por María José García Molina
19.11.2024.- Para conocer la evolución de la novela negra se debería partir de su origen, pero no hay unanimidad en cuanto al país ni a la época, ya que desde que Edgar Allan Poe iniciara este género en E.E.U.U., con su relato Los crímenes de la calle Morgue, en 1841, y El misterio de Marie Gogêt, en 1842, queda interrumpida la continuidad y, por tanto, aisladas estas dos obras del maestro del terror, hasta que ochenta y un años más tarde reaparece en la revista “Black Mask”, con el relato Knights of the Open Palm, de Carroll Jhon Daly, padre del “hardboiled”, comenzando realmente a partir de 1923 el género y su evolución y siendo E.E.U.U. considerado su cuna.
Pero al ser en la Inglaterra victoriana donde comenzó cuarenta y cinco años más tarde que en E.E.U.U., con Poe, de la mano del escritor Conan Doyle y su primera obra, Estudio en escarlata, publicada en 1887, a la que seguirían otros autores en cadena ininterrumpidamente y en clara evolución hasta nuestros días, crea el dilema de en qué país y fecha se inició, puesto que hay dos de inicio: 1887 en Inglaterra y 1923 en E.E.U.U., donde debido a la crisis desatada por la I Guerra Mundial, la posterior crisis de 1920 y la imposición de la Ley seca, extendida hasta el 33, se creó un caldo de cultivo para que los escritores de la época escribieran historias relacionadas con los acontecimientos y ambientes vividos, fundados en corrupciones, gansterismo y crimen organizado de extrema violencia con brutales asesinatos sangrientos; pero mucho han cambiado las cosas desde entonces en el mundo y esto ha generado la evolución de este género al hilo de ello, adquiriendo en cada país características que van en consonancia con los hechos que acontecen en cada momento y desarrollando estilos diferentes en cada país.
En E.E.U.U. este género se empezó editando a través de revistas de papel barato, para un público trabajador y escrito con un vocabulario vulgar, básico y callejero, a semejanza de sus lectores, personas marginales y habitantes de suburbios, donde todo es válido y la competitividad y el deseo de estar por encima del otro abasteció de historias el género recién nacido, reflejando sus mismos mundos con personajes de baja calaña sin moral.
Hacia el 22 se empezó a editar la novela con un formato actual comenzando su curso con el primer autor y creador del género negro americano, Carroll Jhon Daly, que fue líder de la escuela estadounidense de novelistas policíacos, generando el perfil del detective privado, cínico, duro y callejero al que siguieron otros escritores, como Hammett, fundador junto a Chandler y otros de la escuela hardboiled de ficción, creando sus primeros estereotipos del género bajo el análisis del crimen, social y moralmente, con los siguientes criterios: el protagonista es el detective, el criminal el personaje principal, transcurriendo la acción bajo su punto de vista, que recae sobre la víctima. Allí continua este principio. También en las descripciones de sus personajes crearon una imagen con un estilo muy marcado a base de gabardinas o largos abrigos con solapas anchas, sombreros calados hasta las cejas y cigarrillo en la comisura, imagen copiada a finales de los 60 en la serie de televisión “Colombo”.
La novela negra se basa en cuatro preguntas principales: ¿quién?, ¿cómo?, ¿por qué? Y ¿cuándo?, diferenciándose entre este género inicial y el posterior en que en el primero se basan en el “por qué” del crimen y posteriormente en la “resolución”.
En general y en todos los países la evolución también ha hecho que los antiguos detectives y policías cambien el cigarrillo, el wiski y la vigilancia tras los cristales de los coches por cientos de medios tecnológicos para dar con la persona buscada. Tampoco el policía o detective actúa en solitario, sino que es cabeza de un equipo organizado y especializado en diferentes materias en muchos casos.
También el papel femenino ha cambiado el rol, pasando a ser la frágil mujer, como refleja uno de aquellos títulos de antes, Adiós muñeca, de Chandler, o en obras donde la mujer pusilánime es protegida por el gánster de turno o tratada despectivamente por este, a un papel activo importante, tomando la imagen de juezas, forenses, policías, detectives o científicas capaces de resolver los asesinatos expuestos con gran profesionalidad; véase el personaje de Miss Marple, creado por Agatha Christie.
En cada país evoluciona de manera diferente profundizando y haciendo eco sobre el tema de más interés o que más preocupa en cada momento.
Así nos encontramos que en Latinoamérica lo hace debido a los cambios en los diferentes países y sus temas de corrupción, abuso político y narcotráfico, dando tema para muchas tramas y llevando en ella la justicia por la mano de cualquiera que quiera ejecutarla, como nos cuenta el escritor cubano Leonardo Padura en su tremenda novela La Virgen de los sicarios, llevada al cine.
Sin embargo, vemos que al extenderse a Europa, se continua con las mismas características como base, pero cambiando el punto de vista con respecto a lo que los autores dan más relevancia, que es la resolución del caso, siendo el misterio que lo rodea su principal protagonista.
En Inglaterra es donde vemos claramente cómo los personajes son peones de una jugada creada por el asesino y resuelta con un jaque mate por el detective, como vemos en las obras del escocés Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y Watson o de Agatha Christie con sus personajes Hercule Poirot y Miss Marple, todos ellos con un estilo mucho más intelectual y en ambientes más refinados en el S.XX, pero con unos inicios muy diferentes, ya que su historia desde el S. XVIII acumuló suficientes ingredientes para crear muchas tramas diferentes en el género negro-criminal, debido a los cambios sociales nacidos de la Revolución Industrial, con la principal consecuencia de que la parte más desfavorecida emigró del campo a la ciudad, incrementándose el alcoholismo, la delincuencia y la prostitución.
En Francia llega en los años 30 de la mano de Pierre Lemaitre, Fred Vargas, Hervé le Corre o Bernard Minier, en la llamada “Roman Noire”, con tres corrientes diferentes: Roman Noire, aparecida después de la II Guerra Mundial y recreando sus historias con los truhanes de Pigalle, principalmente, imponiéndose el crimen a la investigación, rompiendo la intriga desde el principio al descubrirse el culpable y con historias de aventuras y acción con escenas violentas, pasión, odio y personajes amorales. La siguiente corriente “Polar Noire”, de los años 50, incorpora estéticamente nuevos elementos, introduciendo en los 50 el “verlan”, argot creado por Le Breton y que utiliza entre las bandas de malhechores y jóvenes rebeldes al control social, no siendo el asesinato el desencadenante inicial, sino que surge a lo largo de ella con un desarrollo narrativo discontinuo y con nuevas tendencias en los 60-70, donde el análisis psicológico tiene relevancia. La tercera tendencia, Neo-Polar, marcó en los 70 nuevas incorporaciones al género con la denuncia del racismo, abusos policiales, argucias ilegales políticas y empresariales a través de personajes marginales, dando un matiz psicológico, de espionaje y que se acerca más al thriller con asesinos que ejecutan con escenas sangrientas.
En los países nórdicos se encuentra el contrapunto, con un estilo mucho más sutil, como el del escritor noruego Jo Nesbø, que utiliza el muñeco de nieve, que le da título a la novela, para crear un gran suspense y misterio hasta el final. También el sueco Stieg Larsson destaca con su trilogía Millenium.
En España hay un precedente con La soga, novela de detectives de Emilia Pardo Bazán escrita en 1911, y en Ciudad Real donde García Pavón crea a su personaje Plinio, pero es después de la muerte de Franco, al desaparecer la censura, cuando se desarrolla y evoluciona haciendo presente la crítica socio-política, y temas familiares que llegan de la mano de González Ledesma, “Silver Kane”, seudónimo de posguerra. Otro autor importante es Vázquez Montalbán, con su personaje Pepe Carvalho, seguido de otros notables, como Juan Madrid y un largo etc., teniendo como puntos importantes Madrid y Barcelona.
Grecia ofrece el género negro con autores como Petros Márkaris, que en su novela Pan, Educación, Libertad, expone la oscura situación de su país dentro de los ingredientes del género.
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