Julia Sáez-Angulo
El pintor madrileño Ulpiano Checa gozó en vida de un gran reconocimiento y aceptación de su pintura en las grandes capitales durante el arco que va del siglo XIX al XX. La alta burguesía de París y Buenos Aires principalmente, adquirieron muchos de sus cuadros, que hoy se pueden contemplar de vez en cuando en las grandes subastas. Su representación de la Roma clásica sirvió al cine norteamericano de inspiración para su vestimenta.
Nacido en la pintoresca e histórica localidad madrileña de Colmenar de Oreja, Ulpiano Checa (186o – París, 1916) donó varios cuadros a su pueblo, a los que se unió más tarde una generosa donación de sus descendientes en los 50, lo que constituyó el núcleo de una colección monográfica de autor que habría de ampliarse con adquisiciones en subastas, hasta crear un hermoso y amplio Museo, que presenta 300 obras con la museografía más actual.
Frente al tradicional recorrido cronológico o temático, el Museo Ulpiano Checa de Colmenar ha optado por el singular paso del artista por diferentes geografías, que a su vez dan lugar a distintos períodos en su obra. Las obras que posee se distribuyen en los espacios: Colmenar de Oreja; Mundo Romano; espacio de tránsito; América, África, España y Francia.
El primer Museo Ulpiano Checa se ubicó en la Casa de los Siete Patios en 1960, pero su ampliación en 2004 ha permitido mil metros en nuevas salas con las diferentes piezas que adquirió el Ayuntamiento de Colmenar y algunas donaciones o depósitos particulares. El Museo está dirigido por Ángel Benito.
“Los últimos días de Pompeya”
El cuadro más emblemático es el titulado “Los últimos días de Pompeya” (1900), de grandes dimensiones hasta ocupar una pared. En él se ve el fuego rojizo del Vesuvio al fondo, mientras que los habitantes huyen despavoridos a caballo. El boceto de “La invasión de los bárbaros” se suma en este espacio.
Son visiones espectaculares, casi cinematográficas, “donde el artista da todas sus posibilidades más allá de las fórmulas aprendidas. En estos cuadros está su caligrafía pictórica personalizada”, declara el veterano pintor Manuel Ortega (Madrid, 1922) que ha visitado el Museo de Ulpiano Checa y se siente satisfecho de haberlo hecho.
Gran dibujante, Ulpiano Checa gusta de plasmar la cabalgada veloz de los caballos y carruajes en sus distintas pinturas, algo así como un “futurista del XIX” que ama la velocidad del transporte de su tiempo, vísperas del automóvil a mayor escala.
“La Ninfa Egeria dicta a Numa Pompilio las leyes de Roma”, es otro espléndido cuadro del autor, propiedad del Museo del Prado y depositado con acierto en el museo de Colmenar. Una de las ilustraciones del pintor para la película “Quo Vadis” se encuentra igualmente en este espacio de Mundo Romano.
El pintor marcó el cine del Mundo Romano
La relación de la película “Ben Hur” de Hollywood y la “Carrera de los carros” de Ulpiano Checa (1890) se pone en evidencia en esta sala “cinematográfica”.
Ulpiano Checa cultivó el retrato de sociedad, del que vivió largamente. El del argentino general Mitre, después de haber sido presidente de la nación, figura en una digitalización sobre lienzo. El retrato de sus hijos Felipe y Carmen, siendo niños, es de clara sensibilidad y belleza.
La pintura orientalista no podía faltar en un artista decimonónico y sus “fantasías” de moros a caballo están presentes, al igual que las escenas de género en el espacio de “España”, donde se recogen las palabras de la publicación “Nouvelliste” de Nantes donde se afirma que Checa es “un buen colorista y dibuja mejor que Delacroix”.
“Con la creación del Museo Ulpiano Checa, su obra se ha revalorizado en el mercado internacional”, declara una fuente cercana al museo, que además de pintura muestra las medallas y diplomas del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario