Julia
Sáez-Angulo
Genoveva
Tusell es la autora del libro de investigación El Guernica recobrado, Picasso,
el franquismo y la llegada de la obra a
España, que ha sido publicado por la editorial Cátedra. La historiadora ha
presentado su libro en la Residencia de Estudiantes de Madrid, acompañada por
Víctor Nieto Alcaide y Álvaro Martínez Novillo, autores respectivos del prólogo
y epílogo del ejemplar.
En el
acto estuvieron entre otros Juan Pablo Fusi, Juan Ignacio Macua, José Varela,
Carlos Sambricio, Manuel Fontán, Carmen Pena, María Antonia Castro, José
García-Velasco, director honorario de la Residencia y Alicia Gómez-Navarro,
directora.
El
libro tiene dos partes, una sobre el compromiso político de Pablo Picasso y
otra, sobre las negociaciones llevadas a cabo hasta la llegada del Guernica en
1981.
Víctor
Nieto señaló que el libro El Guernica
recobrado, Picasso, el franquismo y la llegada de la obra a
España era necesario por la documentación sistemática escrita que aporta.
Genoveva
Tusell sintetizó la historia de la recuperación de la pintura picassiana desde
los tiempos de Franco. Recordó que los ministros de Cultura de la democracia
tuvieron que negociar en tres frentes: primero, la necesidad de que la
democracia recuperase todas las libertades reclamadas por Picasso en el
documento que envió al MoMA de Nueva York; segundo, los documentos de la
titularidad del cuadro por el pueblo español, que se encontraron en los
archivos de Araquistain y, tercero, las negociaciones con los herederos, que se
sentían con derechos morales (Maya Picasso fue la más reticente).
Se
respetó la voluntad de Picasso de que el Guernica
estuviera en el Museo del Prado, ya que el pintor malagueño quería que su
pintura se confrontara con los grandes maestros Velázquez y Goya. La llegada
del cuadro se considerón “la vuelta del último exiliado” y “la culminación de
la Transición”.
Álvaro
Martínez Novillo, conservador de museos y director general del Ministerio de
Cultura, contó las numerosas vicisitudes y anécdotas que vivió en el MoMA de
Nueva York, junto a Gonzalo Armero, el que fuera director de la agencia Europa
Press. El Guernica se embaló de noche
en el museo neoyorkino y con el mayor sigilo por cuestiones de seguridad. Viajó
en la bodega de un Jumbo que aterrizó en Barajas.
El Guernica llegó al Museo del Prado,
dirigido entonces por un cura, el padre Sopeña, y asistió un presidente llamado
Calvo Sotelo, acudió la Pasionaria y aquello parecía una escena de película de
Buñuel, señaló con humor Martínez Novillo.
Roland
Dumas fue el albacea de Picasso. El abogado del Estado español Joaquín Tena
desempeñó muy bien su papel negociador, así como Gonzalo Armero y el
historiador Javier Tusell, entonces director general de Bellas Artes.
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