Carlos Penelas, poeta argentino
De la amada
¿Dónde la cabeza reclinada,
la tarde, tu sombra, tu cabello,
la voz en la sonrisa?
Si yo pudiera atravesar el aire
y gozar de tu cuerpo, de tu aliento,
de esta pereza, amada, que abandona
el sentido, la niebla, los claveles.
¿Qué queda de lo íntimo,
del secreto vacío,
impaciente, desentendido?
Conmueve el alma este desorden,
cada caricia protegiendo el desierto,
el perfume posible, desenterrado.
Si pudiera velar la espera
que despoja el recuerdo...
Carlos Penelas
De la niñez
Miro las imágenes.
Veo la rueca, la nieve, los espejos.
Miro las botas rojas, el mar,
La ballena, la barca. Descubro un sello
con la daga sobre una capa oscura.
Hay una cruz, un bosque, una cesta.
Otra rueca y caminos que llevan
a una torre del castillo con fantasmas.
Ahora otro mar, otra nave, un malayo.
También me maravillan la reina,
una bella durmiente, el vizconde.
Y un caballo blanco, sorpresivo.
Esto miro y descubro en los libros
la infancia que regresa.
Y no deseo despertar
porque mi madre acomoda la almohada.
Carlos Penelas
La voz de la noche
Ha regresado tu espectro.
Ambos tuvimos la ira de aquellos
que no lloran ante el bosque
o ante el mar. Fue cuando el viento
atravesó la agonía. Ahora padre,
quiero cifrar entre las cosas últimas,
que también hemos visto ondular
el aura y la ternura. En la intimidad
ambos sabemos que la espera
es un eco laborioso de los rostros,
un hábito indescifrable, distraído.
Y bordea la ausencia del recuerdo.
Carlos Penelas
Amor constante
nadar sabe mi llama la agua fría,
Quevedo
Soy un fantasma que retorna.
Beso a la amada en la niebla del sueño,
de un sueño lejano, sin orilla.
Hace tiempo que partí hacia el abismo;
sólo regreso para amarla.
Ya no nos vemos,
ya no hay lecho ni abrazos ni llovizna.
Sólo la niebla del silencio,
sólo el ondular de una ribera
en el seno invisible de la luz.
Pero intentamos amarnos
en el delicadísimo misterio de la brisa.
Tendidos, juntos, sin suspiros,
en el olvido y la memoria de la noche.
Carlos Penelas
Poema del aire y del silencio
¿Cómo explicar, si no sabemos?
Hay visiones, palabras, sueños.
Vagan sin rumbo como cartas marinas
en la fatiga de quillas inmóviles.
¿Hasta cuándo?
No es el reposo ni el ansía errante.
Es la noche, el nadar desnudo, inajenable.
Miro tus ojos sin conocer tus labios.
Carlos Penelas
Cinco poemas
a Emiliano y Lisandro
Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento
Gutierre de Cetina
I
En esta plaza de la infancia
oigo el eco de su voz. Siento su mano.
Vuela la hamaca, toco el jacarandá.
Veo una cúpula, un pájaro, un cielo.
Y de pronto regreso.
Etéreo, abisal, anónimo.
II
Hay algo que nos llama en silencio.
No es el mar ni la memoria
de la tarde; es una suerte de descuido
que invoca, que espera ligero
en secretos. Si pudiera encontrarte…
Conjuro sin moverme
un bosque desterrado, peregrino.
III
Ahora descubro una fotografía.
Me reconozco, es parte del ensueño,
la brevedad que regresa.
Deshallado, estoy muy lejos…
A veces, la noche trae su vacío.
Y quiero comprenderlo.
IV
Creo que es un signo
la beatitud de esta mujer que miro.
Somos dos cíclopes
en este tiempo mágico, vulnerable.
Desconozco la aureola de la rosa,
el presagio de su nombre.
Y el encuentro desprendido.
V
La luz del alba y el espejo
son certidumbres de esplendor
y olvido. ¿Lo sabemos?
Lejanías equívocas laten
desasidas en nostalgia.
Como si la lluvia flotara
en el misterio insomne del amor.
El destino es un instante. Íntimo.
Carlos Penelas
Mas información
http://www.carlospenelas.com/2023/01/bryam-herrera-jurado-escribe-sobre.html
Carlos Penelas, poeta
3 comentarios:
Mi compatriota escribe muy bellos y sustanciosos versos. El motivo, según mi humilde opinión, es el de siempre. La tradición anterior da mucho alimento; otro, la vida misma. Con esto el poeta crea algo nuevo.
Muchos saludos,
Raúl
p.s. Conivene recordar que en Penelas hay también fuerte presencia de la tradición celta.
¡Qué gusto reencontrar la poesía de Carlos Penelas por este artículo! hace mucho que no lo veo a Carlos, perdí su contacto. Además de ser un gran poeta y escritor, Penelas hizo mucho por mantener viva la memoria del extraordinario cardiocirujano argentino René Favaloro, un ejemplo excelencia científica y ética profesional. Y un final que sigue doliendo.
"Ahora padre,
quiero cifrar entre las cosas últimas,
que también hemos visto ondular
el aura y la ternura. En la intimidad
ambos sabemos que la espera
es un eco laborioso de los rostros,
un hábito indescifrable, distraído.
Y bordea la ausencia del recuerdo..."
maravillosa poética de C.Penelas, gracias !
Sandra
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