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Julia Sáez-Angulo
2/8/19 .- Madrid .- Cuando
observamos las fotografías del Escorial del siglo XIX, enseguida llama la
atención el panorama de desolación que presentaban sus montes, ni un árbol ni
un mísero arbusto ofrecían su sombra protectora”, se dice en la introducción al
libro Montes del Escorial. Historia de
una repoblación, publicado por Visión Libros. “Era un paisaje más propio del satélite lunar que de nuestro
planeta tierra, el resultado de años y años de explotación abusiva, de no
establecer límites efectivos al diente del ganado y al haza del leñador”.
“No siempre fue así, y
afortunadamente, por lo menos en este aspecto, ahora tampoco el paisaje es el
de antaño. Cualquiera que se acerque al Escorial podrá contemplar la espléndida
arquitectura de su afamado monasterio, envuelta por un denso pinar que trepa
hasta las alturas del Abantos. Este manto verde es la obra de un grupo de
técnicos, los ingenieros de Montes y de la Escuela que los formó, instalada
precisamente en las antiguas casas de oficios monacales, al pie mismo de esa
sierra que con tanto esfuerzo consiguieron repoblar”.
El libro lleva fotografías y mapas
que ilustran el tema al lector.
Realmente el Real Monasterio del
Escorial merece ese manto verde que le da una capa de belleza y dignidad, la d
la Naturaleza fértil. Miles de visitantes y turistas llegan a ese monasterio,
para algunos la octava maravilla del mundo, para otros la mayor mole en piedra,
obra del arquitecto Juan de Herrera en el siglo XVI, verdadero joyel de obras
artísticas en pintura, escultura, artes decorativas...
El libro Montes del Escorial. Historia de una repoblación abarca toda la
historia del paraje: Los montes del Escorial antes de la construcción del Monasterio;
El Escorial Bosque Real; Montes ingenieros, Graells y la repoblación del
Guadarrama, o, La repoblación del Monte
Abantos.
El epílogo recuerda: “Y para
conservar los bosques, puede servirnos de inspiración el principio contenido en
el viejo adagio “el monte protege al monte”, esta especie de solidaridad
montuna, debidamente adaptada al obrar humano, “esta acción fecunda” puede
constituir uno de los rasgos más salientes de la economía forestal de las
montañas”.
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