sábado, 31 de agosto de 2024

El Aula “Canarias y el noroeste de África” cumple cuarenta años


Víctor Morales Lezcano


Por más que intentemos escapar al círculo giratorio del tiempo, o de los tiempos pretéritos, nunca lo conseguiremos. Dese por adecuada esta expresión para recordar que en este 2024 se cumplen justamente cuarenta años de la celebración del Aula “Canarias y el noroeste de África” que el Cabildo Insular de Gran Canaria patrocinó en el marco institucional de la Casa de Colón; sería descortés no puntualizar que, tanto en la primera edición del Aula (1984) como en sus ulteriores convocatorias bienales de 1986 y 1988, no solo el Cabildo Insular de Gran Canaria, sino también el Ministerio de Asuntos Exteriores en el Palacio de Santa Cruz y una serie de instituciones universitarias españolas (UNED), norteafricanas y subsaharianas coadyuvaron a que en aquellas fechas (1984-1988), ya algo alejadas, se llevaran a buen fin los cometidos historiográficos y culturales que se perfilaron “ab initio” y se fueron desarrollando a continuación; plasmándose posteriormente en los tres volúmenes que al final constituyeron una innovadora aproximación historiográfica al archipiélago de Canarias, a los países del vecino Magreb y a otros Estados del continente africano.

El agudo periodista y escritor Pedro Fernaud (1939-1996) citó con acierto, en su introducción al primer volumen del Aula la atinada reflexión contrafáctica del africanista Pérez del Toro que se reproduce a continuación:

“… A no haber sido por el grandioso hecho del descubrimiento de América, que cambió la dirección de la política española, las armas castellanas habrían pasado el Estrecho en el siglo XV como los vándalos lo pasaron en el V, los godos en el VII y los árabes en el VIII, y habríamos sojuzgado la Mauritania y toda la Berbería, y poblado y civilizado el continente africano como civilizamos y poblamos el Nuevo Mundo…”.

Ahora bien, el decurso de la historia desde 1492 marcó la ruta oceánica de los navíos de pabellón ibérico hacia las Indias de América impidiendo que el “germen” africanista llegara a España hasta alcanzar el siglo XIX, en cuya segunda mitad aquel brotó solo a duras penas.


El transcurso de los últimos cuarenta años, empero, nos permiten contemplar actualmente la compleja, desafiante y, también, ineludible relación que han ido adquiriendo, “nolens volens”, Canarias y el noroeste de África. El carácter evocador de estas líneas está exento de nostalgia; si algo pretenden ellas es subrayar cómo en el marco actual que configuran los mutuos intereses existentes entre naciones y pueblos del Magreb dichos intereses están mayoritariamente volcados al Mediterráneo, con la excepción parcial de Marruecos, debido, dicho sea de paso, a las magnitudes marítimas y, por ende, litorales, urbanas y agrícolas predominantemente atlánticas que posee el sedicente reino alauí. A lo anterior se añaden los tan virales como sorpresivos cúmulos de intereses franco-estadounidenses y ruso-orientales, que están esquilmando el “continente de las tinieblas” en su descarnada apropiación de recursos energéticos.

En puridad, la dimensión migratoria que despliegan hombres y mujeres jóvenes oriundos del África noroccidental ha terminado por habituarles a hacer valerosa o suicidamente la travesía atlántica con destino a Canarias. Por tanto, siempre y cuando las corrientes oceánicas no les impidan alcanzar un nuevo El Dorado en tierra de las “Fortunatae Insulae”.

Recapitulando, como el oficio impone, el Aula consagrada a Canarias y el noroeste de África, inaugurada hace cuarenta años, puede hoy contemplarse desapasionadamente como un atinado, y previsor reflejo, africano-africanista, tanto por parte del Cabildo Insular de Gran Canaria, como por parte de los universitarios que llevamos a buen fin su cometido.

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