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30/7/19 .- “Isla/País de colibríes” es un
extenso libro original del sociólogo y poeta Manuel Quiroga Clérigo que
contiene dos interesantes poemarios, escritos en diversas edades y que
constituyen un ameno producto lírico de varios viajes por dos países de la
América Hispana: Cuba y México. En el caso de “Isla” se trata de una colección
de versos convertidos en un detenido libro de afectos y de viajes dedicado
completamente a Claudia, la nieta mayor del autor. Está escrito precisamente en
el mes de Mayo del año 2006, fecha en que nació la niña y cuando Quiroga había
sido, previamente, invitado al Festival Internacional de Poesía de la Habana
donde tuvo ocasión de entrevistar a Aitana Alberti, Evghueni Evtusenko, Miguel
Barnet y recorriendo, como un cubano más, los casi 1300 kilómetros de largo de
la isla de Cuba.
El poeta
describe la mencionada la alargada isla como envuelta en un mundo infantil que
sirve de nexo al poemario (“Hay una tortolita en los acantilados./Ha regresado
sola de los prados sin nadie”…) y que facilita la redacción de los inspirados
poemas.
Encontramos,
efectivamente, poemas sociales, icónicos, poemas convertidos en cuento o
leyenda fácil, la mayoría de ellos escritos en bien medidos versos
alejandrinos, endecasílabos, decasílabos y algún soneto con variadas metáforas
e imágenes.
El
lector que guste tanto de la poesía clásica como de la moderna, no quedará
defraudado con éste libro que une bucolismo y modernidad en una feliz
conjunción de naturaleza y máquinas, los cuales se desenvuelven un mundo
complicado y muy actual como es el de hombres sin nada y muchachas hermosas:
(“Hay hadas pequeñitas, infantiles, curiosas./Van vestidas de nieve o de azul
diluido./Acuden presurosas cuando los niños lloran/derramando su aliento de
estrella emocionada”
Amanecen
en la isla de las hadas y los ángeles, también los hombres uniformados verde
oliva y todas sus historias, cada uno con su protagonismo y su inagotable
paciencia y ganas de vivir, pese a los avatares negativos de la existencia, la
de ellos y la de los demás.
El
poeta desea para su nieta un mundo que sea de todos, una tarde vestida de
alegría, su hada de la guarda disfrazada de Luna en una isla que subyacen en
medio de la resaca revolucionaria prados y corazones bondadosos, donde al
“patria o muerte” solo queda agregar con el poeta algo tan sencillo como lo que
determina uno de sus versos: “la única victoria son los hombres felices.”
La
segunda parte, titulada “País de colibríes”, data de 2015, fecha del nacimiento
de Martina, la segunda nieta del autor. También contiene versos elegantes,
delicados, rítmicos, plenos de belleza, producto de sus andanzas por varios
ciudades del estado azteca y de su estancia en la, hoy denominada, Ciudad de
México, de tan bellos edificios y tan complicada habitabilidad por su inmenso
tráfico, abigarrada población y constante polución. En el largo entramado
lírico son muchas e interesantes las muestras de un trabajo en el que la
aventura y las cercanías a los demás tienen su momento: “Hoy recuerdo tus ojos
de ámbar floreciente./espero tu mirada nacida del silencio/como cuando las
fuentes inundan el paisaje,/el espeso perfume de tu frente callada,/el
principio secreto de una vida impaciente”.
En el
valor del trabajo itinerante y la capacidad de convertir en aventura lírica un
espejo convertido en fantasía, algo que Manuel Quiroga, lleva a cabo en la mayoría
de sus obras como en el poema, casi final, dedicado a Martina y a Claudia y
titulado “Hacia vosotras” escrito en la Ciudad de México el 18 de Octubre del
año 2015: “Vamos hacia vosotras, a las nubes,/al límite del viento y el
otoño./Cruzaremos los mares, las orillas,/el verdor de las islas, los
silencios./Atrás quedan museos, lagos, aves;/edificios llegando a las
estrellas./Ya hemos contemplado bosques, lunas,/las grandes avenidas, sauces,
ríos; los trenes recorriendo las laderas,/ardillas escalando jacarandas./codornices
volando hacia las fuentes,/los aviones rozando rascacielos./Siempre estabais
presentes en las tardes,/en tantas madrugadas, los domingos;/recordadas en
torres y teatros,/reflejadas en lluvias y horizontes./Vamos hacia vosotras, a
la vida,/a los espacios libres de naufragios,/al lugar en que habitan las
gaviotas,/a esos territorios de rosales/habitados por brisas florecientes./Lo
demás que ahora lejos, lejos;/tan sólo nos importa el abrazo”.
Es tan
sólo uno más de los libros de poemas viajeros de Manuel Quiroga Clérigo
Eduardo
Benítez Romero
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