· El trabajo, promovido por el Instituto de
Patrimonio Cultural de España, IPCE, se inscribe en el marco del Plan Nacional
de Patrimonio Industrial
· El estudio ha sido realizado por la Universidad del
País Vasco
L.M.A.
19-enero-2017.- El Ministerio de
Educación Cultura y Deporte (MECD) ha finalizado un catálogo con los faros de
España que tienen valor patrimonial relevante. Los trabajos de catalogación,
que han durado seis meses, han sido llevados a cabo por un equipo de la
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), por encargo
del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).
El estudio ha
permitido concretar que de los 191 faros en servicio en el litoral de España,
130 poseen valor patrimonial relevante desde el punto de vista tecnológico,
arquitectónico y social.
Para la
realización del trabajo, en el que ha colaborado el organismo Puertos del
Estado del Ministerio de Fomento aportando una valiosa información, se han
seguido los criterios de valoración establecidos en el Plan Nacional de
Patrimonio Industrial, que tiene por finalidad la
protección y conservación de un patrimonio cultural que, por su propia
especificidad, es muy vulnerable.
El estudio está
encaminado a fomentar el conocimiento, mejorar la protección y permitir la
conservación de un sector del patrimonio industrial como son los faros con
valor patrimonial en España.
De esta forma,
se analizan en primer lugar los valores intrínsecos del faro, tales como su
valor testimonial, su singularidad y/o representatividad tipológica, su
autenticidad e integridad. En segundo lugar se estudian los valores
patrimoniales: valor histórico, social, artístico, tecnológico, arquitectónico
y territorial. Finalmente se abordan valores de viabilidad, como por ejemplo la
posibilidad de una actuación integral, el estado de conservación, gestión y
mantenimiento, la rentabilidad social y la situación jurídica.
La historia del
faro como elemento de seguridad marítima ha estado ligada a la navegación, con
la finalidad de señalar la ubicación de tierra firme. Desde la Antigüedad, a
través de hogueras, se han empleado diversos procedimientos para cumplir este
finalidad hasta la electrificación de los faros, en especial a partir de la
segunda mitad del siglo XVIII, con la utilización de lámparas que consumían
distintos combustibles, con señales ópticas que permitían focalizar la
dirección del haz de luz, y con sistemas de rotación que han pasado del
flotador de mercurio a los platos magnéticos.
Esta actividad
ha desarrollado un tipo característico de arquitectura, con tipologías
variadas, y una profesión: la de farero, operario encargado del funcionamiento
y que tiene su vivienda asociada al faro. El panorama se completa con el
entorno y el contexto, con las características particulares del lugar donde se ubica y las
infraestructuras construidas para dar el servicio necesario.
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