intimismo y
arte moderno; Naturaleza y expresionismo y Expresionismo abstracto. Este último
apartado da idea de la proyección de futuro que la colección tenía antes de
fallecer el coleccionista.
En
suma una nueva manera de ver la pintura, menos clasicista y acabada, más
suelta, imaginativa, libre y audaz, a veces todavía algo decorativa y
burguesamente enmarcada (se respetan los marcos originales, explicó la
comisaria), con una gran devoción al color, a la luminosidad de la luz en la
pintura. Un disfrute de los sentidos y del intelecto.
Dicho
esto, solo queda destacar las piezas que me han resultado de mayor interés
–cada cual tiene la libertad de elección de las suyas-: “El levantamiento”
(1860) de Daumier, testimonio de un XIX reivindicativo y cabeza de línea de lo que
vendría después; “La montaña Saint-Victoire” de Cezanne, tema que el autor pintó
en 40 ocasiones, de las que sólo quedan dos bocetos en Francia, pues la mayoría
se vendieron al exterior; el autorretrato de Cezanne, por el reconocimiento
tradicional del arte a la hora de abordarlo; “Mujer con sombrero verde” de
Picasso, por la audacia de su lenguaje vanguardista; el “Retrato de Elena Povolozky”,
puro y singular Modigliani; El “Otoño II” de Vassily Kandinsy, por la pureza de
su propio lenguaje; el Jackson Pollock, diminuto e identitario de autor…
Visitar
la colección Phillips fue una experiencia transformadora para muchos artistas
americanos del momento. Hoy también podría serlo su visita en Madrid.
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