-->
L.M.A.
31/1/19
.- MADRID .- La escritora argentina Inés Garland ha resultado ganadora de la
XXX edición del Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo
Edelvives y dotado con 14.500 €, por la novela presentada bajo el lema Lilo.
El
jurado, que decidió otorgar el galardón por mayoría, estuvo integrado por
Carmen Blázquez (crítica literaria), Ana López Andrade (profesora), Marina
Navarro (bibliotecaria), Patxi Zubizarreta (ganador de la pasada edición) e
Ignacio Chao (editor), actuando como secretario Jorge Gómez.
La novela aborda los días de convivencia de Emi, cuyos
padres se han marchado de viaje, con sus abuelos Ava y Héctor y su perro Lilo.
El animal enseguida advertirá que esa niña, antes cariñosa y juguetona, es
ahora una preadolescente testaruda, enganchada al teléfono móvil, que se
encierra a menudo a llorar en su cuarto. Lilo, que tiene una capacidad especial
para percibir la tristeza y el miedo, que a él le huelen a levadura y a limón
viejo, no tardará en descubrir el origen del llanto de la chica: unos anónimos
amenazantes que recibe a menudo en su teléfono.
Con
la ayuda de Olivertwist, un astuto perro callejero, intentará averiguar quién
le está haciendo la vida imposible a la nieta de sus amos.
Para
el jurado, la obra «es, a su manera, una novela social, pues pone el foco en un
mal de esta época: el uso inadecuado y abusivo de las nuevas tecnologías en
edades infantiles, y trata ese tema tan delicado con un refinado humor que se
sirve de la singularísima voz narrativa de un perro.
Precisamente la convivencia entre personajes humanos y
animales capaces de intervenir en la realidad sin dejar de ser animales es uno
de sus principales rasgos de originalidad. Novela deaparente sencillez, pero de
una alta intensidad emocional, celebra la vida mediante la exaltación de lo
cotidiano, de lo que sucede en un barrio cualquiera y del día a día de las
personas que lo habitan.
Una
obra que es un elogio de los afectos y de la felicidad, que, aunque ocasional y
fugaz, debería ser ―parece trasladarnos― el estado natural de las personas».
Tras
conocer el fallo del premio, Inés Garland ha contado cómo se gestó la novela:
«Hace cuatro años, después de haber vivido toda mi vida en el centro de la
ciudad, me mudé a un barrio en las afueras. Me enamoré por primera vez de un
barrio, de sus veredas floridas y perfumadas, de su plaza de niños y jubilados,
de las vías del tren, de sus árboles, de los personajes reconocibles que me
cruzaba cada día en sus calles. Y un día me crucé con un perro con cabeza de
ovejero alemán, de cuerpo largo y patas muy cortas. “¡Qué feo!”, pensé. Unas
calles después, la voz de ese perro empezó a hablar en mi cabeza, y unas
semanas más tarde me sumergí en la escritura de esta novela.
Como siempre
que me toma la escritura de una novela, toda suerte de cosas plausibles de ser
incluidas se me empezaron a cruzar por el camino. Los hijos de una amiga
querida, vecinos del barrio, se convirtieron en fuente de inspiración, y una
casa vieja y sombría en una esquina pasó a ser la casa de una niña triste que
terminó siendo sueca porque estos niños descubrieron en Internet un perro parecido
al de esta novela que era sueco».
Sobre
la personalidad del perro Lilo, en el que recae la voz narrativa, desvela que
es un homenaje a su abuelo: «Mi abuelo se llamaba Cirilo y a los dos años, yo,
la nieta mayor, lo bauticé Lilo, y de ahí en más todos lo llamaron Lilo, hasta
señor Lilo. Quién sabe qué pensaría sobre que un perro literario tenga su
nombre. Él, Lilo, me llevó a mirar las cosas cotidianas como si las mirara por primera
vez.
Con
él me sorprendí por nuestros modos de relacionarnos, de mirarnos con buenos ojos,
con ojos que aman. A la vez, con Lilo encontré maneras diferentes de expresar
los sentimientos de inadecuación que conozco bien y hablar de la perplejidad de
los niños frente a lo que sienten claramente pero no conocen. La manera que
tiene Lilo de pensar el mundo, asombrada, cándida y amorosa persiste. Tal vez
era anterior a él, estaba ahí, en mis facetas más amables».
2
Inés
Garland nació en Buenos Aires en 1960. Ha sido guionista de documentales y
editora en una revista. En la actualidad, colabora en distintas publicaciones,
imparte talleres de escritura creativa y se dedica a la traducción y a la
escritura.
Es
autora de la novela para adultos El rey de los centauros (2006) y de los libros
de relatos Una reina perfecta (2008), premiado en 2005 por el Fondo Nacional de
las Artes argentino, y La arquitectura del océano (2014).
Entre
su producción para niños y jóvenes se
cuentan las novelas Piedra, papel o tijera (2009), El jefe de la manada (2014)
y Los ojos de la noche (2016). Piedra, papel o tijera fue distinguida como
mejor obra juvenil de 2009 por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil
de Argentina, y publicada más tarde en francés y alemán. La traducción a esta
última lengua le sirvió a Inés Garland para convertirse en la primera autora
latinoamericana en recibir el Deutscher
Jugendliteraturpreis, el premio de literatura infantil y juvenil más
prestigioso de Alemania.
No hay comentarios:
Publicar un comentario