Víctor Morales Lezcano
17.09.2022.- Con motivo del fallecimiento de la reina Isabel II en el palacio de Balmoral el pasado jueves (8 de septiembre de 2022), no han sido pocos los recuerdos relacionados con los ingleses que se han ido acumulando en mi interior. Esto viene ocurriendo, desde que en mi primera juventud (década de 1960) se perfiló el cúmulo de comprobaciones visuales, físicas, literarias e históricas del peso de la huella que los ingleses habían dejado en la navegación, en el comercio y en el turismo de Canarias durante un siglo (1850-1950). Fue aquel un proceso de metabolismo cultural que me marcó biográficamente. Es probable que de ahí arranque el hecho de que mis primeras investigaciones, en cuanto aprendiz de historiador, tuvieran que ver con el asunto de las Relaciones mercantiles entre Inglaterra y los archipiélagos del Atlántico ibérico: su estructura y su historia [1503-1783], libro que quiso publicar el tinerfeño Instituto de Estudios Canarios (1970), bajo los auspicios del profesor Serra Rafols. Más tarde, se reeditó la obra en Ediciones Idea (2005).
Aquella toma de conciencia, antes aludida, viene ahora a esclarecer por qué mi primera estancia prolongada fuera de Gran Canaria (y de la península ibérica) tuvo lugar precisamente en el Reino Unido. Fue en calidad de joven lector de lengua española tanto en la Moseley Grammar School como en la Universidad de Birmingham. Luego, como becario del Consejo británico volví a Londres, para iniciarme, esta vez, en la legendaria British Library y en algún que otro archivo de la (entonces) imperial y mercantil ciudad de Londres. De aquí también arrancó más tarde el impulso que me condujo, durante un receso veraniego en mi entrañable Tafira de Gran Canaria, a redactar Los ingleses en Canarias (libro de viajes e historias de vida (1.ª ed., Edirca, 1986; 2.ª ed., Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1992). Esta fue una aproximación al tema, que, incluso, se presentó en el Instituto Español de Cultura (luego, Instituto Cervantes), dirigido entonces por Eduardo Garrigues. Una invitada especial, llamada Isabel de Madariaga, reconocida historiadora en la Universidad de Londres, contribuyó al coloquio con que culminó el acto.
Surgen en mi mente muchos más recuerdos asociados con la impronta que tuvo, desde mi primera juventud, como decía poco antes, la huella británica en mi vida personal y también profesional.
Ahora, con motivo del fallecimiento de la reina Isabel II en el palacio de Balmoral, compruebo cuánto han cambiado el mundo y el Reino Unido (post Brexit), las relaciones internacionales, hoy en coyunturas muy críticas, la vieja Europa desde la posguerra mundial en 1946, hasta la cimentación de la Unión Europea desde Bruselas y un largo etcétera. Capto también la situación actual de las tres monarquías que he vivido desde dentro en mis trasiegos profesionales. Me refiero a los países y a las monarquías respectivas de Reino Unido, España y Marruecos. Ni pretendo establecer, ni poseo autoridad intelectual para sugerir, paralelismos de ninguna suerte entre las tres naciones mencionadas, pero sí poseo el derecho a evocar en estas apresuradas líneas que el fallecimiento de la reina Isabel II ha agitado en mi persona las aguas por las que han navegado mis derroteros −repito− tanto personales como profesionales.
Víctor Morales Lezcano
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