jueves, 8 de agosto de 2024

RETORNO A EL ESCORIAL XVII.- El arte y lo divertido del vestir. El consejo de Polonio a Laertes, en "Hamlet"

Cocó Chanel. Moda y estilo (Foto Vogue)

Mayte Spínola, con un traje de Ágata Ruiz de la Prado, junto al alcalde Marmolejo y el pintor Pedro Sandoval (2022)

Julia Sáez-Angulo

8/8/24 .- El Escorial.- Cuando me arreglo con el vestido azul marino de pequeños topos blancos y el collar de perlas para matizar el escote, parezco una “maruja” endomingada que va a la compra (soy consciente, pero a algunos señores les entusiasma este atuendo tradicional de las señoras). Si llevo el vestido de cuadritos o el turquesa con flores rosa, me torno en dama sesentera (se lleva lo vintage); si me apaño la camisa blanca y la falda de volantes igualmente blanca, me transformo en un una turista ibicenca y si me coloco la túnica india de color naranja y los abalorios, me travisto de hippy…

            He pensado también en el chador y enel burka, pero eso, para cuando vaya ala vecina localidad de Valdemorillo, donde vive un 17% de marroquíes haciendo honor a su nombre.

Vestir es un lenguaje, una manera de disfrazarse, de idear una metamorfosis propia, que entretiene y divierte, no en balde hacemos honor al homo ludens, al hombre (y mujer) que juega, que decían los latinos. Claro que el estilo propio marca. Yves Saint Laurent decía: “Yo no vendo estilo, vendo moda”. Transformar la moda en estilo es la tarea de cada cual. El hombre -la persona- es el estilo. 

Una amiga me contaba que, cuando iba al Tribunal de la Rota, por un marido canalla que pretendía anular su matrimonio, ella acudía vestida muy modosa y repetía siempre lo mismo. “Cuando me casé, yo sí creía que el matrimonio era indisoluble”. Así lo pensaba ella y así lo declaraba, pero añadía su apariencia discreta, para que el alto tribunal eclesiástico la escuchara con respeto.

Vestir es un lenguaje y, en los tiempos que corren, conviene a veces recordarlo, para que no suceda aquello que decía Camilo José Cela, después de que lo entrevistara un periodista con aspecto siniestro en su vestimenta: “En este país, los que peor visten son los periodistas y los curas salidos”.

La pintora y mecenas Mayte Spínola -no es la única- recuerda el protocolo necesario para cada uno de sus garden party: señoras de largo y señores de smoking o traje oscuro con pajarita. Es la manera de que la fiesta -aunque ella insiste en que son encuentros culturales- tenga glamour y eso se contagia. Aún y con todo, como van muchos artistas, siempre hay alguno que, descortés, aparece con vaqueros.

Vestir es divertido, aunque una no aspire a ser influencer de la moda. Vestir es un arte vivo, pues obliga a pensar en combinado de traje, vestido o zapatos, amén de joyas o más bien bisutería que hay maravillas en estos tiempos, sin necesidad de “calzarse” diamantes, rubíes o esmeraldas… máxime cuando a veces hasta la más plus lleva joyas falsas reproducciones -Tita Cervera, baronesa Thyssen lo confesó-, para desesperación de los atracadores. A un amigo le trincaron recientemente un reloj, más falso que Judas”, por tener la apariencia del de una buena marca. Fue en la calle Serrano de Madrid, a la altura de los jesuitas, a las siete de la tarde. Oh tempora, oh mores!, que decía Cicerón.

A las señoras, los armarios se nos quedan siempre pequeños y todas soñamos con vestidores como el de Doris Day, en no sé qué película. Recuerdo la entrevista con una multimillonaria americana arruinada, que echaba de menos su hilera de blusas y camisas blancas, impolutas e impecables para combinar en todo momento con un buen pantalón o falda y estar presentable. La blusa blanca es tan necesaria como la “petite robe noir”, que dicen los franceses. Sacan a una de todo apuro.

Gabrielle Cocó Chanel profetizó que el pantalón sería la prenda fundamental del futuro en la mujer. Acertó. Es comodísimo. Los hombres también han aceptado la falda, no solo los escoceses, sino hasta el mismísimo director del Museo de Arte Reina Sofía, Manuel Segade y sus amigos del museo.

El dicho de “más contento que un chiquillo con zapatos nuevos” es una realidad, a juzgar por mis nietos, que lo que más les gusta es estrenar nuevas deportivas, más que camisetas o pantalones.

Del vestir y sus ad látere mucho se podría hablar. Voy a terminar con el célebre consejo sobre la indumentaria del noruego Polonio, a su hijo Laertes cuando iba a emprender un viaje a París: Que tu vestido sea tan costoso como tu bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, mas no extravagante, porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez.

Los consejos de Shakespeare a través de Polonio en “Hamlet” son tan preciados, que no me resisto a ponerlos enteros:

Polonio: ¡Todavía aquí, Laertes! ¡A bordo, a bordo! ¡Qué vergüenza! El viento sopla en la popa de tu nave, y sólo aguardan tu llegada. Acércate. ¡Que mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos: 

No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo, pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tu mano con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de entrar en pendencia: pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu juicio. Que tu vestido sea tan costoso como tu bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, mas no extravagante, porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez. No pidas ni des prestado a nadie, pues el prestar hace perder a un tiempo el dinero y al amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía. Y, sobre todo, esto: sé sincero contigo mismo y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedes ser falso con nadie. ¡Adiós! Que mi bendición haga fructificar en ti todo esto.

    ¡Ah! Y no olvidar visitar el Museo del Traje en Madrid. Vale la pena.

Más información

https://www.harpersbazaar.com/es/cultura/ocio/a60844121/baronesa-carmen-thyssen-premio-bazaar-women-in-art-fiesta-museo-thyssen/

Manuel Segade, director del Museo de Arte Reina Sofía, con dos Amigos del Museo.

(Foto: J. Redondo)

9 comentarios:

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

JAIME SILES : Excelente texto. Muchas gracias, Jaime

Juana Mari Herce dijo...

Lo que aprendemos contigo my friend.
Gracias por refrescarnos el verano con tus deliciosas crónicas desde El Escorial.
Saludos.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


Marta Moriarty : Julia, eres encantadora, es un gusto leerte. Marta

Anónimo dijo...

Una delicia este texto sobre la moda
Una suerte poder leer tus crónicas diarias sobre cualquier tema.
Gracias Julia

cuca berenguer dijo...

Todas tus crónicas son insuperables pero la de hoy tiene ese punto distendido que se agradece en este día canicular de S Lorenzo

cuca berenguer dijo...

La reina de las camisas blancas es Carolina Herrera,yo tb soy fan.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


Petra Mateos : 1000 gracias Julia. Imagino que estás disfrutando en el Escorial con la mente siempre tan activa. Un gran abrazo

Rosa Serra dijo...

Gracias Julia, por todos tus artículos desde El Escorial. Felicidades por tus nietos .

nadia dijo...

Gracias Julia por todos tus artículos del verano. ¡Excelentes! Mis felicitaciones. Porfis, hace días que no los recibo. Un abrazo