Apuleyo Soto Pajares, escritor
Julia Sáez-Angulo
27/8/2020.- Madrid.- El escritor Apuleyo Soto es el autor del libro El Cega ciego, publicado por Oportet Editores. Se trata de un recorrido geográfico, literario, poético y humano sobre el curso del curso del Cega, rio segoviano “con vocación de cartujo”, al decir del autor, que nace en la sierra de Guadarrama y entrega sus aguas al Duero en la provincia de Valladolid.
Una gran pinada acompaña a este río singular, que se esconde entre la arena que lo ciega y que lucha por salir hacia sus orillas y hace caer pinos, en ese combate entre los árboles y la arena.
Ignacio Sanz es el prologuista y Fermín de los Reyes Gómez escribe el epílogo. Entre medias una serie de capítulos seductores que nos ponen de manifiesto un paisaje singular castellano, que pasa por Navafría, El Chorro y El Martinete, La Velilla, Torreval de San Pedro, Pedraza, Turégano, Castilnovo, Vega el Carracillo, Cantalejo, Cabezuela-Lastras, Aguilafuente, el pico del Nevero, Cuellar, Fuentepiñel y Frumales, Cogeces, Melleces, Vallelado…
Una excursión por el río Cega, junto a este libro de Apuleyo Soto Pajares (Cozuelos de Fuentidueña, Segovia, 1942) es una fuente de placer y conocimiento al mismo tiempo. El autor ha dedicado muchos de sus poemas romance a este territorio que tan bien conoce. Aunque anduviera en Madrid, / no me llaméis forastero, escribió esta maestro y periodista al que Buero Vallejo definió como “niño duendey poeta con barba y pipa”, que mereció el Premio Nacional de Difusión Cultural 1983 y Premio Tierra de Segovia 2006.
“A Madrid, como metáfora de la diáspora, nos hemos ido todos. O casi todos. Algunos tuvimos la suerte de regresar, pero los que no pueden regresar, los que andan desorientados tratando de buscar una brújula, se van a encontrar en estos romances que jalonan el río la música de la tierra”, escribe el prologuista.
Es hermoso amar el territorio y muy satisfactorio escribir sobre él. Esto es lo que le sucede al poeta Apuleyo Soto con el libro El Cega Ciego, donde se adivina conocimiento y placer por la mirada, el paseo, la excursión, el recorrido… La mirada nutre, la reflexión sugiere, la letra impresa, manifiesta y hace compartir a otros lo descubierto.
El Cega Ciego termina con una auto-entrevista en la que Apuleyo Soto dice: “La conversación, amigo, es para mí placer de dioses, como lo fue para Platón, pero a la vez, sepa que me reservo más de lo que expreso, porque este hombre que habla solo, espera hablar con Dios un día, tal cual solía hacerlo al atardecer -esa hora en laque nos examinan de esa asignatura pendiente del amor- el caminante catedrático de francés, don Antonio Machado, por los campos de Soria pura o la Alameda del Parral-verde segoviana, donde se funden el Eresma y el Clamores, corrientes espirituales para San Juan de la Cruz y Teresa de Cepeda y Ahumada, no digo del brazo, sino de corazón a corazón y de alma a alma”
3 comentarios:
Querida y añorada Julia: Me has dejado encantado con tu relato y reflexiones sobre El Cega Ciego,río en sus últimos tramos enarenado (de ahí el título como tú apuntas) y al que he seguido en distintas ocasiones a lo largo de siete años. El libro ha tenido y va teniendo una aceptación espectacular y yo me gozo con ella.Para ti mis recuerdos de nuestra juventud periodística compartida.Lástima que no respondas al teléfono que señalas en la calle Adaro. Hablaríamos de tantas cosas! De ahora en adelante seguiré tu blog cultural.Besos y abrazos.APULEYO.
Me ha agradado lo que dice el autor en referencia a Machado. Yo también converso con el hombre que va conmigo; con mi sombra.
Raúl
Si... es la mejor forma de refleionar...
Un placer seguir leyéndote.
Abrazos
Amalia
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