Hotel Artmadams. Palma de Mallorca
Julia Sáez-Angulo
12/8/21.- Palma de Mallorca.- “Primero escándalo, después gloria” esto es lo que ha sucedido con muchos edificios y monumentos públicos de las ciudades a lo largo de la Historia, recordaba recientemente el catedrático y filósofo Gabriel Albiac, citando ejemplos como la torre Eiffel y el Centro de Arte Georges Pompidou en París, hoy orgullo de la capital francesa. Afortunadamente los ediles responsables de la ciudad no optaron por demolerlos, por más que despertara un inicial rechazo o escándalo en determinada opinión pública, incluida la de algunos miembros de la corporación municipal.
Si algo lamentan muchas ciudades es el haber demolido edificios particulares, históricos o con memoria singular de algún personaje de la cultura, como sucedió con el palacete de San Quintín, la casa de don Benito Pérez Galdós en Santander.
Esta misma situación pudiera darse con la pintura del artista José Luis Mesas en los muros denla fachada del Hotel Artmadams, recientemente reinaugurado, tras una profunda restauración que contó con los permisos del Ayuntamiento para hacerla. Una restauración que ha respetado la factura racionalista del arquitecto Guillem Forteza (1892-1943), del que se han destruido sin piedad ni lamento alguno otros edificios en la isla, algo que no ha sucedido en absoluto con este de Palma en el Hotel Artmadams. La única diferencia es esa pintura mural de Mesas que se añade y enriquece a la sobriedad de un edificio, para gozo de vecinos en una calle y una zona no lejos del mar Mediterráneo, un Mare Nostrum que invita a la alegría del color lúdico y armónico de Mesas.
Son numerosos los artistas, arquitectos, críticos e historiadores del Arte que están apoyando y aplaudiendo esta iniciativa de la pintura de Mesas en la fachada de Hotel Artmadams, que ha optado por el arte y la cultura dentro y fuera de su establecimiento hotelero, como lo demuestra igualmente la colección de pinturas, esculturas y grabados que lucen las paredes del Hotel, fruto del mecenazgo y querencia por el arte de su dueño, Jaime España.
Más de cinco mil firmas de prestigio en diferentes campos abonan este apoyo mural, frente a la resistencia de ciertos miembros del Ayuntamiento para aceptar esta fachada, que, por otro lado, nunca se prohibió de modo expreso. Ahí están los nombres de artistas como José Fayos; Acensión Verd, Luca Manzoni, Blanca Martí, Carlos Terroba -escultor de una gigantesca escultura de una cabeza de hierro en el patio del Hotel Artmadams-, Jorge Paredes, Carmen Spínola, la fotógrafa Paula Fuster; Jorge Llopis, perito judicial de patrimonio histórico artístico; el diseñador de joyas Chus Burés, la economista Petra Mateos; el arquitecto Carlos García Lara, director de la revista de Restauración “Arte Sacro”; la historiadora de arte María José Arnaiz; Helena de Berenguer, condesa de Xauen; el cantante Bruno Santos, la artista Norma Duval; quien esto suscribe, Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de la Asociación de Críticos de Arte de Madrid, AMCA, y miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA/Spain… y sobre todo la asociación de vecinos de la zona adyacente al Hotel, así como de diversos prohombres y mujeres de Baleares.
Sería un error de primera magnitud obligar a retirar esta pintura artística de la fachada, cuando ni siquiera hay una normativa específica de color para la calle o el barrio en que se encuentra. Estoy segura de que, si se lleva a cabo esta retirada del mural de Mesas, los ediles responsables pasarían a la lista de los inquisidores del arte contemporáneo. La obra de Mesas es armónica, en medio de su dominio del ritmo y el color vivo y de la gracia y humor que conlleva. Un mundo de personajes alegres, entre el pop y el cómic, en un mundo de mariposas, libélulas, peces, estrellas, corazones, burbujas...
Se sabe que son muchos los arquitectos son muy celosos de que su obra conviva con la de los pintores que suelen arrebatar el protagonismo por su color y visualidad. Y que son unos cuantos los que dejar el arte de la tercer dimensión para ir a la retadora pintura.
Las Hundertwasserhaus o “casitas de colores“ (1983-1986), conjunto de casas del distrito tres de la ciudad de Viena, planificadas por el arquitecto Joseph Krawina, y construidas por el artista Friedensreich Hundertwasser, son hoy motivo de visita turística por los que llegan a la capital austríaca. También aparecieron en medio de una fuerte polémica. El mural de Mesas en la fachada del Hotel Artmadams es mucho más hermoso que el de aquellas, aunque las comparaciones sean odiosas. Estoy segura de que las guías de turismo de Palmas incluirán en su ruta al Hotel Artdemams ante las pinturas de Mesas.
Es bueno que las cosas de la ciudad se debatan por los ciudadanos, eso índica que la “res publica” está viva e interesa, pero hay que dar cancha a los artistas del presente, que van por delante de la sensibilidad estética general ramplona. Además, siempre cabe una moratoria de varios años, como en el peor de los casos solicita el propio Hotel Artmadams, para que la ciudadanía y los ediles recalcitrantes, convivan con una propuesta artística audaz y novedosa.
En Madrid, los frescos de la célebre Casa de la Panadería, en la plaza Mayor de la capital, tienen una permanencia aproximada de unos 30 años y después se invita a otro artista a pintar de nuevo un fresco sobre el deteriorado por la inclemencia de la climatología, dando cauce al denominado arte efímero -relativo-, y a la entrada de nuevas propuestas contemporáneas, al tiempo en que se vive junto a ellas. Hoy son los murales de Carlos Franco, artista que compitió en el concurso restringido con Sigfrido Martín Begué o Guillermo Pérez Villalata. El mismo Ayuntamiento de Madrid los convocó para superponerse al desgastado mural de Enrique Guijo. (He de decir que el Ayuntamiento tardó un tanto en retirar los andamios, porque temía la reacción de los madrileños ante el nuevo mural. Salió indemne, pero hay que arriesgarse).
Todo está por ver en el caso de la fachada del Hotel Artmadams pintada por Mesas -un artista hoy internacional en los países del Golfo y en otros. Los ediles habrán de sopesar todo en sus decisiones. Tendrán que rendir cuenta a la ciudadanía del presente y del futuro, a menos que sean simples cuenta-votos puntuales en las elecciones, que aún así podrían perder o no ganar. Las decisiones precipitadas no son buenas. La reflexión y la moratoria podrían ser muy convenientes. Lo peor, tomar el asunto en una simple disputa política y no artística. Recuerdese también la polémica sobre la intervención de Barceló en la catedral de Mallorca.
Yo, como crítica de arte, apuesto hoy, junto a otros historiadores de Arte, entre ellos, los citados, por la permanencia de esta fachada de Mesas, pintada por un artista singular, arraigado en Mallorca.
Más información
https://artmadams.deditec.dev/
Casas de colores. Viena
Frescos de Carlos Franco. Casa de la Panadería. Madrid
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