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Julia
Sáez-Angulo
La clase media estuvo a punto de ser laminada por la crisis económica.
Los presidentes Zapatero y después Rajoy no tuvieron piedad con ella y la
lanzaron de lleno a la pobreza. Casi se regresó al antiguo régimen de ricos y
pobres, antes representados por la nobleza y el estado llano, hoy relevados por
los poderosos (políticos, económicos e intelectuales). A la clase media se la
tilda de advenediza y pretenciosa y por ahí se puede morder metal, como en el
caso de los sueldos y pensiones: se suben las más pobres y se dejan las de la
clase media para que se siga empobreciendo, pese a su supuesta laboriosidad y
su valor de tejido social.
En
Londres no gusta la familia Middelton por sus expresiones de clase media, que
provocan desmayos en la nobleza y la familia real: “Nice to meet you” en vez de
“How do you do?” En la presentación del libro del marqués de Tamarón, se
debatió sobre la palabra “sostén” en vez de “sujetador”, esta última, de
ridículo origen en la clase media.
Camilo J. Cela, al que fascinaban los ricos “high class” y los utilizaba (Dr.
Marañón, Bartolomé March, los Huarte y Justo Jorge Padrón) también defendió la palabra “sostén”,
porque “no es lo mismo sostener que sujetar”.
Una noble a la que ayudé a escribir sus memorias, me corrigió lo de
“familia acomodada” –eso es clase media y de los que yo hablo es familia rica,
me aclaró.
En
suma: hay que acabar con la clase media, llevarla al patíbulo y simplificar la
vida social, sobre todo económica, en dos estamentos: los ricos y poderosos,
por un lado y los menesterosos, por otro. El Gobierno tiene la palabra.
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