Del 29 de octubre al 3 de marzo
· Muestra el
universo femenino a través de sus respectivos ajuares: el lujoso de la hija del
virrey y el escaso de la indígena
· La exposición parte de un retrato localizado en el
Museo del Prado que representa a dos personajes femeninos: una dama ricamente
vestida junto a una mujer indígena enana y con el rostro totalmente tatuado
L.M.A.
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26-octubre-2018.- El Museo de América acoge desde el próximo
lunes, 29 de octubre, la exposición ‘La
hija del Virrey. El mundo femenino novohispano en el siglo XVII’. La
muestra será inaugurada por el director general de Bellas Artes, Román
Fernández-Baca.
Comisariada por Andrés
Gutiérrez Usillos, la exposición parte de un retrato localizado en el Museo del
Prado que representa a dos personajes femeninos: una dama ricamente vestida,
junto una mujer indígena de pequeña estatura y el rostro totalmente tatuado.
Con la investigación
documental se ha podido determinar que la obra se recogió, durante la
Desamortización, en el Convento de Ntra. Sra. de la Salutación, donde profesó como monja de Velo Negro y Coro,
María Luisa de Toledo, y reconstruir el excepcional ajuar que esta dama trajo
de México.
Sobre el personaje
acompañante, sus marcas indelebles en el rostro y el tono de la piel sugerían
que se trataba de una mujer indígena. El valor exótico de estos rasgos era
complementado por su estatura, pues se trataba de una mujer enana. Por el tipo
de tatuajes, sabemos que procedía del área chichimeca, en la frontera norte de
la Nueva España.
Dos universos femeninos a través de los ajuares
La exposición temporal muestra
los dos universos femeninos a través de los ajuares: la Corte de México frente
al mundo indígena chichimeca y la convivencia de ambos. La muestra se ha
organizado en las siguientes áreas temáticas:
-La piel en el viaje
Trasladarse entre las dos
cortes, Madrid y México podía llevar varios meses, en unas condiciones muy
duras, y más aún cuando se trataba de organizar el traslado de una casa
nobiliaria, como hacían los virreyes rodeados de criados, bultos y equipajes.
Los diferentes tipos de petacas y arquetas de cuero, unas mexicanas y otras
andinas, introducen en torno a las problemáticas de este viaje.
-Lujo asiático en la corte virreinal
La llegada a México de la
familia virreinal suponía el inicio de una nueva etapa en la Corte, como
representantes del monarca, en la que el lujo, la ostentación, la demostración
del poder, el protocolo, las relaciones, se convertían en aspectos esenciales
para su funcionamiento. El palacio virreinal, ilustrado en el magnífico biombo
del Museo de América, se complementa con aquellos objetos que llegaban a México
a través del Galeón de Manila procedentes de Asia: mobiliario de estilo namban
de Japón, porcelanas o sedas chinas. En ese palacio, los marqueses de Mancera
recibieron como menina a Juana de Asbaje, más tarde Sor Juana Inés de la Cruz,
que debió compartir estrado con la protagonista del retrato.
-Esplendor del arte novohispano
Pueden contemplarse muebles
de taracea de Villa Alta, costureros de carey, bateas lacadas de Peribán,
cerámicas o barros de Guadalajara de Indias, etc. Uno de los elementos
esenciales es el chocolate y la parafernalia en torno a su consumo: molinillos
de madera, jícaras, mancerinas, etc.
- Un universo mágico para los sentidos
En el ajuar de María Luisa figuran
elementos vinculados con la obsesión por los olores: algalia, ámbar gris,
copal, etc., así como pomas, quemadores, incensarios, perfumadores, y otros
relacionados con la protección mágica y simbólica: copas de cuerno de
rinoceronte, caracolas de nácar, piedras bezoares, pezuña de la gran bestia,
sirenas, higas, etc. que, en el fondo, pretendían unos y otros, defenderse de un
entorno hostil.
-Espacios para la devoción
El oratorio de la familia
de María Luisa estaba presidido por una Inmaculada de Herrera el Mozo, que se
trasladó al convento de Constantinopla cuando ella ingresó como monja y hoy
forma parte, tras una historia más complicada, de los fondos del Museo Nacional
del Prado. Ese espacio tenía su propio ajuar, que incluía desde casullas,
frontales de altar, hasta platería. Pero además, la dama dejó un oratorio
portátil, donde suponemos se colgaba un enconchado de la Virgen de Guadalupe,
que refleja su gusto por los materiales americanos, entre los que contaba
además cuadros de plumas con representación de santos y otros objetos para la
devoción.
-En la frontera… de la marginalidad: indígena, mujer, enana y
tatuada
El otro personaje retratado
en el lienzo es la mujer indígena sobre la que se articula el resto de esta
exposición, pensado como un contrapunto a la primera parte. Su ajuar es
sencillo, ligero y práctico. En él se pueden contemplar arcos, carcajs, en el
mundo masculino, frente a los cestos femeninos, el omnipresente tocado de
plumas, etc.
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