miércoles, 24 de agosto de 2016

UN PENSAMIENTO LATERAL Un ‘vis à vis’ con Victoria Sendón De León


Victoria Sendón



L.M.A.
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Buenos días
 Buenas tardes.
Esto me suena a ‘diálogos para besugos’
 En este caso para besugas.

¿Ya estamos con el género?
 No me interesa para nada el género. Recuerdo de pequeña haber visto en algunos comercios un cartel que ponía: “cerrado por falta de género”, pues eso.

Pero usted escribe sobre esos temas
En absoluto. Soy una feminista radical y escribo sobre temas más radicales que ese. Eso del género se ha utilizado para tratar el objeto académicamente sin tener que rebajarse a nombrar a las mujeres o al feminismo. Ah, y últimamente la usan mucho los obispos por el mismo motivo.

¿No le da miedo llamarse radical?
¿Por qué? Ser radical es ir a las raíces y como filósofa es mi obligación. Va en el oficio.

¿Y no le parece un poco pasado eso del feminismo?
Depende. Si me habla del feminismo de Estado, sí. Pero ser feminista radical (y subraya esta palabra) es ser humanista, pero, claro, no se trata de un humanismo de los conocidos, de los vilipendiados por el marxismo, sino de un humanismo nuevo, un humanismo inclusivo o incluyente, porque todos los humanismos, las democracias y las revoluciones han excluido a las mujeres como sujeto político. En muchos casos se ha excluido también a los extranjeros, a los esclavos, a los negros, a los indígenas, a los no propietarios… Un humanismo de hoy tiene que pasar ne-ce-sa-ria-men-te por el feminismo.

¿Y las democracias actuales son también excluyentes?
También. El voto femenino o la paridad tienen su cara oscura, su cara oculta, que esconde un inconsciente hegemónico de lo más misógino, de odio, no solamente a las mujeres, sino a lo femenino. No estoy en contra, en absoluto, pero no basta, ya que no podemos olvidar lo simbólico, que sustenta lo real. Nos hemos quedado mirando el dedo que señala a la luna. Por eso no conseguimos acabar con la violencia machista.

A ver…
¿Usted cree que los varones, acostumbrados desde pequeñitos a ver la televisión, pueden considerar que las mujeres son personas como ellos o más que ellos? ¿Que pueden ver a las mujeres como otra cosa que no sea un cuerpo que está ahí para que ellos lo disfruten? ¿No se las muestra también como estúpidas, cuyo sentido de la vida consiste en encontrar un novio o un marido? Ya me dirá qué puede salir de todo eso.

¿Por ejemplo?
Sin tenerme que referir a programas obscenamente machistas, ¿a santo de qué las periodistas de los telediarios tienen que aparecer absolutamente escotadas y con los brazos descubiertos, exhibiendo modelitos, mientras que ellos salen con chaqueta y encorbatados? Porque ellas son un cuerpo y ellos son informadores, una voz con autoridad. Que la noche de fin de año la presentadora, con un frío que pela, tenga que aparecer en pleno invierno con un vestidito ‘palabra de honor’ mientras que él se presenta con su esmoquin y su capa castellana sobre los hombros… no es que clame al cielo, sino al sentido común. Pero cuando lo arbitrario se naturaliza, es decir, cuando nos parece natural, normal, es que nuestro inconsciente está colonizado por el discurso de otro. Ese otro es el mundo simbólico patriarcal.

¿No le suena esto a moralina?
La moralina es la del propio sistema, porque la moral, que nada tiene que ver con la ética, es un código, implícito o explícito, que hace que nos comportemos de una determinada manera sin posibilidad de crítica. Canal Sur de Andalucía es un ejemplo paradigmático. En ese canal, que hace programas para las familias andaluzas como si fueran idiotas, hay por ejemplo uno que se llama algo así como La Copla, que saca a unas niñas de seis años, más o menos, cantando unas letras terribles que ni ellas entienden, vestidas y pintadas como mujeres de cuarenta que, como dice un amigo, incitan a la pedofilia. Y a todo el mundo le hace mucha gracia, empezando por las propias mamás, que se sienten muy orgullosas de sus engendros.

¿Y esto es lo que incita a la violencia de género?
De género no, machista. No sólo esto, sino muchas más cosas. Por ejemplo, el presentar a las mujeres como víctimas, poniendo el foco en ellas: tantas asesinadas, -que no muertas-, tantas violadas, tantas prostituidas, tantas abusadas…, en fin. Este modo de tratar la violencia no les incumbe a ellos, no piensan que se trate de “su” problema. Son problemas de las mujeres. Lo que hay que hacer es cambiar el foco y dirigirlo hacia los culpables, porque la verdadera cuestión es  saber cuántos potenciales asesinos, cuántos maltratadores, cuántos violadores, cuántos usuarios de la trata de mujeres o cuántos padres pedófilos andan sueltos. No es un problema de las mujeres, sino de ellos. ¿Qué les pasa a muchos varones para tener esos criminales comportamientos? ¿Cuál es su enfermedad? Tenemos que invertir los indicadores y que se sientan señalados, avergonzados. ¿Por qué en nuestro país es donde más proliferan los prostíbulos? Estamos en una situación alegal que beneficia a muchos hombres, sobre todo a los proxenetas. Y ahora incluso, se aprovechan las fiestas populares para abusos o violaciones colectivas. Lamentable.

¿Legalizaría entonces la prostitución?
En absoluto. Aquí hay que distinguir entre prostitutas y prostituidas. La que elija la prostitución como un oficio –aunque siempre es por una cuestión de necesidad- que sea legalizada como otro trabajador cualquiera, pero estas son como mucho un cinco por ciento; sin embargo, el resto son mujeres prostituidas y esta esclavitud sexual, que no puede ser calificada de otro modo, tiene que ser absolutamente perseguida. En Francia, cuando se quiso abolir la prostitución, salió un manifiesto de intelectuales titulado “No toques a mi puta”. Si esos son los intelectuales que tenemos… apaga y vámonos.

Para no escribir sobre género, parece que tiene las cosas muy claras ¿no?
Yo también he invertido mis indicadores y sobre lo que escribo es acerca de una “civilización de referencia”, que se puede llamar patriarcado, patrismo o de otro modo, que subyace a todas las culturas, civilizaciones o sistemas políticos conocidos históricamente. Parto de Oswald Spengler en su obra La decadencia de Occidente. Para resumir, él se ha olvidado de ese substrato sobre el que se asientan todas las culturas analizadas. El patriarcado o la civilización de referencia constituye un patrón similar a un gran fractal que se replica en todos los ámbitos de lo social y lo psíquico con unas características determinadas que se repiten como en los modelos fractales: en la cultura, la economía, la política, la religión, etc.,  sin olvidar las relaciones personales, porque tanto mujeres como varones somos víctimas y agentes activos de esa civilización. En distinta proporción y de distinto modo. Lo peor que ha desencadenado esta civilización de referencia es la hipertrofia del ego masculino (inflación) y la atrofia de la autoestima femenina.

O sea, el machismo
No. El machismo es sólo un síntoma, la espuma de la ola. Es la guerra, la destrucción de la Naturaleza, el desarrollismo, la competitividad, el dominio, las genealogías masculinas, la opresión de las mujeres, las religiones fanáticas, en fin, no te voy a cansar con una lista de despropósitos. Y todo como si fuera de lo más normal. Es lo que Hannah Arendt llamaba “la banalidad del mal”. Vivimos en una civilización psicótica, cuya enfermedad nos puede llevar al desastre y por eso necesitamos una terapia de choque.

¿La actual crisis puede ser esa terapia?
 Según cómo la interpretemos. Si pensamos que es algo pasajero y estamos esperando a que escampe para volver a lo mismo, es que no hemos entendido nada. Esta es una “crisis constituyente”, es decir, una crisis provocada y utilizada para cambiar el modelo de sociedad del bienestar y de derechos sociales, políticos y laborales que se ha conseguido con mucho esfuerzo y con mucha sangre. Es lo que propugnaba Milton Friedman, uno de los padres del neoliberalismo: aprovechar el estado de shock para privatizar lo público todo lo que se pueda y venderlo al mejor postor, es decir, a los tiburones de las finanzas o a las grandes corporaciones, como denunciaba Naomi Klein en “La doctrina del shock”. Es lo que está pasando en Grecia a pesar de su gobierno: el mundo en manos de los magnates y de los mangantes, con una clase política que les sirve de escudo protector y unos altos ejecutivos que son su guardia pretoriana. Todos los demás nos iremos convirtiendo en siervos de la gleba, es decir, que vamos a desembocar en un modelo de sociedad feudal, y para eso hay que borrar todo lo conquistado desde la Revolución Francesa hasta ahora.

Pues vaya panorama
Todo depende de una ciudadanía bien informada, con espíritu crítico y ganas de luchar. La crisis está en su momento más crítico. Por eso tenemos que volvernos lúcidos.

¿Y qué otros temas han despertado su interés?
Muy tempranamente me interesaron los herejes. Mi padre leía un libro de Menéndez Pelayo, “Historia de los heterodoxos españoles”, que cuando lo descubrí me encantó, pues me parecían mucho más divertidos que los ortodoxos. Con el tiempo yo misma guionicé y presenté para TVE1 una serie llamada “La España herética”, que no erótica, y descubrí a Prisciliano, sustituido para la cristiandad por el apóstol Santiago; que el más importante libro de la cábala judía fue escrito en Toledo, “El Zohar”; que los más señeros filósofos sufitas eran de Murcia, Córdoba, Sevilla o Ronda, que tuvieron una gran influencia sobre Juan de la Cruz, hijo de morisca, o que los alumbrados, fundados por una mujer en Guadalajara, eran una secta de clérigos, burgueses y mujeres cultas que se extendió por toda Castilla e influyeron en gran medida  en los comuneros. Sin embargo, no se estudian en los libros de historia. Lo curioso es que todos ellos tienen un origen gnóstico, que han sido siempre acusados de libertinos o libertarios.

¿Y lo griego? Creo que también es una de sus pasiones
Bueno, aparte de la filosofía griega, me ha interesado muchísimo lo pre-griego, por ejemplo la cultura cretense, que no minoica como se la nombra, de carácter matrístico y absolutamente original, aunque mal interpretada. A sabiendas, claro. Y otra cosa que me fascina son las vanguardias literarias y artísticas de la primera mitad del siglo XX. Sobre todos estos temas he publicado diversos libros.

¿Y ahora? ¿En qué está, por decir algo?
Ahora estoy con una novela. Renovarse o morir, pero de ella no puedo hablar.
Bueno, pues continuará
Continuará. Gracias por su “vis-à-vis”.



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