27.10.2022
LA OCTAVA MARAVILLA DEL MUNDO
(Oda a el Monasterio de El Escorial)
Te llaman la Octava Maravilla del Mundo
por ser estuche de joyas y cámara de alhajas.
El Rey de la monarquía hispánica te concibió
como templo divino y arca de salvación
de sus tesoros frente a la Reforma iconoclasta.
Villalpando revisó los planos de Salomón
y quiso darte a Dios como arquitecto.
Herrera te erigió con la perfección de la geometría:
círculos, cuadrados y triángulos te levantaron
en piedra, entre montes y ésculos de verde intenso,
con trazas, alzados, remates y techumbres regias.
En ti se reprodujo el Parnaso de las artes
Porque así lo quiso el Monarca:
Tiziano, El Bosco, Patinir... ornaron tus muros de pintura.
Imágenes, arquetas, relicarios, dibujos, estampas
y códices miniados por doquier. Capas pluviales,
casullas y ternos bordados para ricas sacristías.
No existe otro recinto tan espléndido como tú
en el Renacimiento:
Eres palacio, basílica, biblioteca, monasterio,
panteón de reyes, patios sucesivos y jardines ordenados…
Eres grande, rico, suntuoso, solemne y magnificente,
Digno del monarca de un Imperio
donde no se acostaba el sol,
de un soberano de reinos peninsulares,
de Flandes, del Milanesado, de Sicilia y Palermo,
del Perú y la Nueva España…
El XIX te infligió una herida siniestra:
Napoleón quiso tus bienes, en su sueño depredador
de todos los tesoros artísticos del mundo.
Mendizábal te despojó de los frailes Jerónimos,
custodios eficientes desde tu origen filipino.
Madrazo retiró tus cuadros a la gran pinacoteca
nacional, en prevención de más depredadores.
Los viajeros románticos decimonónicos te vieron así:
Vacío, solitario, triste y lúgubre.
Hablaron de oscuridad y sombra de un pasado esplendor.
Eran los hechos y los ecos de un siglo cruel y desamortizador,
que, impío, desacralizaba iglesias, conventos y monasterios
al tiempo que, con nueva reforma, destruía imágenes.
La guerra civil del 36 se llevó al agustino padre Zarco,
aún primera autoridad en historia escurialense.
A la insidiosa leyenda negra se sumaba
la pérdida progresiva, tu declive paulatino.
Pero al fin, como Ave Fénix, has renacido de tus cenizas
y brillas con fulgor en el verdor de los bosques
de la Herrería.
Tu piedra y granito resistieron los tiempos de incuria
y de rechazo. Muchos de tus tesoros se mantuvieron
pese a la codicia o desidia de los hombres.
Tus antiguos joyeles han regresado a tu sede.
No importa que muchos de tus bienes se perdieran,
los tenías con creces.
Los que hoy albergas dan fe de tu pasado y de tu gloria.
Monasterio de El Escorial, de San Lorenzo de El Escorial,
eres la presea filipina, el orgullo de los Austrias,
la granada suntuosa de la agitada Historia de España.
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Julia Sáez-Angulo. Poeta
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